Las desapariciones que tienen a Elvira derrotada

Elvira Ramírez relata como ha sufrido la desaparición de dos de sus hijos y un nieto. Ha tenido que soportar esa angustia que, la tiene hundida en la tristeza.

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En enero de 2016, su hija y nieto desaparecieron. Foto/ Lissette Lemus / Foto Por ??scar Iraheta

Por ??scar Iraheta

2017-03-03 12:00:00

Cuando Elvira Ramírez de 80 años había encontrado consuelo en su corazón por la desaparición de su hijo en los inicios de la guerra en 1980, su vida volvió a caer en depresión y tristeza cuando en enero de 2016, su hija y nieto, también desaparecieron.

Elvira casi siempre vive sola, en una pequeña casa ubicada en el municipio de Santo Tomás al sur de San Salvador. Desde ahí, relata como la vida la ha golpeado en tres ocasiones tras la desaparición de sus familiares antes y después de la guerra.

 

 

“No sé cómo he podido seguir en la vida sin mis seres queridos. A veces creo que mi hijo entrará por la puerta y me abrazará, así como hacen en la televisión que se encuentran los familiares después de 30 años”, narra la señora con tristeza.

La octogenaria expresa que su hijo Carlos Antonio Ramírez Pérez ingresó a la Fuerza Armada en 1976. Dos años después se graduó de la Policía Militar en 1978.Fue la segunda promoción.

 

Carlos salía de su casa los lunes y regresaba cada 15 y 30 días, dependiendo de los turnos que tenía como soldado. También estudiaba y por eso sus vistas eran esporádicas.

Ocho días antes de su desaparición, Elvira recuerda que su hijo arregló muchos documentos y dejó cierta cantidad de dinero. Al ver eso, la señora dice que le preguntó del porqué lo hacía, ya que le pareció extraño la actitud de su primer hijo.

“Le dejo todo arreglado mamá por cualquier cosa. Ahí hay un poco de dinero para que le siga ayudando a mi sobrina”, recuerda Elvira que le expresó Carlos sin darle mayores explicaciones. El soldado salió un lunes para presentarse al Centro de Transmisiones de la Fuerza Armada en San Jacinto, en San Salvador.

Después de 20 días Elvira tenía una corazonada, afirma que sentía que algo le pasaba a su hijo y por eso salió a buscarlo al Cuartel de Transmisiones.

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Al preguntar por Carlos Antonio, los oficiales le expresaron “que su hijo estaba castigado y que no podía salir con licencia” (permiso). Elvira insistió y hasta lloró al pie del portón. Fue en vano. Le agarró la noche y tuvo que regresarse decepcionada a su casa.

La señora ya no recuerda cuantas veces fue más a buscarlo. Relata que un día un compañero de su hijo le dijo que “a Carlos se lo habían llevado porque pensaban que era un infiltrado”. Nunca más supo de él y así vivió Elvira sin su primer hijo.

Casi 36 años después, la señora volvió a vivir aquel infierno de tener a una Rosa Marlene y Rodrigo Andrés de 30 y 28 años, se desaparecieron. Un día sus parientes salieron a comprar un pastel al centro de San Salvador y jamás regresaron. Elvira los ha buscado en decenas de lugares. Nunca los encontró. Dice que “parece que la tierra se los tragó”.


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