“Necesitamos erradicar la pobreza, la extrema pobreza y la inseguridad “

A 25 años del fin del conflicto armado, El Salvador vive todavía en un periodo de transición, afirma el firmante de la paz. Aunque dice que el país ha avanzado en democracia, tiene retos significativos que superar.

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Salvador Samayoa fue firmante de los Acuerdos de Paz por parte de la guerrilla. Actualmente es analista y observador de la realidad política.

/ Foto Por Menly Cortez

Por Mirella Cáceres

2017-01-05 5:12:00

Llegar al cuarto de siglo de haberse firmado los acuerdos de paz merece una celebración, dice Salvador Samayoa, quien fue parte del equipo negociador de los acuerdos de paz y firmante del documento histórico que dio paso a un nuevo escenario en el país: al de la fin de la guerra, a  uno de “total libertad” para decir determinadas cosas, las que antes no se permitían porque eran reprimidas; un escenario en el que ahora hay elecciones legítimas, un nuevo sistema electoral, independencia judicial y el funcionamiento de las instituciones. 

Pero para Samayoa, estos 25 años también deben invitar a hacer una reflexión, sobre todo de compromiso para sacar al país de problemas más acuciantes como son: la pobreza, la inseguridad, e incluso, para entrar en una discusión de qué modelo de Estado queremos.

Para ello, añade, la derecha y la izquierda necesitan ponerse de acuerdo y alejarse de sus posturas “dogmáticas” que no hacen bien al país.

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Desde su perspectiva, el país vive todavía un periodo de transición desde la firma de la paz y cree que a lo mejor se requerirán de otros 25 años.

Se le ha dado mucha relevancia al hecho de que se cumplen 25 años de la firma del acuerdo de paz, ¿la tiene para usted?

En primer lugar la paz propiamente dicha,  que es la terminación de la guerra, es un valor grande y fundamental en una sociedad y haberla mantenido durante 25 años es un valor suficiente como para merecer celebrar la fecha.

La paz, propiamente, es que termine la guerra y que termine la violencia política, que la gente no se mate para expresar sus opiniones o para resolver sus problemas. Eso es la paz y ese es un valor inmenso, yo lo celebro.

Pero hay otras cosas que celebrar como el hecho del advenimiento de la democracia que crea sus propios problemas. Los problemas que tenemos hoy en el ámbito político que tenemos hoy es el desarrollo de la democracia; antes  teníamos problemas de falta de democracia, son dos cosas bien distintas.

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Ahora tenemos problemas de si se usa o no se usa bien digamos la libertad de expresión; antes teníamos problemas de que no había libertad de expresión; antes le ponían una carga de dinamita al periódico, a la imprenta de la universidad, o lo desaparecían a uno, lo torturaban o lo asesinaban simplemente por decir determinado tipo de cosas. 

Otra cosa distinta es si esa libertad se utiliza bien o no, ese es un problema de aprendizaje de democracia y de cultura democrática. Me dicen que hay problema o que no hemos avanzado porque el Frente vive peleando con la Sala de lo Constitucional. Yo estoy feliz de que el Frente pelee con la Sala de la Constitucional.

Eso significa que este órgano del Estado incomoda al poder político. Si nadie tuviera ningún problema querría que el Poder Judicial siga subordinado al poder político y no habríamos hecho nada. O hay complicidad. Lo veo algo normal en una democracia que haya diferencias e incluso reclamos fuertes, airados y desacuerdos entre órganos de Estado.

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Aunque eso no se justifica que haya ciertas agresiones verbales, amenazas…

Eso sí no, eso sí ya es un problema también de cultura política que tendremos que afrontarlo todos. Ahora todos critican al Frente pero la pura verdad es que ARENA nunca estuvo gobernando con un Órgano Judicial independiente. Los problemas de los que tenemos hoy del sistema político son para mí por la falta de desarrollo de la democracia, no de falta de democracia; en ese sentido está mejor el país en tolerancia, en libertad de expresión, en funcionamiento de las instituciones.

¿Esas son las deudas que han quedado?

Esto en particular sí. Pero en cambio que lo que dicen que está mal, que es la violencia de las pandillas y la situación económica, eso sí está mal pero eso no es problema de los acuerdos de paz ni es atribuible al acuerdo de paz. Nosotros resolvimos hace 25 años los problemas que teníamos hace 25 años y ahora nos están diciendo: mirá, ¿y por qué no me resolviste también los problemas que íbamos a tener dentro de 25 años? Eso resolvelo vos, eso le toca a las generaciones y liderazgos actuales.

¿No depende de los acuerdos todo?

Los acuerdos de paz respondieron a la situación y resolvieron los problemas políticos que estaban en ese momento asociados al conflicto armado. Crearon un escenario de reglas del juego democrático para que en ese escenario democrático que no había antes pudieran estar todas las fuerzas políticas y que cada fuerza política que llegara al poder pudiera avanzar en la transformación del país. Si luego no lo han hecho, si gobierno tras gobierno, nacional o gobiernos locales parecen que son la misma cosa  y parece que no resuelven, pero ese es problema de los partidos políticos. El acuerdo de paz lo que dejó fue un escenario de reglas de juego democráticas. ¿El acuerdo cómo va  asegurar que lo van a hacer bien los que lleguen al poder?, eso no se puede. 

¿Es problema de ejecución del acuerdo?

Pero no es problema del acuerdo de paz, lo que el acuerdo logró  es una reforma del sistema político para que fuera democrático y logró que no estuviera deformado el poder político por la presencia del Ejército en la política, y logró que no hubiera violencia política, y logró que hubiera elecciones de verdad, libres, esos son logros buenos. 

¿Quedó algo fuera del acuerdo?

La verdad que no y no es porque crea que son perfectos, sino que los acuerdos eran políticos para reformar el sistema político y esa reforma en general, en todo lo fundamental, se hizo bien; por supuesto el acuerdo no abordó, pero era porque no debía abordarlo, era el problema económico del país.

Algunos apuntan eso, que había que sentar algunas bases para reformar el sistema económico.

Sí, pero yo discuto con ellos. ¿Por qué no piensan un poquito: y cómo va a resolver un acuerdo de paz que, por definición y esencia como un acuerdo político, va a resolver los problemas económicos de un país así en general y en plural, si en primer lugar a un país que ha progresado le ha tomado décadas hacerlo?; en segundo lugar, hubiera sido una contradicción si estamos diciendo precisamente que hay que dejar que llegue al gobierno, cosa que no ocurría antes, que la gente quiere, una vez que lleguen hay que dejar que hagan su programa, para eso los eligió la gente. Y cómo se les ocurre que en un acuerdo político le íbamos a decir a todos los gobiernos que iban a venir: ‘sabes qué, vos vas a gobernar pero ya te tenemos de antemano trazado qué es lo que vas a hacer con lo política, con los programas económicos’. Eso no se puede. Yo creo que el no haber intentado resolver los problemas económicos del país no solo no es una carencia del acuerdo, sino que fue un acierto del acuerdo de paz, fue no estafar a la gente, no engañar a la gente.

No se estaba firmado la solución a todos los problemas del país.

Exacto, se estaba firmando la paz, es otra cosa diferente, y así hay que verlo.

Fuera del tema económico, ¿hay otro aspecto que a su juicio debió incluirse?

Evidentemente no hicimos mayor cosa por avanzar en la legislación de regulación de partidos políticos por decir algo, eso sí es cierto, pero como digo las cosas  son todas en su momento… Pero yo no puedo resolver hoy  los problemas de pasado mañana que ni siquiera sé cuales van a ser. Entonces, sí hay cosas que no tocamos como esa de los partidos políticos, que por cierto son los grandes deudores y no el acuerdo de paz. Hay cosas, como ha quedado demostrado, como del sistema electoral en sí mismo que no tocamos; alguien le puede decir,  pero con la visión que tenemos ahora, ‘qué rico y qué fácil,  y por qué no acordaron la separación de funciones administrativas y judiciales del TSE?’. Esperate, vamos por pasos, si en aquel momento lo primero que teníamos que hacer y que logramos es que hubiera un Tribunal Supremo Electoral digno de confianza, ahí donde antes había un Consejo Central de Elecciones impuesto por el partido oficial y que por tanto no daba libertad ni confianza. Entonces lo que resolvimos fue el problema de la legitimidad  del poder emanado de las urnas. Ya una vez ese poder es legítimo porque la autoridad electoral no está manipulada vamos resolviendo otros problemas. Pero esa es la agenda que los partidos políticos debieron haber ido resolviendo en el nuevo escenario de democracia.

¿No han evolucionado los partidos, democráticamente hablando?

Sí, han evolucionado, pero poco.

¿Los han venido obligando con fallos o sentencias judiciales?

Exactamente, por fallos judiciales se ha venido reformando el sistema de partidos. Es una deficiencia de los partidos políticos pero no es una deficiencia del acuerdo de paz.

Entonces, para entender la importancia y el significado de los acuerdos de paz, hay que ubicarse en el tiempo… 

Así es, ¿todo lo que vino 25 años después es culpa del acuerdo de paz? Tampoco, yo creo que no. El acuerdo de paz lo tenemos que celebrar como un logro histórico en su momento del país que permitió a las fuerzas políticas dialogar, negociar sin matarse. Lo harán mejor, lo harán peor, se estancará, todo eso ya es normal, pero antes no se podía.

¿Qué ve en términos de independencia, que es parte del espíritu de los acuerdos?

Es parte fundamental, es uno de los pilares de la reforma política que hicimos, lograr la independencia judicial, el hecho de haber puesto la forma de elegirlos diferente y de haber creado el Consejo Nacional de la Judicatura, todas las cosas que se hicieron en esa dirección están rindiendo sus frutos.

Aunque siempre hay cuestionamientos en su elección, ¿que hay de las cuotas partidarias?

Siempre hay y siempre habrá. 

¿Será difícil despartidizar las instituciones?

Es que somos seres humanos y nadie está exento de ciertos condicionamientos políticos, pero los magistrados que tenemos no son militantes orgánicos, podrán tener sus simpatías pero tienen derecho a tenerla como cualquier ciudadano. Creo que los órganos están funcionando con independencia. En algunos casos no porque han elegido funcionarios con compromiso, fiscales generales en el pasado. Por eso hay que ver esto como proceso histórico, los procesos históricos no son lineales, tienen avances, retrocesos,  discontinuidades… La gente tiene tendencia a ver solo un momento y nosotros estamos en un periodo de transición del país, que dura; tenemos 25 años y probablemente va a durar otros 25 años.

¿Y este destape de casos de corrupción lo ve como una herencia de los acuerdos, de esa institucionalidad que dejó?

Indirectamente lo veo como una herencia del acuerdo de paz en el sentido que usted dice: hoy tenemos posibilidad de tener  instituciones independientes del poder político y antes no, eran tapadera de la corrupción las instituciones. Tener una Sección de Probidad buena, ya ve que gobiernos de ARENA trataron de obstruirla. Ha tardado que tengamos esta expresión y sobre todo esta sinergia, pues una golondrina no hace verano. Hoy se ha juntado que tengamos una buena Sala de lo Constitucional con un buen Fiscal, buena Sección de Probidad de la Corte, la creación del Instituto de Acceso a la Información… La Corte de Cuentas parece que por fin no va a ser apéndice de los dos o tres partidos políticos que se pusieron de acuerdo para tapar su… eso ha costado 25 años.

¿De qué manera nos invita a reflexionar  los 25 años de los acuerdos?

Que hay ámbitos en los que tenemos que pensar como país. El primero sin duda es que tenemos que proponernos pero en serio, y este no es un asunto solo de los partidos, sino también de las instituciones, de las gremiales empresariales, de los medios de comunicación, de todos, que para los próximos 25 años sacar, pero de verdad no del diente al labio, de la pobreza y de la extrema pobreza a cerca de la mitad de la gente que todavía vive así. No deberíamos sentirnos bien con gente en nuestro país con tantas necesidades, y eso pasa por mejorar los servicios públicos, y mejorar la educación. Nunca hemos estado de acuerdo en qué hay que hacer para erradicar la pobreza. El otro reto es modernizar las instituciones sobre todo del sistema electoral y de partidos políticos para que la democracia siga fortaleciéndose. No dormirnos en los laureles de lo que se hizo hace 25 años. Hay que fortalecer el Estado, no hemos estado de acuerdo en cuál es el rol y la definición del Estado, ya ve que hay una fuerza política que aunque no lo diga, quería un Estado tipo Venezuela o Nicaragua, y es hora de solventar de una vez y por siempre esa discusión del modelo de Estado que queremos. El tercer reto es sin duda el de la seguridad, sobre todo con el componente de las pandillas que hay que resolver.

Ante estos escenarios se vuelve a hablar de que se necesitan nuevos acuerdos. ¿Usted lo ve necesario?

Yo creo que sí por lo que le decía, porque no hemos estado de acuerdo en cómo erradicar la pobreza, necesitamos acercarnos, mover un poco las posturas. La derecha sigue pensando de manera simple que lo único que hay que hacer es quitarle regulaciones y obstáculos al capital para que haya inversiones y que las inversiones van a hacer que haya empleo y que el empleo es la mejor política social. En la medida que haya crecimiento económico esto va a rebalsar para todos. Yo simpatizo con esa visión pero siempre y cuando no lo absoluticen porque luego resulta que no rebalsa tanto y que siempre son unos pocos los que se benefician de ese crecimiento. Entonces la derecha tiene que ponerle un factor de corrección a esa visión que tiene. Y del lado de la izquierda creen que todo es de redistribuir la riqueza que ya hay en vez de crear riqueza nueva.

Y de estatizar y de controlar…

Cómo estatizo, cómo regulo, cómo controlo, cómo le quito a través de mas impuestos mas dinero a más gente para  distribuírsela a otra. Y así es el camino seguro a la miseria de todos, entonces la izquierda tiene que hacer un alto en la ruta.

¿Estamos entre dos extremas?

Es que no es porque sean extremos, es que son dos visiones equivocadas que las tienen que cambiar porque son dogmáticas. Cuando la derecha convierte esa tesis del crecimiento y del rebalse en un dogma y no se abre a analizar bien, allí están equivocándose. Y cuando la izquierda convierte sus políticas redistributivas en la manera de hacer esto, también se están equivocando. Necesitamos las dos cosas, lo mejor de las dos visiones.

¿Pero eso necesita de un acuerdo?

Necesita de un dialogo de verdad, serio, una comunicación, una apertura, una actitud de escuchar y de cambiar, y eventualmente acuerdos.