Cuatro gobiernos siguen guión de supuesto golpe

El FMLN sigue la misma línea de gobiernos como Venezuela, Ecuador y Bolivia para acusar a la oposición política de desestabilizarlos

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2015-07-31 9:08:00

Los diferentes gobiernos de izquierda de Latinoamérica han sostenido en los últimos meses la tesis de que las diversas expresiones de oposición política está fraguando golpes de Estado “no violentos”, es decir, sin la intervención de la Fuerza Armada y las instituciones encargadas del orden público para debilitarlos e intentar recuperar el poder.

Pero esta modalidad, calificada por el oficialismo de Venezuela, Nicaragua, Ecuador, Bolivia como “Golpe Suave”, también se está imitando por el gobierno del presidente Salvador Sánchez Cerén para justificar su defensa contra los señalamientos de la oposición de que el país no tiene una política de seguridad para contrarrestar el auge de las pandillas, y que hace falta una instancia para investigar la corrupción de gestiones gubernamentales anteriores, entre otras temas de interés.

La estrategia se ha repetido en países miembros de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) donde diversos presidentes de izquierda han hecho acusaciones de intentos de desestabilización desde grupos calificados “de poder económico y político de derecha”, algo que coincide con el planteamiento hecho por Sánchez Cerén y el secretario general del FMLN, Medardo González.

El último ejemplo al respecto es el del presidente de Ecuador, Rafael Correa, quien en las últimas semanas, utilizando hasta medios públicos, ha hecho múltiples acusaciones sobre sus detractores de que ejecutan un plan que él consideró como “sistemático e intervencionista”.

“Hay un reagrupamiento de la derecha nacional e internacional, así como de la extrema izquierda, con la complicidad de ciertos medios de comunicación para preparar un golpe suave al estilo del que está sufriendo Venezuela. Eso no lo vamos a permitir, va en contra del gobierno electo por el pueblo”, dijo Correa.

Mientras tanto en Venezuela, el gobierno del presidente Nicolás Maduro ha insistido desde febrero del año pasado que, luego de la muerte del ex gobernante Hugo Chávez, que “quieren terminar con la revolución bolivariana” y que la oposición busca manipular a todos los sectores y ponerlos en su contra.

“Nosotros hoy por hoy hemos ido apagando la insurrección golpista de la extrema derecha, pero las llamitas están por ahí. Desde el exterior las avivan, es un golpe de Estado de baja intensidad que no permitiremos”, dijo Maduro en su último programa presidencial.

En el caso salvadoreño, González y Sánchez Cerén han insisto que ARENAestá detrás de un plan de desestabilización y que está detrás de un “golpe suave” siguiendo esquemas que se replican en países  de gobiernos donde la izquierda está en el poder.

“Insisto, esto es parte de un plan de desestabilización, de señores que quieren poner de rodillas al gobierno, al pueblo salvadoreño; pero no permitiremos que lo logren, estamos más unidos que nunca”, dijo Sánchez Cerén en su última intervención pública antes de su viaje a Cuba el pasado miércoles.

Sobre esto el presidente del COENA, Jorge Velado, ya presentó una denuncia formal en la Fiscalía General de la República y ha pedido a los dirigentes efemelenistas, y al mismo presidente Sánchez Cerén, que presente las respectivas pruebas.

“Somos un partido de vocación democrática y jamás vamos a participar en acciones de esta naturaleza. Por ello exigimos que el gobierno y el FMLN respondan ante estas acusaciones temerarias sobre nuestro partido”, declaró Velado.

La idea de los golpes de Estado suaves surge, según el oficialismo, en el debilitamiento gubernamental hasta la fractura institucional, y que existen hasta 198 métodos para derrocar gobiernos que han sido electos “por medios democráticos”.

También aseguran que hay “complicidad” de algunos medios de comunicación, ciertos gobiernos locales, la derecha nacional e internacional  y hasta organismos internacionales que favorecen la idea del derrocamiento de gobiernos.

“Buscan crear conmoción social para alentar la caída o derrota de la revolución ciudadana. Incluso convocan a marchas con la supuesta idea de que son movimientos ciudadanos, pero en realidad se trata de desestabilización”, ha dicho Medardo González.

Lo que queda claro es que  gobiernos como el venezolano y sus aliados insisten en denunciar supuestos golpes, pero no dudan en lanzar amenazas contra la democracia.

Nicolás Maduro, de Venezuela, es enfático en decir que si la oposición llegara al poder a través de elecciones, ese día se iniciará una nueva revolución en su contra y un caos social como el del “Caracazo”, porque “no vamos a permitir que la ultraderecha le haga daño al país”.

Maduro dijo ayer que la oposición cree que puede ganar las elecciones legislativas del 6 de diciembre, pero aseguró, en marcado tono triunfalista, que “no ha nacido quien nos gane las elecciones” en Venezuela.

Luego de conocer que el gobernador de Mirada y líder opositor, Henrique Capriles,  viajaría a la reunión de la Organización de Estados Americanos (OEA), el gobernante sostuvo que ese organismo “no sirve para nada”.

“Piensan desde Washington y en Venezuela que con la guerra económica y el golpe criminal implosionará la revolución bolivariana… el siguiente paso es pedir la intervención extranjera gringa, de la OEA”, argumentó.