La “eterna” lucha entre el poder y el humor

Dos caricaturistas suramericanos hablaron de los riesgos de dibujar caricaturas críticas en tiempos de autoritarismo, en un evento organizado por Freedom House

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Héctor Schamis, profesor de Georgetown y los caricaturistas Rayma Suprani y Xavier Bonilla.

Por Gerardo Torres Twitter: @GerardoTots Especial desde Washington

2015-03-20 8:00:00

En un evento organizado por la Freedom House y moderado por el profesor de Georgetown y columnista de El País, Héctor Schamis; el caricaturista ecuatoriano de El Universo, Xavier Bonilla (Bonil), y la caricaturista venezolana Rayma Suprani, discutieron acerca de los riesgos de dibujar caricaturas críticas con el poder en tiempos de autoritarismo.

Héctor Schamis denunció que en América Latina se “ha perdido el derecho a blasfemar contra el Estado y sus ocupantes”, y esto es inaceptable. Además, “el lápiz se ha convertido en el símbolo de la resistencia en América Latina”.

Schamis considera que se les debe preguntar a los caricaturistas si un país es una democracia o no, porque “para que haya democracia, la capacidad de burlarse del poder es un requisito indispensable”, y parece que en muchos lugares de la región no hay espacio para el humor.

Ambos caricaturistas presentes en el evento ya han sufrido las consecuencias de desafiar al poder por medio de sus dibujos, Rayma fue despedida del periódico El Universal en el 2014 tras ser la caricaturista principal del periódico por 19 años.

El periódico venezolano fue comprado por un nuevo grupo de empresarios y una de sus primeras medidas fue despedir a Rayma. La caricatura que agotó la paciencia de los nuevos propietarios fue una en la que la caricaturista criticaba la situación del sistema de salud en Venezuela y la mostraba como en paro cardiaco, representada por la firma del fallecido presidente Hugo Chávez.

Por otro lado, Bonil ya ha sido sancionado en dos ocasiones por la Superintendencia de Comunicación e Información (Supercom) por sus caricaturas. La primera sanción fue por una caricatura en la que Bonil se burlaba del allanamiento del domicilio de un asesor de oposición y la Supercom sancionó a Bonil con un plazo de 72 horas para que rectificará el texto de la caricatura y al diario El Universo con una multa de 2% de su facturación del último trimestre.

Rafael Correa llamó a Bonil un “sicario de tinta y enfermo” por esta viñeta que contenía de leyenda la siguiente frase: “Policía y Fiscalía allanan domicilio de Fernando Villavicencio y se llevan documentación de denuncias de corrupción”.

La más reciente sanción de Bonil fue por una caricatura en la que caricaturiza que un exfutbolista y asambleísta del partido de Correa, Agustín Delgado, no haya podido leer un discurso en la Asamblea Nacional de la República del Ecuador. La Supercom decidió sancionar a Bonil porque consideró que la caricatura era discriminatoria ya que el asambleísta es afroecuatoriano.

A pesar de las dificultades para ejercer su profesión, Bonil y Rayma no piensan rendirse e hincar las rodillas antes el poder. Bonil continúa confiando en que el humor es una de las últimas defensas de la democracia y una manera muy efectiva de desafiar al poderoso, el cual no sabe muy bien cómo combatirlo, y lo prueba la reciente pelea entre Rafael Correa y el comediante John Oliver, en el cual el presidente ecuatoriano salió perjudicado.

Rayma cree que el humor tiene una especie de efecto terapéutico en la sociedad porque merma el dolor de ver al propio país destruyéndose, pero recordó que el humor siempre se ha enfrentado con el poder y, ahora, el enemigo es el fundamentalismo, el cual ha invado la religión (caso Charlie Hebdo) y en Latinoamérica a la política, y advirtió que en la región “los dogmas se están mudando a la política”.

Bonil está convencido de que el humor es una de las claves para resistir al autoritarismo y, en el caso ecuatoriano, “el humor ha sido una piedra en el ojo del gobierno y por eso Rafael Correa declaró una guerra a los memes”.

La batalla de Correa se enfocaba principalmente en una cuenta en redes sociales llamada “Crudo Ecuador”, la cual hacia fotos y se burlaba del presidente.

La estrategia del mandatario ecuatoriano fue crear una página llamada “Somos Más”, con cuenta en las principales redes sociales, para contrarrestar a la cuenta de memes y minimizar su influencia, pero el efecto fue el contrario, la pagina de “Crudo Ecuador” aumentó sus seguidores de forma mucho más rápida que la cuenta oficialista. Bonil realizo una caricatura sobre esto con la siguiente leyenda” No sé si somos más o somos menos, pero sí se que somos más a menos”.

El caricaturista ecuatoriano insiste en que el lenguaje del humor congrega a las personas y descoloca a la autoridad. Por otro lado, Rayma explica que el humor puede combatir la forma en que el lenguaje ha sido usado para enmascarar productos engañosos.

Por ejemplo, en Venezuela se le llama colectivos a grupos paramilitares para enmascarar su verdadera naturaleza o se le llama revolución a algo que no lo es. “El humor arranca las etiquetas y sale el mal olor y la fetidez de estos productos engañosos, los cuales con el tiempo han perdido credibilidad, pero todavía no existe un ciudadano consciente”, afirma Rayma.

La caricaturista venezolana aceptó que lo más probable es que este viaje a Estados Unidos tenga consecuencias para ella en su regreso a Venezuela, pero se muestra esperanzada con que las cosas puedan cambiar y admitió tiene más apoyo del que ella cree, lo cual le quedó demostrado cuando en su venida a Estados Unidos, un funcionario en la aduana de Caracas la felicitó por su trabajo pero le dijo que no le podía decir nada más o lo despedían.

Los límites de la libertad de expresión

Bonil se ha referido a las recientes críticas que han recibido los caricaturistas, tras la tragedia de Charlie Hebdo, de que se les va la mano con algunas caricaturas y algunos castigos son justificados, pero el ecuatoriano cree que este esquema mental es peligroso porque “la democracia se trata de ganar espacios de libertad” y “apostar por la democracia es apostar por seres libres que puedan pensar, tolerar y desarrollar el sentido del humor”.

El caricaturista ecuatoriano cree que el desacuerdo ante opiniones no se debe solucionar con violencia ni con intervención estatal, sino que las personas no deberían comprar publicaciones con las que no están de acuerdo, pero sí las deberían dejar existir. A pesar de que Bonil sigue, y seguirá, dibujando, admite que existe presión por parte del gobierno para silenciarlo y hoy se lo piensa dos veces antes de dibujar una caricatura de Rafael Correa.

Héctor Schamis afirma que “el límite es que el grafito no mata a nadie, pero el plomo sí”, por tanto, se debe permitir a los caricaturistas poder expresarse libremente.

Las sociedades democráticas, según Schamis, deben tener un derecho a blasfemar, no con la intención de ofender a los creyentes, sino por la capacidad de cuestionar un relato, ya sea en el ámbito político o religioso.

Eso sí, Schamis cree que el límite de la caricatura está en la incitación a la violencia. Pero, el profesor de Georgetown considera que los mandatarios deben tener la capacidad de reírse de sí mismos, para tolerar a los que se ríen de ellos, pero parece que Nicolás Maduro y Rafael Correa no son capaces de reírse de sí mismos.

Bonil y Rayma concuerdan en que la capacidad de reírse de sí mismo es una de las grandes virtudes del ser humano. “La caricatura que yo veo en el día es cuando me levanto a las 7 de la mañana y me veo en el espejo”, afirma Bonil. Pero el ecuatoriano acepta que el humor es una apuesta, una filosofía de vida y una disciplina mental difícil de alcanzar.

Ambos caricaturistas también coinciden en que el humor es un escepticismo permanente que cuestiona todos los dogmas y se enfrenta con los poderes políticos, económicos y religiosos, y es por eso que tiene tantos enemigos, pero eso no significa que no sea importante para la sociedad.

Bonil concluye con una frase contundente: “Los humoristas somos como las palomas que circulamos sobre los monumentos y nos les gustamos a ciertos gobernantes porque les quitamos el brillo al bronce de su infinitud”.