“Pensé que iban a dispararles a ellos y a mí”

Relato de una víctima de asalto que, por fortuna y su fe, ha podido contar la historia. En este lugar de San Salvador son recurrentes los asaltos y parece que la Policía no ha logrado frenarlos.

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Julio 11 de 2011 / Foto Por Franklin Zelaya

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2015-12-01 1:58:00

A diario, los salvadoreños se enfrentan a altos índices de delincuencia que se registran en autobuses, semáforos o en el tráfico.

Este es el relato de una periodista que fue asaltada el lunes pasado, y así narra su vivencia:

“Eran casi las 6:30 p.m. Me asaltaron antes de llegar a las fuentes Beethoven. Justo unos metros antes de la entrada de la comunidad que está a la izquierda, subiendo por esa calle.

Había un tráfico espectacular. Estábamos detenidos. Eran tres muchachos. Jóvenes. No más de 24 años. Usaban gorras. Iban a asaltar a los del carro de la par.

Un señor y supongo que su hija, quien iba usando el teléfono inteligente. Yo venía en el carril de en medio. Acababa de colgar, y los vi, y mi mirada se encontró con uno de ellos. Otro se levantó la camisa y sacó el revólver.

Empecé a rezar. Dejé caer el teléfono. Él se acercó a mi ventana; los otros dos se fueron al carro que estaba a mi izquierda. Él me pidió el celular. Bajé la ventana y se lo di. Me pidió la cartera. Le di la monedera. Estaba muy asustada y solo veía que la muchacha que estaba en el otro carro se tiraba para el lado de la ventana y eso los alteraba más.

Él me dijo algo. No sé si me insultó o qué. No lo recuerdo. Solo recuerdo que me pidió la cartera. Entonces agarré la cartera y se la di. Él no se quitaba de mi lado; mientras a la par no sé qué era lo que la muchacha no quería darles. Se alteraron más. Pensé que iban a dispararles a ellos y a mí. Empecé a rezar. Él se alejó de mi carro y fue al otro para insultarlos. Todo era un eco. No recuerdo qué les decía.

Yo solo veía de reojo y seguía rezando. Rezaba porque no nos fueran a disparar, pedía que ella entregará todo para que no dispararan. Y temblaba. Ella nunca se levantó de la postura que tenía. Finalmente, ellos se fueron caminando y nos seguían con una mirada retadora.

He transitado por esa misma calle, a distintas horas, durante dos años y seis meses y nunca me había pasado nada. Casi no he dormido de la impresión, Vine asustada. Lloré en el hombro de mi vecina.

Si no fuera por ella y su esposo estaría peor. La he pasado muy mal. Solo he dormido una hora y media. El miedo no me deja en paz. Lo peor es que esto sucede a diario.

Muchas personas me han escrito para contarme cómo las asaltaron ahí. Las secuelas de esto. Estar asustado porque quienes te asaltaron te robaron tu privacidad y seguridad. Porque en esas pertenencias aparece quién eres, dónde vives. Yo que soy tan confiada, pese a que me han asaltado cuatro veces, claro eso pasó cuando era estudiante. Hace años de eso.

Es increíble cómo uno mira que la vida le pasa por los ojos ante la mirada de unos jóvenes. Una mirada tan retadora. Tan violenta. 

Encima de todo, voy a la delegación de la Flor Blanca para poner la denuncia, y no me la tomaron porque no llevaba DUI ni fotocopia de mi tarjeta de circulación del carro. La agente policial me trató como si yo fuera delincuente, como si yo estuviera mintiendo por el seguro del teléfono.

Encima de todo lo hacen sentir a una delincuente. No quiso entender que me robaron todo.”

(Por seguridad, se ha omitido el nombre de la víctima)