Una cocina afuera del centro escolar

Cada centro escolar del país enfrenta una serie de retos para poder desarrollar el programa del refrigerio escolar. El anhelo de los docentes que sí se han apropiado del programa es poder recibir más apoyo de las autoridades para mejorarlo.

descripción de la imagen

Debido a que la cocina está fuera del centro escolar, los alumnos mayores ayudan a cargar las ollas con alimentos para la hora del refrigerio. 

/ Foto Por EDH

Por Xenia González Oliva

2015-10-13 7:00:00

Una pequeña choza hecha de láminas y un portón de malla es la cocina del Complejo Educativo Guaymango, en Ahuachapán.

El centro que alberga a 1,076 estudiantes desde parvularia a bachillerato, en los dos turnos, ya no tenía el espacio suficiente para la instalación de una cocina y una bodega.

El director del centro, Noel López, dijo que lograron que un vecino les alquilara una bodega para los sacos con arroz, frijoles, azúcar, bebida fortificada, así como leche y aceite que les envía el Ministerio de Educación.

Luego intentaron cocinar en varios lugares del centro. Empezaron cocinando con gas, pero pronto se hizo imposible debido a que se acababan varios tambos en una semana y el centro ni siquiera tiene subsidio de gas.

Se pasaron a cocina de leña, pero el humo se metía a los salones. Así que nuevamente tuvieron que recurrir al vecino que les dio otro espacio para instalar la cocina.

Cada día tres mujeres que han sido contratadas por el centro como cocineras llegan desde temprano a retirar los ingredientes y preparar los alimentos de los alumnos.

Antes la alcaldía de Guaymango les ayudaba a pagar la labor de las cocineras, pero este año les retiró el apoyo, así que López decidió que la escuela les pagaría.

López sostuvo que los padres de familia del centro no tienen mucha disposición de llegar a cocinar por lo que no pueden prescindir de las cocineras.

Cuando los alimentos están listos, alumnos les llegan a ayudar a cargar las ollas al centro para repartir el refrigerio.