Las desapariciones van en aumento

Miles de jóvenes que un día salieron de sus casas, nunca regresaron

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El número de personas desaparecidas va en aumento, aseguran autoridades.

/ Foto Por Lissette Lemus

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2015-07-18 2:42:00

La violencia en El Salvador no solo se expresa con homicidios sino también con personas desaparecidas que, en el 90 por ciento de los casos, están sepultadas en tumbas o cementerios clandestinos a lo largo del país.

En 2010, la Policía Nacional Civil registró 310 denuncias sobre personas extraviadas y al año siguiente, las estadísticas comenzaron a reflejar un notorio incremento de esos hechos, con 1,248 casos.

Es lo que opina el criminólogo y académico Carlos Carcach, quien sostiene que ese incremento de personas desaparecidas año con año terminará engrosando las cifras de asesinatos. 

“Si (las personas) no se han encontrado después de estos años, básicamente (la consecuencia) es aumentar el número de homicidios”, afirma.
En marzo de 2012, durante la administración del expresidente Mauricio Funes, las pandillas acordaron una tregua que involucró a algunos funcionarios de alto rango, que se tradujo en una reducción de los homicidios.

A cambio, los cabecillas de pandillas recibieron una serie de beneficios, como permanecer recluidos en penales de menor seguridad y con diversas comodidades, entre ellas acceso a teléfonos celulares de alta gama, televisores plasma, computadoras tipo laptop y facilidades para realizar fiestas amenizadas por grupos musicales nacionales e internacionales dentro de las penitenciarías.

Hubo una tensa calma, a pesar de que el promedio diario de homicidios disminuyó de 14 a tan solo 5 o 6 por día.

Sin embargo, a medida que transcurrió el tiempo se conoció la macabra realidad: la disminución de asesinatos era la consecuencia directa de la sofisticación de la forma de cometerlos por parte de los pandilleros, expone el criminólogo y analista Carlos Ponce.

“Las pandillas, en los últimos años, (se) han sofisticado y evolucionado en su forma de actuar, especialmente en el delito de homicidios”, subrayó Ponce, quien insistió en que estos grupos criminales están escondiendo los cuerpos de sus víctimas. 

Este punto de vista es compartido por el antropólogo de Medicina Legal, Oscar Quijano, pues según él las pandillas “lo hicieron en el pasado para decir que los asesinatos habían disminuido”.

El fenómeno quedó al descubierto después de marzo de 2012, cuando los cuerpos de las personas asesinadas no quedaban en las calles ni predios baldíos, sino sepultados en sitios de difícil acceso y eran encontrados luego de meses e incluso años.

Desde entonces, las estadísticas de desaparecidos se incrementaron en más de 400 casos anuales y la tendencia se ha mantenido con un crecimiento similar o mayor en  2015.

Las pandillas sabían que si mantenían la racha de asesinatos, perderían los privilegios en las cárceles. Además, se negaban a ceder el dominio territorial a grupos rivales.

Ponce explica que las pandillas sabían perfectamente que dejar a la vista los cadáveres generaba de inmediato una investigación que terminaba con sus capturas.

De ahí que los forenses de Medicina Legal han sido testigos del hallazgo de los cuerpos mucho tiempo después de que la persona fue asesinada, tras ser localizados en barrancos, pozos y predios baldíos, entre otros lugares.

Con esta estrategia, los delincuentes buscan dilatar el proceso de investigación y, además, “alterar los restos desde todo punto de vista y dificultar el hallazgo”, subrayó Quijano.

“Cuando desmembran un cuerpo, se proponen cavar menos, permanecer menos en el sitio de abandono, que sea de difícil acceso y que no se encuentre (tan fácilmente) y así dilatar el proceso”, añadió.

Para los expertos, no se puede esperar más que un incremento de las desapariciones, lo que demanda de las autoridades mayor investigación para dar con los implicados. 

A pesar de que las desapariciones en el país están ligadas a grupos ilícitos o pandillas, en los últimos meses el fenómeno ha comenzado a alcanzar a jóvenes ajenos a ellos.

Una de las maneras de evitarlo es la prevención. Quijano recomienda a los jóvenes no relacionarse con pandilleros u otros delincuentes y a los padres, asegurarse de que sus hijos no tengan malas compañías, conversar con ellos y orientarlos sobre las consecuencias. Asimismo, procurar que no haya desintegración familiar.

Y para el gobierno propone la creación de guarderías y centros de atención para adolescentes que son hijos de madres solteras, que durante el día deben salir a trabajar para ganarse el sustento y dejan a sus hijos solos en las casas. 

Es de esto de lo se aprovecha la pandilla para convencerlos, concluye Quijano.