Paquetes escolares, proyecto que sacrifica a proveedores

Un proveedor de útiles narra los problemas financieros  y de salud que atraviesa porque el Ministerio de Educación no les paga en tiempo. El afectado está por perder su casa

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La falta de pago del gobierno ha puesto en riesgo la pequeña librería de Anselmo, la casa familiar e incluso su salud.

/ Foto Por Susana Joma

Por Susana Joma

2017-03-04 9:00:00

Ha pasado más de un año desde que don Anselmo entregó los  útiles  escolares a los centros educativos públicos;   en 2016 lo contrataron para proveerle esos materiales bajo el programa estrella del gobierno conocido como Paquete Escolar, pero  a estas alturas aún espera que le terminen de cancelar los fondos que invirtió con la esperanza de ganar para mejorar sus condiciones de vida.

Lo que le ocurrió a don Anselmo, le pasó a otros proveedores, pero pocos se atreven a contar su testimonio.

Este microempresario residente en la zona norte de San Salvador, quien por seguridad prefiere guardar su nombre real, está agobiado ya que el retraso en el pago de parte del Ministerio de Educación (Mined) lo ha hecho caer en impago con dos instituciones bancarias.

De acuerdo con el economista Manuel Hinds, lo anterior pone en graves problemas el progreso del país porque “no se puede esperar que una persona que no haya recibido su salario por cuatro meses pueda concentrarse en su trabajo y no en estar haciendo arreglos continuos con sus acreedores y proveedores para poder sobrevivir sin pagarles. Esto se vuelve una cadena porque dichos acreedores y proveedores también tienen problemas al no recibir pagos de modo que pagos detenidos en el empleador más grande del país se multiplica en la sociedad, esparciendo la angustia”, explica.

 

De modo que la situación  financiera que enfrenta don Aselmo es tan difícil que ya está a punto de quedarse sin la vivienda que con tanto esfuerzo adquirió hace muchos años para beneficio de su familia.

“La casa que está hipotecada estoy a punto de perderla porque la cuota ya no me sale…”, explicó el afectado mientras presiona  sus manos  sobre el viejo escritorio de su improvisada oficina.

En la actualidad el Gobierno le adeuda $600 dólares del año pasado, más lo correspondiente a los paquetes que proveyó este año que ronda los $23 mil dólares.

Antes de que existieran el programa estatal, que según la publicidad gubernamental fue creado para favorecer a los alumnos y potenciar a los microempresarios, este señor, de 66 años, sostenía a su familia con los ingresos que obtenía de vender los artículos escolares cada inicio de año lectivo cuando los padres de familia, lista en mano, llegaban hasta su pequeña librería.

Sostiene que una vez que el gobierno lanzó  el programa todo cambió y las ventas al contado disminuyeron. Así fue que movido por las promesas del Gobierno  y, en medio de la necesidad de sobrevivir, se convirtió en proveedor de paquetes escolares.

 Según cuenta, desde entonces,  cada año  tiene que lidiar  con los cambios que el ministerio introduce en el proceso de contratación y que lo vuelven más complicado; pero también debe enfrentar  con el retraso del pago.

“Eso lo hace a uno también irresponsable y adquiere mal crédito con los proveedores y con la banca”, lamenta el sexagenario comerciante.

Don Anselmo sostiene que si el gobierno tiene ese proyecto, con el espíritu de beneficiar a la población, debería de beneficiar realmente a todos, pero eso no se cumple.

“La parte de atrás, que somos nosotros (proveedores), estamos pagando consecuencias que el pueblo no sabe, y no lo sabe porque el Gobierno se empecina más en dar a conocer el proyecto de paquetes que está regalando pero no cómo lo adquieren y cuál es el sacrificio de nosotros, que nos tienen con la amargura, con tanto requisito para inscribimos y firmando contratos en los que solo rezan obligaciones de uno, pero no de ellos”, dijo.

Con esas palabras el microempresario se refiere a que el Gobierno los obliga a entregar los productos en determinado plazo, so pena de sanción económica si no lo hacen; pero en el papel no hay nada que obligue al Ejecutivo a pagarles contra entrega, o en un plazo establecido.

Con voz pausada explica que está en tratamiento para controlar la presión porque hay momentos que se le sube debido a tanto estrés: “Yo creo que ni un joven aguanta esta presión que tenemos ahora por tantos problemas generados por ese programa”.

Uno de los aspectos que cuestiona este microempresario es que desde que la cartera de Estado aplica a los proveedores la modalidad de inscripción virtual, en la base de datos de proveedores aparece que le han autorizado una cantidad de paquetes para vender, pero cuando los directores de escuela consultan la cifra que el tiene disponible es menos.

“Allí no sé que tiene de desperfecto la computadora montado para este fin, que si yo tengo asignado 5000 paquetes solo me venden 3,000 o 2,800. Entonces hay una deficiencia que perjudica a uno que está esperanzado a vender todo lo que ellos mismos lo autorizan”, señala.

Frente a esta situación, el sexagenario no tiene ninguna duda de que el programa no llena las expectativas de muchos proveedores.

“Es un fracaso. Para nosotros es un fracaso por lo que ya le comenté: en la forma que ellos lo están administrando y no tienen fondos para comprar e inmediatamente pagarlo. Cada vez que uno les pregunta nos mandan a Hacienda. ¿Y porqué nos mandan a Hacienda si nosotros no le hemos dado el producto a Hacienda, sino a Educación. Entonces, sino tienen dinero  para pagar que no den paquetes. Mire las pobres costureras y los pobres zapateros están peor que yo quizás”, insiste Anselmo.

¿Pero porqué sigue trabajando con este programa? A esta pregunta responde que él, como salvadoreño trabajador, cada año se ha arriesgado con la esperanza de que la situación  realmente cambie como lo prometen. 

Sin embargo, parece que la esperanza por fin se agotó. Ahora considera que cometió un error al volver a inscribirse para ser proveedor del Mined este año y no está dispuesto a continuar como tal el otro, más si no le vuelven a pagar los productos en tiempo. 

 “Yo les dije que ya no iba a participar, pero volvieron a convencerme y me inscribí; pero cuando ya me habían adjudicado ya no podía retirarme y decidí cumplir con mi palabra”, aclaró, y señaló que su familia le pidió que ya no participe en el programa.

Este año, asumiendo su compromiso, ha entregado útiles escolares a cerca de 12 centros educativos. “Empecé a entregar el jueves 9 de febrero y terminé el 15 de febrero”. Su petición al Gobierno es que, este año, paguen en los próximos tres meses.