Agricultor asesinado en masacre de Opico había advertido a las otras 10 víctimas del riesgo de las pandillas

En grupos de ocho a diez recorrían la zona limítrofe con la pandilla rival

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Militares y policías realizan operativo en la zona de la masacre.

/ Foto Por Francisco Campos

Por Focus

2016-07-13 9:30:00

El caserío El Flor, donde el 3 de marzo pasado asesinaron a 11 hombres trabajadores (diez foráneos que hacían hoyos para un proyecto de electrificación y un campesino local), es el confín en el rumbo norte del municipio de San Juan Opico; después de ese sector comienza el municipio de Quezaltepeque, donde en toda la zona poniente hay presencia de la Pandilla 18 Revolucionarios.

Los dominios de esa agrupación criminal también comprenden parte del municipio de San Matías, específicamente el lugar conocido como hacienda San Lorenzo, donde a mediados de noviembre del 2015, asesinó a Jorge Antonio Flores Martínez, un agente policial destacado en la División Central de Investigaciones.

Pero esa pandilla quería más territorio y por eso estaban haciendo incursiones periódicas al caserío El Flor, del cantón Agua Escondida, en el cual dominan varias clicas de la Mara Salvatrucha, las cuales están bien armadas y organizadas.

Esas mismas clicas son las que a finales del 2011 y principios de 2012, antes de que las pandillas pactaran la tregua, asesinaron a varios militares, en diversas fechas, en ese municipio y en el de Colón.


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Entre los 11 hombres masacrados el 3 de marzo,  Miguel Ángel Hernández Hernández era el único lugareño y, según comentan otros parientes, ya había notado que cada cierto tiempo una columna de no menos de 12 hombres bien armados solía cruzarse por la zona del caserío El Flor y el sector conocido como La Limonera, sin que ocasionaran problemas a los pobladores de ese lugar que no tenían relación con la Mara Salvatrucha (MS-13).

Pero unas semanas antes, el 15 de febrero, algo extraordinario ocurrió… Y se supo también en los caseríos y cantones  de San Juan Opico.
Ese día, un grupo  de pandilleros de la 18 Revolucionarios cercó a una docena de hombres que trabajaban cortando caña en un cañal de la hacienda San Lorenzo.

A los trabajadores les ordenaron que se pusieran de rodillas y con las manos sobre el cuello.

Sin embargo, la policía fue informada rápidamente del caso y la reacción hizo que los pandilleros huyeran sin hacer daño a los campesinos.
El caso quedó solo en la operación de rescate y no se investigó más, por lo que no se sabe si estos jornaleros habrían corrido igual suerte que los obreros asesinados el 3 de marzo.


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Ese mismo 15 de febrero, en la colonia Santa Emilia, de Quezaltepeque, fue asesinado Luis H. G., de 17 años, a quien la Fiscalía señaló como miembro de la pandilla 18 Revolucionarios.  

El campesino alertó a los obreros

Fue Miguel Ángel quien antes  de la tragedia había advertido a la cuadrilla de trabajadores que desde la última semana de febrero había llegado al caserío a cavar hoyos para colocar postes de cemento.

“Ustedes no se les queden viendo a la cara (a los pandilleros); mejor agachen la cabeza y no habrá problemas”, habría dicho Miguel Ángel a uno de los obreros, un par de días antes de que fueran asesinados. Eso es lo que cuenta la hermana de una de las víctimas que vivía en una colonia de Jayaque, también en La Libertad.


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El campesino de Opico aunque ya había visto aquella columna de hombres desconocidos, no sabía que pertenecían a la pandilla 18 Revolucionarios. Al parecer, lo que Miguel Ángel hacía al notar la presencia de la columna de pandilleros, era hacerse el desentendido, como si no los hubiese visto.

Eso le había funcionado y por eso quizá recomendó eso mismo a aquellos hombres foráneos que, como él, sólo llegaban al sector de La Limonera a ganarse la vida.

De acuerdo con hechos anteriores, las clicas del poniente de Quezaltepeque y de San Matías estaban queriendo ensanchar su territorio.

La organización de las clicas

En el sector de Quezaltepeque y San Matías, según la investigación de la Fiscalía sobre el caso conocido ya como la Masacre de Opico, hay por lo menos cinco clicas (grupos pequeños) de la Pandilla 18 Revolucionarios implicadas.

En el cantón Primavera, colonia Las Brisas, cantón Santa Elena, comunidades San Rafael 1 y 2, comunidad La Isla y una más en el sector de la Hacienda San Lorenzo están bajo el control de este grupo.

Los dos máximos cabecillas de esa zona, en libertad, son José Luis P. E., alias “Enano”, “Grincho” o “Rambito”, y José Alfredo V. L., alias “El Coche”.

Éste último murió en un enfrentamiento con policías en la  colonia San José, en el kilómetro 4 de la carretera hacia  los Planes de Renderos. Fue a él a quien encontraron el teléfono que contenía el vídeo de la masacre.

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En ese hecho también murieron el Chino Dormido y   otro pandillero que, según la policía, participó directamente en el asesinato de dos soldados que custodiaban la estación del Sitramss por la Terminal de Oriente, el 21 de junio de 2015.

De acuerdo con la investigación judicial, arriba de El Coche y de El Enano sólo estaban un cabecilla más que está preso en un centro penal.
El Enano es prófugo de la justicia. Él y otro pandillero apodado El Fiera falta por capturar.