Los políticos pisotean el lenguaje

El uso de "todos y todas", "alumnos y alumnas" atenta contra la economía y estética del idioma

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Los políticos pisotean el lenguaje

Por Lilian Martínez

2015-04-01 7:00:00

“Compañeros y compañeras”, “trabajadores y trabajadoras”, “alumnos y alumnas”, “todas y todos”, “miembros y miembras”.

¿Les chirrían los oídos? Desde hace más o menos cinco años es común que los funcionarios públicos, algunas ONG e incluso periodistas atenten no sólo contra la economía del lenguaje, sino también contra las normas gramaticales y ortográficas establecidas por la Real Academia Española.

Así lo señaló en 2012 la RAE a través del informe “Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer”, escrito por el académico Ignacio Bosque y suscrito por académicos correspondientes de las academias de la Lengua de Nicaragua, El Salvador, Argentina, Filipinas, Francia y Japón.

Expresiones como las arriba citadas y el uso del signo de arroba (@) en grafías como “maestr@s” lo evidencian.

Los académicos saben que a usted la ortografía no le preocupa tanto. Pero hablar así atenta contra la economía del lenguaje, una cualidad mediante la cual se prefiere decir con una sola palabra lo que se podría decir también con dos o tres. Quienes pretenden “visibilizar a la mujer” evitando el uso del género neutro y del género común atentan contra dicha economía. Pues quizá han olvidado o ignoran que el género lingüístico poco o nada tiene que ver con el sexo.

La RAE y la Asociación de academias de la lengua, entre las que está la salvadoreña, han detectado que la moda del lenguaje no sexista es una práctica común entre los políticos españoles y latinoamericanos.

Periódicos impresos y videos colgados en Internet ponen en evidencia que mandatarios (¿o mandatarias?) como Cristina Kirchner inician todos sus discursos expresiones como: “Todos y todas”.

En El Salvador, no le faltan imitadores a la presidenta “de los argentinos y las argentinas”. El presidente del Tribunal Supremo Electoral , Julio Olivo, habla de “miembros y miembras”. Esta palabra (“miembra”) es calificada como “no recomendable” en la Nueva gramática de la lengua española editada por la RAE en 2010. Una de las primeras funcionarias públicas que lo uso en público fue la exministra de Igualdad de España, Bibiana Aído, en 1998. Durante su primera comparecencia ante el Congreso español.

La inusual expresión fue criticada por el académico Gregorio Salvador. El académico explicó que la funcionaria había usado el término de forma consciente y no por error; pues es defensora “de esa confusión de sexo y género”. “Si no es un error es una estupidez”, sentenció Salvador en aquel momento.

Usted no se escandalice. Quizá ahorrar palabras y espacio no sea tan importante como ahorrar dinero. Es así como en la página web de la “Escuela de Formación para la Igualdad Sustantiva” del ISDEMU se lee: “¡Bienvenidos compañeros y compañeras!”.

La presidenta de la junta directiva de este instituto, Vanda Pignato, no ha conseguido evitar este despilfarro lingüístico. Para el cierre de la campaña electora en enero de 2014, inició y terminó su discurso con la expresión “amigas y amigos”. Esto, aunque parezca redundante, puede ser aceptable al tratarse de un vocativo, según la Nueva Gramática publicada por la RAE en 2010.

El informe de la RAE citado arriba se basó en el análisis de varias “guías de lenguaje no sexista” editadas por universidades, sindicatos y municipalidades (ayuntamientos), entre otros.

Bosque explicó entonces que la mayoría de esas guías habían sido escritas “sin la participación de los lingüistas”. En palabras del académico: “Las propuestas de las guías de lenguaje no sexista conculcan (pisotean) aspectos gramaticales o léxicos firmemente asentados en nuestro sistema lingüístico, o bien anulan distinciones o matices que deberían explicar en sus clases de Lengua los profesores de Enseñanza Media, lo que introduce en cierta manera un conflicto de competencias”.

Según Bosque, estas guías se basan en “una conclusión incorrecta” que ha sido extraída de varias premisas verdaderas. El académico considera cierto que “existe discriminación hacia la mujer en nuestra sociedad”. Pues reconoce que, por ejemplo, “existe todavía diferencias salariales entre hombres y mujeres”.

Además, reconoce que existe “comportamientos verbales sexistas”. Pues el lenguaje pude ser usado tanto para ensalzar y como para discriminar. Bosque recuerda que varias instituciones “han abogado por el uso de un lenguaje no sexista”, ello consta en la resolución 14.1 de la Conferencia General de la UNESCO de 1987.

El académico no niega que sea necesario “extender la igualdad social de hombres y mujeres, y lograr que la presencia de la mujer en la sociedad sea más visible”.

Sin embargo, advierte: “De estas premisas correctas, en cierta forma subsumidas en la última, se deduce una y otra vez en estas guías una conclusión injustificada que muchos hispanohablantes (lingüistas y no lingüistas, españoles y extranjeros, mujeres y hombres) consideramos insostenible. Consiste en suponer que el léxico, la morfología y la sintaxis de nuestra lengua han de hacer explícita sistemáticamente la relación entre género y sexo, de forma que serán automáticamente sexistas las manifestaciones verbales que no sigan tal directriz, ya que no garantizarían ‘la visibilidad de la mujer'”.

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