La otra casa de Romero

Algo se ha dicho ya sobre la casa donde vivió ??scar Arnulfo Romero en Ciudad Barrios: que no está en manos ni de la familia ni de la Fundación Monseñor Romero, sino de una asociación privada. Pero poco se ha hablado sobre la casa donde el obispo vivió una vez ordenado.

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La otra casa de Romero

Por Texto y fotos: Lilian Martínez

2015-05-02 7:00:00

EEsta vivienda, a escasos metros del Hospital Divina Providencia en San Salvador, es ahora la sede del Centro Histórico Óscar Arnulfo Romero, un punto de peregrinación al que cientos de salvadoreños y extranjeros han acudido para conocer cómo vivía el futuro beato.

Tras el portón de entrada hay un jardín con una gruta dedicada a la Virgen. Al frente una cochera sin puerta resguarda el Toyota Corolla que una vez condujo el obispo mártir. Según las voluntarias del centro, el vehículo fue adquirido por particulares tras el asesinato del futuro beato. Estos, tiempo después, lo vendieron a la Fundación Monseñor Romero. “En este país todo es hacer dinero”, lamenta la religiosa responsable del centro.

Lo primero que el visitante observa al entrar a la casa -además de otra religiosa en actitud meditativa- es una vitrina donde están resguardados varios implementos que Romero utilizó una vez ordenado obispo.

Llaman la atención dos báculos. Uno es dorado, parece ser bronce y quizá lo usó en las liturgias más solemnes. Otro es de madera. “Ese lo ocupaba cuando iba a visitar los cantones y las comunidades”, explica una voluntaria seglar. Bajo la cruz de este báculo, semillas de copinol muestran a los cuatro evangelistas dibujados al mejor estilo de la Palma, Chalatenango. Sí, el estilo de Fernando Llort. Una de esas semillas está quebrada y no se logra distinguir cuál era el evangelista representado en ella.

Entre tanto objeto, la vista se va a un cáliz y a un tomo de la Liturgia de las Horas donde se lee un salmo en latín. La reforma del Concilio Vaticano II aún no había llegado al libro que guiaba la oración matutina, vespertina y nocturna de Monseñor.

Si se vuelve la vista a la derecha es posible ver lo que fue la biblioteca de Romero. Ahí están encuadernadas sus homilías; pero también libros de teología, de liturgia, los documentos del Concilio Vaticano II y los de Puebla.

Los libros permiten imaginar que esta primera habitación, debió ser la sala donde se sentó a rezar, a leer o a escuchar la radio en sus descansos.

A un costado un pasillo permite hacerse una idea de un Romero mucho más humano. A la izquierda está “la cocina”, apenas un pequeño fregadero donde él mismo debió lavar los trastes que utilizaba y donde aún se mira una bandeja coronada por un pichel y vasos en los que bebieron sus visitas y él.

A la derecha hay una imagen de Rutilio Grande, su amigo y sacerdote; asesinado durante el conflicto y de quien ya se dice que será el segundo beato salvadoreño.

Ese pasillo lleva a un lugar privilegiado, para quien no dude sobre la santidad del obispo: la habitación donde quizá pasó noches de vigilia en oración y preocupado por sus ovejas.

A un lado de la cama, una sencilla mesa de noche y sobre esta una sencilla cruz. Junto a la pared contraria un escritorio sobre el que aún están “su máquina de escribir y su grabadora”, según explica la voluntaria laica.

Un ropero al que le quitaron las puertas de madera y le pusieron puertas de vidrio guarda bajo llave implementos tan personales como toallas, pañuelos, pantalones y camisas. En el pequeño baño, también protegidos por un cristal, están los implementos de limpieza que uso hasta su último día: una sencilla rasuradora y jabones.

De esa habitación se sale con la idea de que el obispo cumplió al pie de la letra el voto de pobreza que hizo cuando fue ordenado sacerdote.

La casa no se deja recorrer con prisa. Pero hay que apurar el paso, pues está abierto al público de 8:00 de la mañana a 12:00 del mediodía y de 2:00 a 4:00 de la tarde.

Una tercera habitación recibe al visitante con una exposición de objetos mucho más mundanos: licencias de conducir, tarjetas de NIT, pasaportes, medallas…

Ahí también cuelgan las fotografías del día en que lo asesinaron, de las horas en que velaron sus restos y de lo que ocurrió en su funeral…

Y es justo en esa habitación donde otro clóset con puertas de vidrio guarda bajo llave la ropa que llevaba puesta en su última eucaristía… cuando lo asesinaron. Camisa gris y pantalón negro; alba y túnica blancas; casulla morada… la que visten los sacerdotes en el tiempo de Cuaresma.

Antes de la beatificación, esa camisa gris será sacada del clóset y entregada al Arzobispado: pues será la reliquia de Romero presente en la ceremonia de beatificación.