Ángela recuerda la última conversación que aquel 26 de agosto tuvo con su hijo, Melquis Isaac Argueta Argueta, de 19 años. Ella le pidió que no fuera a trabar hasta El Zapotal, un cantón distante varios kilómetros del pueblo de Joateca. Pero al joven le gustaba la buena apariencia, por eso aunque tal vez no tuviera mucha ropa, siempre andaba bien vestido.
Melquis le dijo a su madre que se iría a trabajar tres días a El Zapotal y que con lo que le pagaran, viajaría a San Francisco Gotera a comprarse un pantalón. Según Ángela, su hijo trabajaba como jornalero, haciendo trabajos de agricultura. Aquel miércoles, Melquis salió junto con dos de sus primos con quienes solía agarrar contratos pequeños de trabajos agrícolas en el municipio. Chapodaban, sembraba maíz, frijol, regaban veneno en los cultivos, en fin, trabajaban de lo que les salía.
Ángela está segura de que su hijo no andaba metido en nada; al contrario, le gustaba trabajar para comprarse su ropa, lo que como joven necesitaba, y ayudaba también en la economía familiar. Fuentes policiales aseguran que el joven ya había sido amenazado porque no había querido relacionarse con la clica de la MS-13 asentada en Joateca. El viernes 28 de agosto, Melquis y sus dos primos apenas habían comenzado la jornada cuando de entre el monte salieron varios hombres armados que se dirigieron a Melquis y le hicieron varios disparos.