Juguemos la cabriola, una tradición de Apastepeque

Los adultos y jóvenes del caserío San Faustino, practican el tradicional juego en los patios de sus casas. Los de mayor edad afirman que el juego data del siglo pasado y en él se utiliza una bola de madera. Pueden participar dos o cuatro personas.

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Foto/ Húber Rosales

Por Huber Rosales

2017-05-01 7:00:55

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De generación en generación, niños, jóvenes y adultos, practican “la cabriola”, un juego que consiste en meter una bola de madera en una pieza, también de madera, que está semienterrada.

En verano e invierno, en el caserío San Faustino, situado en la campiña de Apastepeque, San Vicente, se practica el peculiar juego que data desde el siglo pasado, el cual también es llamado Carambola o Juego de bola.

Concepción Pino tiene más de 80 años y recuerda que, en la década de los años 20, se jugaba mucho y era una de las diversiones más preferidas de los jóvenes, quienes pasaban días enteros practicándolo.

Pino relató que en aquel tiempo un reconocido carpintero elaboraba las pelotas en un torno, mientras que otros le daban forma con un corvo.

Foto/ Húber Rosales

Santos Pablo Umaña, pasa los 60 años de edad y recuerda que él vio jugar a sus padres y abuelos y, añade, que a pesar que todos esos ancianos ya murieron, lograron heredar la cabriola a sus hijos, nietos y bisnietos.

Por eso la pelota de madera sigue rodando en los patios del caserío San Faustino.

Santos Pablo es uno de los jugadores contemporáneos, él narra que el peculiar juego se puede practicar entre cuatro o dos jugadores. Sí es de dos, cada persona tiene dos pelotas, sí son cuatro los contrincantes, cada quién tiene una bola. Los participantes tiene una paleta de madera de 30 centímetros de largo aproximadamente.

Uno de los participantes, que se identifica como Daniel, comenta que un jugador había tallado un alacrán a su paleta para diferenciarla y lo usaba como una especie de amuleto de buena suerte.

La forma del juego es golpear varias veces la pelota hasta meterla en la portería, una un círculo que está semienterrada donde cabe la pelota.

Los jugadores deben marcar sus pelotas para no confundirlas, algunos lo hacen con cruces o una figura a su gusto.
Las pelotas son elaboradas de madera de árboles de chichipate o güiligüiste; su tamaño es similar a una bola de sófbol.

Foto/ Húber Rosales

“Este es un juego sano, divertido, mucha gente cuando pasa se detiene a observar. Hasta los policías les divierte”, dijo Daniel, al tiempo que lanza un tiro.

Antes de empezar el juego los contrincantes chocan las bolas (toquiarlas), como señal de amistad con los compañeros, similar a cuando en el boxeo se chocan los puños o en el fútbol se saludan y entregan los banderines.

Con ocho puntos se gana el juego y siempre debe de meterse la pelota al frente, por la parte de atrás del área de juego no hay puntaje.

El juego puede durar de media hora a 45 minutos, dependen de la habilidad de cada jugador porque algunos son buenos y resuelven el partido en menos tiempo.

Los jugadores con más tiempo de practicarlo son del cantón Santa Lucía del municipio de San Esteban, del mismo departamento. Ahí muchos jóvenes lo practican y en más de algún momento han expresado su interés de realizar una competencia.

“También son buenos los de San Esteban, le pegan muy bien a la bola, ellos sólo lo juegan en verano pero nosotros jugamos invierno y verano; solo que ahora el patio de juego esta malo hay mucho hoyo, el patio debe de estar bien parejo para que ruede mejor la bola”, explicó Pedro, otro jugador.

“No le perderé la pista a la cabriola porque me gusta, además vi jugar a mis abuelos. Hay apuestas y retos, una vez vino el equipo de San Pedro, quieren venir otra vez, pero con premios para jugar con ganas, el premio va de los 10 dólares hasta los 20 dólares”, relata el campesino.