El abogado y exministro de Justicia y Seguridad, Francisco Bertrand Galindo, hace un análisis del nivel de violencia en El Salvador y la eficiencia del combate a la misma, a tres años de la gestión de Salvador Sánchez Cerén.
Bertrand Galindo dice que pese a la tregua de pandillas, entre 2012 y 2013, y sus consecuencias, las medidas tomadas actualmente, son consecuentes con la realidad que viven los salvadoreños.
Usted habla que a este gobierno le ha tocado “pagar el precio de la tregua”. El martes, Raúl Mijango mencionó que realmente se le atribuye el problema a una política pública cuando venía desde mucho antes, es decir, las pandillas fueron mutando porque en su momento no se tomaron las medidas adecuadas para combatirlas. ¿Qué opina?
Yo creo que en términos generales tiene razón el planteamiento. Cuando arranca el fenómeno de las pandillas es inmediatamente después de los Acuerdos de Paz, casi simultáneo. Ahí debió de haberse actuado fuertemente contra estos muchachos, y por la forma en que se gestionaron los Acuerdos de Paz, la Policía salía altamente permisiva, no reaccionaba ante esas acciones de las pandillas o las maras en esa época, porque los miraban como unos muchachos jugando en los barrios. Ese fenómeno comenzó a crecer, siguió creciendo, porque había una política de deportación importante en Estados Unidos y estaban mandando exactamente a gente que tenía experiencia en pandilla.
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Comunidades armadas, el presidente del Órgano Legislativo a favor de ello, además de dos casos de grupos de extermino de pandilleros judicializados. ¿Se ha perdido el control?
En parte sí. Es decir, en la época del señor Funes, el Estado perdió absolutamente el control de los territorios, después de la tregua o como efecto de la tregua. Lo que ha tratado de hacer el presidente Sánchez ha sido capaz de rescatar eso, o de alguna manera eso nos evita hablar de un Estado fallido, pero el problema es que efectivamente la magnitud de la delincuencia ha excedido la capacidad normal del Estado para combatirla. ¿Qué quiere decir? Que la fuerza pública ya está excedida, que la fuerza de investigación, como decir la Fiscalía, ya está excedida, que los mecanismos judiciales están totalmente excedidos.
¿Podemos hablar de resultados positivos en seguridad hasta la fecha? Nada menos el miércoles hubo una masacre en San Miguel, atribuida a un supuesto grupo de exterminio. Fueron asesinados tres hombres y tres mujeres.
Yo creo que es difícil poder hablar en concreto de beneficios. Es decir, está claro que han disminuido los homicidios, por ejemplo, en relación a como los tenían justo antes de las medidas, pero ni por cerca hemos llegado a unos niveles aceptables en el país, que ni siquiera a las cifras de la postguerra. Uno. Dos: no hay prueba de que haya disminuido el tema de las extorsiones. No hay, eso no lo sabemos. La situación de las cárceles sigue siendo una situación grave, todavía recientemente acaban de encontrar cantidades de armamento, teléfonos y cosas en Ciudad Barrios.
¿Cuál es la funcionalidad que usted considera que ha tenido el Plan El Salvador Seguro? Hay 10 municipios priorizados, uno de ellos es Mejicanos, donde últimamente han sido cometidos varios homicidios.
Yo creo que no podemos hablar de El Salvador Plan Seguro, eso es uno de los grandes problemas que se han tenido tanto como el Gobierno pasado como en este, que no hemos logrado ver a nivel de plan uno realmente diseñado. Lo plantearon como una serie de medidas en donde habían elementos de prevención, elementos de control, etc., pero creo que al final, lo que han hecho no ha sido ese Plan.
Las medidas extraordinarias implementadas desde el Ejecutivo reprime el delito en lugar de perseguirlo. ¿Qué modificaciones deberían hacerse desde el gabinete de Seguridad para que exista mayor investigación y prevención de la delincuencia?
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Una de las cosas es estudiar mejor cómo perseguir a la pandilla. La Sala de lo Constitucional ha abierto algunos caminos que podrían explorarse, porque si no hay recursos para investigar e individualizar cada uno de los homicidios, los raptos, las violaciones, pero se sabe que es una organización la que está haciéndolos, una forma que podría explorarse en el marco de lo que dijo la Sala, y es atacar a la organización como tal y después a los miembros de la organización.
