Al año, en el Servicio de Ortopedia del hospital Rosales se detectan de 15 a 20 pacientes con tumores óseos malignos y destructores de los huesos, entre ellos los osteosarcomas y los de células gigantes.
Se trata de una enfermedad que va destruyendo los huesos, lo que ocurre es que el tumor aumenta la proliferación de células que van desgastando el tejido, manifestó Mauricio Ramírez Peña, jefe del Servicio de Ortopedia.
Estos casos, por lo general, se diagnostican cuando las personas se quejan de dolor tras sufrir un golpe o al hacer un mal movimiento en uno de los miembros inferiores.
Pero al tomarles la radiografía, los especialistas ven que existe un tumor y les hacen una biopsia.
A algunos pacientes les ofrecen el injerto de hueso de donante cadáver, que se trae de Estados Unidos o Colombia a un costo de $14 mil, pero no a todos se les puede ofrecer esta alternativa, a la mayoría se le amputa el miembro.
“En muchas ocasiones no hay dinero para gestionarle a todos y en otras, no todos están preparados para poderle ofrecer el tratamiento, porque los tumores son muy grandes, ya invadieron otras estructuras y no se puede hacer”, dijo Ramírez Peña.
Añadió que a los pacientes a los que no se les puede hacer el injerto porque el tumor crece demasiado y afecta otras estructuras, como venas y arterias, el camino lamentablemente es la amputación de la pierna.
Ramírez Peña expresó que en muchos de los casos, cuando los afectados llegan al servicio, ya tienen avanzado el tumor y ha dañado otros órganos del cuerpo.