Maras taparon homicidios con desapariciones

Los extravíos de personas son fruto de la evolución y organización criminal que las pandillas han alcanzado, al asesinar a sus víctimas y ocultarlas en tumbas clandestinas para bloquear las investigaciones, según criminólogos y forenses

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Maras taparon homicidios con desapariciones

Por Jaime López sucesos@eldiariodehoy.com

2015-04-03 9:00:00

La teoría de que la tregua entre pandillas entre marzo de 2012 y mayo de 2013 fue “falsa” e “hipócrita”, como en su momento la calificó el Fiscal General, Luis Martínez, ha sido confirmada con el tiempo. Las estadísticas policiales sobre personas desaparecidas en los últimos cuatro años demuestran que los pandilleros no dejaron de matar, solo ocultaron los restos de sus víctimas, aseguran fuentes forenses y criminalistas.

Luego de la tregua entre grupos delictivos, bajaron los homicidios: de un promedio de 14 asesinatos diarios se pasó a cinco o seis por día, lo que le valió al país el reconocimiento de diversos organismos internacionales.

Pero mientras las autoridades aseguraban que cosechaban el fruto de las políticas contra la violencia y la delincuencia, bajo el esquema de “municipios libres de violencia o territorios de paz”, durante el mandato del expresidente Mauricio Funes, los pandilleros enterraban a sus víctimas en cementerios clandestinos, pozos o las lanzaban en barrancos y quebradas inhóspitas del país, según estiman los especialistas en el tema.

Más de siete mil personas han sido desaparecidas entre 2010 y el 22 de febrero de 2015, según registros de la Policía Nacional Civil (PNC).

Las estadísticas de desaparecidos de la Policía reflejan un crecimiento de casos año con año, siendo 2014 el periodo con más víctimas.

El patólogo de Medicina Legal, Óscar Quijano, no dudó en culpar a las pandillas del alza en las desapariciones.

El catedrático y criminólogo Carlos Carcach coincidió con esa afirmación, al señalar que los pandilleros son los principales sospechosos.

Pero, ¿cuál ha sido el propósito de estos grupos al desaparecer a sus víctimas?

La respuesta de Quijano es que con ello las pandillas buscan “dilatar la investigación de las autoridades, alterar su proceso desde todo punto de vista y dificultar el hallazgo de estos restos”.

Mientras, el criminólogo Carlos Ponce interpretó este fenómeno como la evolución y la sofisticación de los patrones que las pandillas han empleado para la comisión de delitos en los últimos años.

“Hay diferentes elementos que indican que ha existido una sustancial sofisticación en la forma en que las pandillas han perpetrado los homicidios”, subrayó Ponce.

Para entorpecer las investigaciones

El antropólogo Quijano aseveró que las maras, en su afán por complicar el trabajo de las autoridades, no solo le quitan la vida a las personas, sino que las desmembran.

Carcach no descartó que esta modalidad esté vinculada con asesinatos para la extracción y posterior comercio ilegal de órganos a nivel internacional. Él sugiere que detrás de estos hechos podría estar el crimen organizado. En el caso de las mujeres, no descarta que haya bandas dedicadas a sacarlas del país para prostituirlas en el exterior.

Ponce, por su parte, sostuvo que el “modus operandi” de las maras se ha sofisticado tanto que se han vuelto más selectivas e invisibles en el uso de la violencia al ocultar los cadáveres de sus víctimas. Lo que lleva a pensar al criminólogo que estos grupos planifican muy bien sus homicidios, demuestran control y dominio del contexto en el que cometen sus delitos.

En ese sentido el antropólogo forense abonó que los sujetos “cavan menos y reducen su estancia en el sitio (donde entierran a sus víctimas) para evitar ser detectados y capturados. También se cuidan de que el lugar donde esconden a sus víctimas sea de difícil acceso y que la recuperación del cuerpo del delito no sea fácil para la autoridad”.

En ese sentido, Ponce sostuvo que las pandillas han demostrado tener “un gran desarrollo en su forma de operar como estructura delincuencial”, al ya optar no solo por asesinar a sus víctimas sino también desaparecerlas. Saben que en un asesinato, el cadáver es la evidencia más irrefutable del delito y origen de una investigación. Además le supieron sacar ventaja a la reducción de homicidios al convertirla en una ficha para calibrar la negociación entre el Estado y ellos, y lograr beneficios penitenciarios.

El antropólogo forense consideró que las maras recurren a las desapariciones para no ser capturados. En esas circunstancias, las autoridades tardan de seis meses a dos años en hallar los cadáveres y se retrasan las investigaciones.