UN REGALO A LOS LECTORES PARA EL D??A DE SAN VALENT??N

“Intentaré contarles quien y qué era François Rabelais…Su esfera es la risa…pero su risa se vuelve terrible. Es tan eterna como el mundo”. Comentario sobre Rabelais por Gustave Flaubert 

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 Gargantua, Gargamelle y Pantagruel en ilustración  por Gustave Doré.

/ Foto Por Internet

Por Katherine Miller

2016-02-06 5:42:00

Les pido disculpas por el atrevimiento de escribir sobre el maravilloso escritor francés François Rabelais (1494-1553) y presentarlo como una carta de amistad y amor a los lectores para el Día de San Valentín, que deberá ser una felicidad completa.  

Presento, entonces, como regalo a los lectores una persona que escribió un Valentín enorme e inesperado a la humanidad:  François Rabelais.

Rabelais, en su gran obra Gargantua y Pantagruel (publicada en cinco tomos en el año 1571), nos presenta una media sonrisa junto con un análisis profundo y burlista de su época—la época de los humanistas Nicolò Machiavelli, Desiderius Erasmo de Rotterdam, Martín Lutero y Juan Calvino y las tremendas guerras de religión; la sangre doctrinal junto con las enormes ideas de lo que denominamos el Renacimiento o la Modernidad Temprana. Es decir, el siglo XVI en Europa, nuestra herencia, en parte, aquí por estos lados.  

Les deseo un gozo para el día de amor y amistad en la forma de las ideas y cambios del Renacimiento–que eran enormes.  Es por eso que Rabelais describe la nueva sabiduría, el enorme auge en las nuevas ideas, en forma de enormes personas: pone todas estas novedades, literalmente, en las bocas de gigantes.  

El accionar fantástico y surreal de su obra principal, Gargantua y Pantagruel, comienza en el “carnaval” (literalmente del Latín, carne vale: “Adiós a la carne!”, período en que se despide de la alegría en preparación para Cuaresma).  Tal vez conocemos este período como “mardi gras” (literalmente “martes de graso” en que uno come y celebra todo como último día antes del ascetismo de Cuaresma). Pero también tiene un tinte inglés en el período que se denomina Shrovetide (que significa, en Inglés que uno deberá ir a confesión:  la palabra “shrive”, de que se derive “Shrovetide” o tiempo de “shriving”–que significa confesar y hacer penitencia en el martes antes de que comienza Cuaresma).

Este regalo que les ofrezco, la obra Gargantua y Pantagruel de Rabelais, está disponible en Internet y es de dominio público. Y si el lector o lectora desea bañarse en la alegría con que comienza esta obra tremenda, bien puede escuchar la música con que comienza la gran muralla de sonido musical alegre del ballet burlesco “Petrouchka”, el primer movimiento del cual se llama “Shrovetide Fair” (Feria de Mardi Gras), escrito por el compositor Ruso durante sus tiempos en París, Igor Stravinsky. Está también disponible en Internet. Así, con la lectura y la música, se puede entrar a entretenerse en el mundo  y el espíritu de Rabelais. 

La obra comienza, entonces, en el período de carnaval en la Francia del siglo XVI en los albores de las terribles guerras de religión en la Francia Católica, que sufre la incursión de los Huguenots (Protestantes que siguieron las ideas Calvinistas y rigurosamente Protestantes de Juan Calvino de Ginebra, quien publicó su libro de teología Protestante, las Instituciones de la Religión Cristiana en 1541).  ¿Tal vez se acuerda de la masacre del Día de San Bartolomé el día 25 de agosto del año 1572 en París?  Bueno, Rabelais publica su obra Gargantua y Pantagruel precisamente en 1571.

De todos modos, los gigantes en la obra de Rabelais están celebrando carnaval, bailando, tomando y comiendo.   Gargantua es el padre y su esposa embarazada es Gargamelle (ambos gigantes).  Ellos comen demasiadas tripas cocidas durante su celebración y, como resultado, las aperturas de mujer de Gargamelle se bloquean y, al intentar dar luz a su hijo, Pantagruel, el niño gigante no puede nacer de la manera normal.  Bloqueado lo de abajo, Pantagruel, para nacer, sube  internamente por el cuerpo de su madre y nace por su oído izquierdo (que significa que es la palabra escuchada al leer: la novela misma de Rabelais). Muere Gargamelle cuando nace Pantagruel y su padre, Gargantua, no sabe si debe regocijarse por el nacimiento de su hijo o entrar en luto por la muerte de su esposa.  

Como nació del oído de su madre, Pantagruel, junto con su padre, Gargantua, comienzan a leer y escuchar todo los nuevos textos humanistas en griego y latín, nuevamente disponibles en el Renacimiento francés, y que de hecho producen la literatura, arte y arquitectura del Renacimiento de toda Europa.
Padre e hijo toman todo el vino posible para lograr llegar a la verdad.  La consigna es hic bebitur (aquí se bebe: es decir ingerir y emborracharse de conocimientos con alegría). Note que Pantagruel también toma la leche de 4,600 vacas cada día, como es un niño gigante. Y le cuesta todo el agua a la provincia para bautizarlo. Se entiende que, con el humanismo, de repente, todo es más grande que la vida misma cuando tienen acceso a los nuevos “recién-nacidos” conocimientos del Renacimiento.

Comienza la amistad de Pantagruel con otro gigante llamado Panurge. Juntos los dos jóvenes gigantes salen victoriosos en una batalla contra un tal Picrochole, quien invade la provincia porque la gente se niega a venderle todos los pasteles que él quiere.  Pantagruel y Panurge, en la batalla, queman todo el ejército invasor y ahogan a todos los sobrevivientes con orines.  

Es tiempo de informar al lector que toda esta preocupación con el cuerpo gigante es producto del hecho de que Rabelais era un médico, adicional a ser un buen Católico y miembro de dos órdenes mendicantes: los Franciscanos primeros, y después con permiso del Papa entró a la Orden de los Benedictinos.

Como las ideas clásicas de la “nueva sabiduría” del griego y latín del Renacimiento son enormes, y marginalizan la vieja sabiduría del escolasticismo de los tiempos medievales, su madre Gargamelle, quien representa los tiempos pasados, tiene que morir y Pantagruel tiene que encontrar en su padre y amigo “espiritual” la nueva sabiduría.  Todo eso Rabelais nos presenta en una prosa extravagante, vulgar, obscena y alegre.  

De hecho, Pantagruel llega a ser tan erudito como su padre.  Pero, viene el tiempo cuando tiene que decidir si debe casarse (y entrar el mundo laico) o escoger el celibato como los estudiantes de la Sorbonne de la Universidad de París, donde están los más eruditos pensadores–antes de que llegara la nueva sabiduría del humanismo. Los estudiantes de la antigua y medieval Sorbonne, llegando al siglo XVI, están por obligación en órdenes menores, tonsurados y no pudieron casarse si no que se dedicaron a la sabiduría escolástica (desfasada) de la Universidad de París.

Surge, entonces, un debate sobre el celibato versus el matrimonio, y Pantagruel y su amigo “espiritual” Panurge van de viaje en busca de la “Divina Botella”, para consultarla sobre el debate de si debe casarse o no. En su viaje por barco pasan por nubes grandes de palabras congeladas, y solamente pueden ser liberados con tomar las enormes cantidades de vino en la “Divina Botella” hasta conseguir la respuesta a la adivinanza de si deberá casarse (y así escoger la nueva  sabiduría del humanismo griego y latín que ahora están disponibles a los seglares y laicos) o adherirse al celibato (es decir, quedar dentro de la Iglesia con la Sorbonne de la Universidad de París y la antigua sabiduría de la teología, reina de las ciencias).  

La respuesta es un enigma encapsulado en una sola palabra:  “Trinc”—que puede interpretarse como “drink” (beber la sabiduría en el espíritu laico de la nueva sabiduría ya disponible en Europa), o “think” (pensar por sí mismo en términos escolásticos y así resolver su dilema).  

Como tal vez el lector o lectora habrá  adivinado, la clave se encuentra en las palabras congeladas: las palabras, la sabiduría, la lectura, los conocimientos tienen que ser descongeladas para ingerirlos en cualquiera de estas maneras:  beber y vivir una vida laica, y pensar y abrazar la nueva sabiduría del Renacimiento por medio del pensamiento (think = pensar).  

Ahora, ambas metodologías requieren el consumo de nuevas sabidurías en forma  de palabras congeladas y enfrascadas en la “Divina Botella”. No vaya olvidar que Rabelais era médico, enfocado en las funciones del cuerpo (en este caso, con los cuerpos de los gigantes representa la  enorme sabiduría ahora disponible). Para ilustrar los juegos de palabras a que Rabelais inclina, se da un episodio en que un sabio acostado en una cama, agonizando, listo a morir, es atendido por un personaje que (irónica y sarcásticamente) representa a Rabelais mismo como médico-cum-sacerdote.  

El costumbre era de esperar el último respiro de la persona cuando muriera, en el que el alma como respiro saliera del cuerpo, usualmente en forma de una paloma parecida al Santo Espíritu.  Pero en la obra de Rabelais, el alma en el momento de la muerte del paciente sale no por la boca del difunto, como prueba de la muerte final.  Rabelais, en su afán de celebrar el cuerpo, hace que el alma salga por las nalgas en un respiro paralelo al nacimiento de Pantagruel por el oído de su madre.

Como nos dice el novelista por excelencia, el gran Gustave Flaubert, en el siglo XIX, exquisito maestro del “mot juste”–la palabra exacta y perfecta—declara que Rabelais “es terrible y monstruoso en su alegría”. El mundo es muy serio y también una farsa.

En el espíritu de Erasmo y Cervantes, Rabelais nos presenta la educación de la Abadía de Thélème, donde no hay relojes y en el que los alumnos pueden celebrar el “re-nacimiento” de ideas y literatura, despertarse y levantarse cada mañana cuando quieren, escoger novios y novias por su propia voluntad cuando quieran, y así hacer burla del escolasticismo de la Sorbonne en un monasterio en que los libros leídos hacen que los estudiantes creen sociedades independientes y sanas.  Al fin de tanto, dice Rabelais, citando a Aristóteles, “Reírse es propio al hombre”.

Al fin de tanto ¿Cuál es el regalo del Día de San Valentín?  Usted ya lo adivinó.  La consigna de la Abadía de Thélème es  “HAZ LO QUE QUIERAS”.
FIN