Dos payasos esconden a dos enfermeros

Tito y Roquito trabajan en el Hospital Zacamil desde hace más de una década y en su calidad de enfermeros tratan de brindar comodidad a los pacientes ingresados

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Dos enfermeros del hospital Zacamil buscan brindar comodidad y diversión a sus pacientes. Omar de León y Carlos Martínez, también conocidos como Tito y Roquito, respectivamente, se dedican a sanar a los pacientes con sus buenos cuidados y la mejor medicina: la risa

/ Foto Por Eduardo Alvarenga

Por Susana Joma

2015-08-04 6:30:00

Si los enfermeros están para ayudar a sanar el cuerpo, entonces los payasos podrían estar para sanar el alma. ¿Y si los unimos? Entonces el resultado es Omar Geovany de León Erazo, el payaso Tito, y Carlos Oswaldo Martínez Henríquez, el payaso Roquito.

Y quienes los ven recorrer los pasillos del Hospital Nacional Zacamil, con sus uniformes, con mucha diligencia para atender a los pacientes ni se imaginan que ellos son dos auténticos payasitos que tienen dentro de su corazón mucha alegría para regalar.

Omar  trabaja en el área de partos de ese nosocomio. 

Él estudió bachillerato automotriz y al graduarse se dedicó al oficio de la carpintería, pero por los devenir de la vida en 1990 conoció a la dueña del Instituto Florencia Nightingale quien lo motivó a seguir trabajando y estudiar esa carrera, explicó.

“La carrera me encanta mucho, pues es de ayudar a las personas que necesitan más, sobre todo en el área de la salud  que es muy delicada y todos están deseando un trato de calidad y calidez”, explicó De León Erazo.

En el área de partos se encarga de recibir a pacientes, darles instrucción o inducción de ingreso, sacarles exámenes de sangre, dar cuidados higiénicos a las madres, monitorear signos vitales y a la hora de los partos entrar a ayudar al pediatra en la limpieza y atención inmediata, entre otro sin número de actividades.

 En su papel de enfermero le ha tocado ayudar a una que otra madre a dar a luz incluso antes de que sea ingresada. Pero también ha vivido momentos tristes: aquellos casos  cuando alguna señora abandona a su hijo recién nacido en el centro asistencial o ha tratado de abortar.

De León dice que tiene como catorce años en su faceta de payaso, un mundo en el que tampoco se imaginó que iba a incursionar. 

Una vez en la iglesia en la que se congrega necesitaban un payaso para amenizar una celebración infantil; esa fue la ocasión en la cual le tocó caracterizarse por primera vez.

Todavía recuerda que hizo una peluca de lana y como no sabía que maquillaje se utilizaba optó por aplicarse pasta blanca que le quemó un poco la cara. 

“Pero ahora hemos avanzado mucho en las técnicas de maquillaje, en las técnicas de hablar. Es una profesión más”, explica este enfermero, desde su faceta de payaso.

El payaso Tito toca varios instrumentos musicales y hace pintura de caritas. y lo que más le gusta es ser gracioso, “como si nos dieran una licencia para hacer locuras sanas. Todo lo hacemos en son de que la gente se ría y ver felices a los niños”.

¡Que siga la risa, viene Roquito!

Carlos Oswaldo Martínez Henríquez se desempeña en el área de medicina interna.
 Allí se encarga de suministrar los medicamentos vía oral o parenteral a los pacientes, bañarlos, darles de comer, mantenerlos con un respaldo que favorezca su respiración. Pero también se encarga de avisar a los familiares cuando un enfermo fallece.

Martínez Henríquez estudió bachillerato en Salud en el Instituto Nacional Miguel de Unamumo, de Ilopango y fue allí cuando decidió inclinarse por cursar la carrera de enfermería.

Él también trabajó para costearse sus estudios, fue así como por varios años formó parte de la planta de El Diario de Hoy, en el área operativa.
A el le gusta su profesión y cuidar a sus pacientes. 

Todavía tiene en su memoria el recuerdo de un paciente adulto que un día le dijo que nunca fuera a olvidar que ellos eran como ángeles para los enfermos y minutos después el enfermo murió, cuando leía un periódico.

“Esta profesión es digna porque hace sentirse bastante útiles para la sociedad, especialmente en estos tiempos que viene de todo a este hospital”, aseveró el enfermero Martínez Henríquez.

El entró al mundo de la comicidad cuando estaba en bachillerato. 

Un compañero que se hacía llamar Chocorrico fue quien le enseñó la técnica. Así se convirtió en lo que es hoy el Payaso Roquito, apelativo inspirado en el poeta Roque Dalton.

El payaso Roquito explica que antes le costaba trabajar más con público adulto, pero ahora ha adquirido nuevas técnicas que le han permitido mejorar su actuación ante ese segmento. 

Sin embargo, prefiere actuar en fiestas infantiles porque los pequeños son curiosos y tienen una risa franca.

“Roquito trata la manera de que en cada evento haya algo que lleve enseñanza”, explica el cómico.

El payaso Roquito, al igual que su colega Tito, tratan de mejorar constantemente y con ese fin es que también suelen asistir a las distintas convenciones de payasos que se realizan en el país. 

Sin embargo, su papel de enfermeros siempre va con ellos. 
Muestra de ello es que en una fiesta a Roquito le tocó atender a la madre de un festejado que en medio del trajín de la organización se desfalleció.“Vaya le dije ponga los pies elevados y así lo hizo, luego se sintió bien. Sólo se me quedó viendo y le dije:que Siga la fiesta”, contó.

Ambos personajes también suelen atender los festejos del día del niño que se hacen en el Hospital Nacional Zacamil, y en el caso de Roquito también en el Hospital Nacional Benjamín Bloom.

El payaso Tito puede ser contactado al teléfono 7985 0119 para hacer presentaciones, mientras que su compañerito Roquito al teléfono 7584 7867.