“Se está yendo la gente buena en el país”

Decenas de personas participaron ayer en el velorio de Carlos ??lvarez Rivera, quien el lunes fue asesinado durante un asalto en un autobús. Era ingeniero, ajedrecista e hijo del actor que creó a Aniceto Porsisoca

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Familiares y amigos de Carlos ??lvarez Rivera dijeron que él era sobresaliente y tenía un carisma parecido al de su padre, el actor que encarnó a Aniceto Porsisoca. Foto EDH / Lissette Monterrosa

Por Diana Escalante sucesos@eldiariodehoy.com

2015-04-14 7:00:00

La familia Álvarez Rivera aún no se ha sobrepuesto a la súbita muerte por enfermedad de uno de sus integrantes —ocurrida hace tres meses— y ahora debe enfrentar otro golpe: la pérdida de Carlos David, de 38 años, a manos de la delincuencia que azota al país.

La víctima, quien fue asesinada el lunes por sujetos que le robaron su teléfono dentro de un bus de la Ruta 101-D, era un profesional polifacético que logró varios triunfos personales y para El Salvador.

Con propiedad, uno de sus parientes no dudó ayer en decir, mientras esperaba en la morgue de Medicina Legal: “se está yendo (muriendo) la gente buena en el país”.

La versatilidad y el talento de Carlos David le venía de familia, ya que era el segundo de los tres hijos del comediante y actor Carlos Álvarez Pineda, quien personificaba a Aniceto Porsisoca.

El célebre humorista, quien pereció hace casi 22 años, recibió un reconocimiento a su labor artística en 1990, por parte de la Asamblea Legislativa y un año después por la Organización de Estados Americanos (OEA).

Carlos David estaba soltero. En 2008 se graduó como ingeniero mecánico; trabajaba como catedrático en una universidad privada y ofrecía servicios como consultor.

En su tesis de graduación, el ingeniero redactó: “el esfuerzo solo proporciona plenamente su recompensa después de que una persona se niega a darse por vencida”, citando al escritor estadounidense Napoleón Hil.

Según los familiares del ajedrecista, él no se podía estar quieto, por eso además de tener varios trabajos y practicar el deporte estaba cursando una maestría en negocios.

“Él se destacaba por sus buenas notas; por su inteligencia… En todo era muy ordenado y no tenía vicios”, relató entre sollozos uno de sus familiares.

En otra faceta de su vida, Álvarez Rivera fue campeón nacional de ajedrez: obtuvo más de 80 medallas.

También fue impulsor e instructor de esta disciplina deportiva en la Universidad de El Salvador y en varios colegios privados.

Según Efraín Segura, presidente de la Federación Salvadoreña de Ajedrez, entre 2006 y 2007, Carlos David también tuvo un cargo directivo en esa organización.

Cuando el popular comediante vivía le enseñó a su hijo a hacer trucos de magia y, aunque este no quiso incursionar en el mundo artístico, no desaprovechaba las reuniones familiares para poner en práctica lo heredado.

Dolientes creen que el crimen quedará impune

En medio del sufrimiento por la pérdida del Carlos David, sus familiares criticaron el papel de las autoridades, quienes según ellos, “no hacen nada” por frenar la ola delincuencial que muchas veces se ha cobrado las vidas de personas honestas y productivas.

Un allegado del ingeniero no dudó en asegurar que este asesinato quedará en la impunidad porque “el sistema de seguridad aquí es una basura”.

Además, detalló que el día en que Carlos David fue asesinado se vio en la necesidad de viajar en autobús para hacer unas diligencias personales, debido a que su vehículo tenía una falla mecánica.

La fuente lamentó que el Plan Bus, anunciado hace un par de años por las autoridades, (en donde policías vestidos de civil darían seguridad en las unidades) no haya dado resultados ni siga vigente.

Los allegados del ajedrecista señalaron que él era muy pacífico, por lo que dudan de la versión policial que indica que se habría opuesto a ser asaltado y por eso lo mataron.

Según relataron, la víctima les advirtió, en más de una ocasión, que si alguna vez eran víctimas de robo no se opusieran porque las cosas materiales se podían recuperar, pero la vida no.

“No sé cómo pueden dormir tranquilos (los delicuentes) cuando le han quitado la vida a alguien”, dijo un doliente.

Ayer por la tarde, decenas de personas acompañaron a la familia en el velorio. Sobre el ataúd había un tablero de ajedrez y algunas medallas que ganó el profesional.