En Colombia logramos hacer de la seguridad un tema desideologizado

El narcotráfico, el crimen organizado y los secuestros eran el pan de cada día en Colombia hasta que todo el país dejó de lado sus diferencias y trabajó en erradicar la violencia desde sus raíces

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En Colombia logramos hacer de la seguridad un tema desideologizado

Por Texto: Karen Molina Foto: René Estrada

2015-05-12 12:00:00

a década de los 80 es recordada por los colombianos como la época más oscura de su historia. El narcotráfico y el crimen organizado habían permeado en todas las instituciones del Estado y el país vivía en una ola de violencia que combinaba homicidios, secuestros y atentados terroristas que afectaron a todos sus ciudadanos por igual.

No había una persona que no fuese víctima directa de la violencia o que tuviera a un amigo o conocido en las mismas circunstancias. Pero Colombia encontró la solución.

En una breve visita a El Salvador para compartir la experiencia de su país con las autoridades de Seguridad locales, el Embajador de Colombia en Washington, Luis Carlos Villegas, explicó a El Diario de Hoy qué fue lo que hizo que el país redujera la violencia en tan solo 15 años y se convirtiera en la tercera economía de América Latina, con un crecimiento económico de casi el 8 %, una tasa de pobreza de apenas el 27 % y PIB por persona que pasó de $2,500 a $9,000 anuales.

“En la medida en que la inseguridad baja, el crecimiento económico se dispara. Llegamos a tener casi 8 % de crecimiento en 2007 porque la línea de inseguridad bajó”, reseñó.

La mayoría de las personas atribuyen este éxito al Plan Colombia, que se aprobó en 1999, bajo la presidencia de Andrés Pastrana y en el que Estados Unidos aportó buena cantidad de dinero para diversos programas.

Pero para Villegas, el éxito de la reconversión de Colombia fue la voluntad de los mismos ciudadanos de resolver un problema que ya había traspasado todos los límites.

“El narcotráfico lo tuvimos en el gobierno, en la justicia, en las regiones, en el sector privado, en los medios de comunicación. Sacarlo de ahí requirió todo un consenso y una voluntad colectiva que trasciende los gobiernos, que trasciende las elecciones, que trasciende los afanes ideológicos, que trasciende las difíciles coyunturas fiscales y que se vuelve una actividad de largo plazo”, dijo el abogado y político colombiano.

“En Colombia logramos hacer del tema de seguridad y lucha contra el crimen organizado un asunto desideologizado”, enfatizó.

Había polarización, pero en vez de elegir la confrontación, el país prefirió el consenso, pues el problema estaba afectando a todos por igual.

Y en eso también fue parte importante la institucionalidad del país.

“Uno no puede explicarse que Colombia no se haya disuelto sino por la existencia de instituciones numerosas y fuertes. Si no hubiera sido así, hoy no estuviéramos hablando de la Colombia”, dijo el diplomático, que fue invitado al país para exponer el caso colombiano en el Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana y Convivencia.

Además, dejaron de ver el narcotráfico y los secuestros como una película de grandes mafias e incluyeron en su radar de ataque delitos como la prostitución y el robo de celulares para atacar el problema de raíz.

“El robo de celular no es de un muchacho que vende el celular para desayunar. Es de ese señor que tiene una banda que maneja $5,000 millones en América Latina. Y el de la prostitución, no es solamente el problema de la niña que no tiene dónde desayunar. No. Ese negocio produce $10,000. Entonces hay que tratar esas pequeñas manifestaciones de crimen, no como un problema social sino como un problema criminal organizado y después usted le da tratamiento a las víctimas de ese crimen que son los principales actores.

Las autoridades también entendieron que tenían que prevenir el delito. “Nadie en Colombia olvida que en 1974 Pablo Escobar era el jefe de una banda de 20 personas que robaba espejos y plumillas de los carros y 20 años después, estaba en el Congreso y 30 años después tratando de manejar la Asamblea Constituyente y se volvió una amenaza para la existencia del Estado colombiano”, dijo Villegas.

“Es un comportamiento criminal que nosotros combatimos a destiempo. Si lo hubiéramos hecho más temprano, nos hubiéramos ahorrado muchos miles de muertos”, aseguró.

Todo eso requirió recursos económicos. La carga tributaria que en 1995 era de 14 % es ahora de 20 % del PIB vía aumento de impuestos.

Pero esos recursos no se dieron así por así. Villegas dijo que ese aumento tuvo principios básicos que tuvieron que respetarse para que ni los empresarios ni los ciudadanos pusieran trabas a su aprobación.

“A recursos nuevos, ojos nuevos; a recursos nuevos, eficiencias mayores; a recursos nuevos, mayor participación en el diseño de las políticas públicas. Esas tres cosas hacen que el sector privado participe mejor, de mejor ánimo, con menores dificultades políticas en los congresos.

“La gente entiende que ese esfuerzo que está haciendo con sus impuestos es para un fin general”.

Además, puesto que la empresa privada era uno de sus grandes aportadores de recursos, también les facilitaron el camino para que sus negocios crecieran y tuvieran más capacidad de pago.

“Cuando logramos el consenso sobre la política, la transparencia y la eficiencia y la participación, abrimos otras oportunidades para que el sector privado creciera aún más. El esfuerzo que hace el sector privado es una inversión que le retorna en tamaño de sus negocios”.

“Pero se necesita disposición de los gobiernos de ser auditados, de ser acompañados, de que los gobiernos, entiendan que no se la saben todas, que hay gente que tiene ideas. Y ahí se genera una confianza muy grande”, señaló el diplomático, quien también se reunió el miércoles con la Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP).