El trasplante de riñón, la esperanza de los pacientes del hospital Bloom

Una de las madres de familia habla sobre la angustia que viven a la espera del procedimiento

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Hay 20 niños en hemodiálisis, uno de los tratamientos que sustituye parte de las funciones del riñón.

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2015-07-04 7:00:00

Los trámites para que Eduardo, un niño de siete años, pueda ser sometido a un trasplante de riñón en el hospital Bloom están detenidos desde hace un año aproximadamente.

Desde que el infante inició la terapia sustitutiva, su madre, Hazel Sandoval, se interesó en donarle el órgano.

Ella comenzó con el proceso que comprende tomarse algunas pruebas de laboratorio, como el tipeo de sangre, el pielograma (radiografía de los riñones), los exámenes de química sanguínea y otros, pero no la ha evaluado el neumólogo ni el cardiólogo.

Eduardo tampoco ha sido evaluado en el Bloom para el trasplante.

Sandoval expresó: “Desde julio del año pasado no he vuelto a saber nada, me dijeron que me iban a avisar”.

Su hijo inició con la diálisis (terapia por medio de la cual le limpian los tóxicos del cuerpo) en enero de 2014.

“Yo creía que eso (del trasplante) iba a tardar meses, pero no. Yo llamaba casi que todas las semanas a la enfermera, ella me decía, no hija esto no funciona así, tranquilícese, yo le voy a avisar”, expresó Sandoval.

Desde entonces espera angustiadamente que en el Bloom se continúen con los trasplantes de riñón sin interrupción y su hijo pueda ser beneficiado con el procedimiento quirúrgico.

“Es preocupante porque mientras más tiempo pase un paciente en diálisis, dura menos el transplante, según sé. Está demás decir que es importante para mí que el trasplante de mi hijo se haga lo antes posible”, manifestó Sandoval.

Eduardo fue diagnosticado con insuficiencia renal terminal a inicios de 2014, sus riñones habían dejado de funcionar.

Los síntomas que indicaron que algo andaba mal en su salud fue una anemia prolongada, pese al suministro de hierro y alimentos que contenían el mineral no mejoraba; sus órganos ya no producían eritropoyetina, que estimula la producción de glóbulos rojo.

Desde entonces la familia de Eduardo vive en una angustia constante, porque frecuentemente presenta alguna complicación relacionado con la diálisis.

“Esto no se lo deseo a nadie, es la peor enfermedad que puede haber, es como el cáncer, así de grave. Es bien triste porque son niños y no tienen un plan establecido para eso”, añadió la madre de familia.

En el hospital Bloom los trasplantes de riñón se comenzaron hacer en 2000 con ayuda de médicos extranjeros, luego de capacitar al equipo médico salvadoreño, los procedimientos los dejaron en sus manos.

Pero las intervenciones de este tipo no se han desarrollado constantemente, los problemas para ofrecer el beneficio a los niños han sido frecuentes.

La falta de medicamentos, insumos, reactivos, coordinación entre el equipo de médicos, demanda de mejoras salariales y otros son parte de los obstáculos que enfrentan los pacientes renales en el centro infantil.

El miércoles 24 de junio, a Erick, un adolescente, se le hizo realidad su sueño, recibir un nuevo riñón, desde hace dos años no hacían una cirugía de este tipo en el Bloom.

Pero la incertidumbre continúa, no hay nada claro sobre la continuidad de las cirugías.

Las autoridades del Bloom, mediante la Oficina de Información y Respuesta (OIR), se limitan a plantear que han tomado medidas para reanudar los trasplantes, pero no establecen ningún plan.

Entre ellos se encuentra la compra de medicamentos para evitar que los pacientes rechacen el órgano trasplantado y la gestión para asignar tiempo a los médicos que participan en la cirugía.

Sandoval dice que lo único que puede tener en su cabeza es el trasplante de riñón de su hijo.

“En este tiempo que mi hijo espera, cualquier cosa le puede pasar, cualquier complicación, cualquier infección, que es la razón principal por la que pasamos ingresados, a veces casi un mes. La peritonitis que le da a mi hijo es sumamente dolorosa”, acotó Sandoval.