“Canchitas”, lugares de descanso para cargadores

En Sonsonate, los cargadores tienen que soportar largas jornadas. En el trayecto de las procesiones, algunos católicos abren sus hogares para que puedan descansar y degustar un pequeño refrigerio.

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Los cargadores llegan por turnos a las "canchitas", para descansar. Les dan dos horas para ingerir un refrigerio.

Por Iris Lima comunidades@eldiariodehoy.com

2015-03-26 7:00:00

SONSONATE. El valor histórico, cultural y tradicional de la Semana Santa en Sonsonate es grande. La devoción de los feligreses católicos no solo se limita a participar activamente en las procesiones. Hay un grupo de sonsonatecos que conoce el cansancio de llevar sobre los hombros más de dos toneladas de peso por un lapso de media hora. Es por ello que abren las puertas de sus casas para recibir a los miembros de las hermandades, les ofrecen un lugar para descansar, para reponer fuerzas y que puedan continuar con el recorrido que normalmente supera las 12 horas.

Estos lugares han sido previamente aprobados por las directivas de las hermandades y son reconocidos por la hospitalidad que ofrecen.

Pero abrir las puertas de una casa lleva no solo un gesto de amor hacia el prójimo, sino también es un símbolo de agradecimiento hacia Dios por los favores recibidos.

Centenares

Abraham López de León, católico sonsonateco y quien fuera alcalde de esta ciudad entre los años 1991 y 1997, durante 19 años, ha recibido a más de 500 personas en su vivienda.

Recuerda que inició en 1996, cuando se consagró la imagen de Jesús Nazareno. “Yo tenía una deuda con Jesús de Nazareno. Mi esposa estaba enferma; y se recuperó gracias a la intervención divina de Jesús Nazareno”, explica.

Debido a la consagración de la imagen, ese mismo año, la directiva de la hermandad de Jesús de Nazareno cambió la ruta tradicional e incluso la 12a. Avenida Norte, también conocida como Avenida Oídor Ramírez de Quiñónez.

Es ahí donde está la vivienda familiar de don Abraham. Esa misma donde sus padres les inculcaron el amor a Dios y al prójimo.

Por un lapso de dos horas, este lugar se convierte en el oasis de más de 500 personas, quienes degustan una bebida y un refrigerio que les permita continuar el camino.

El año pasado, dice don Abraham, prepararon raciones para más de 500 personas, pero “cada vez son más y nunca alcanza. Para este año tenemos proyectado hacer unas 800 raciones para atender a los hermanos que hacen el honor de acompañarnos”.

Para esta familia, el costo económico, que ronda entre los 300 o 400 dólares, es apenas una pequeña ofrenda comparada con todas las bendiciones que reciben.

Contrario a don Abraham, la “canchita” que funciona en la casa de don Jorge Luna, en el barrio El Ángel, nació de manera accidental.

El sonsonateco recuerda que hace más de diez años, durante una procesión, un grupo de amigos suyos de la infancia y que eran cargadores, pasaron por su casa y le tocaron la puerta para pedirle agua.

“Yo les abrí la puerta para que descansaran y les ofrecí agua y un lugar dónde sentarse. Ellos, poco a poco, fueron llevando otros amigos; y así fue como mi familia y yo vimos la oportunidad de ofrecerles bebidas. Luego, entre bromas, surgió la pregunta de la comida; y así fue como nos organizamos y aunque empezamos dando galletas hoy en día hacemos emparedados de espinacas con queso y atún”, relata.

Hoy en día, la familia Luna atiende a los cargadores de las procesiones del Miércoles y Viernes Santo, que son la de Jesús Nazareno y el Santo Entierro, respectivamente.

En la primera, reciben a más de 500 personas, en horas de la noche; el Viernes Santo, la cantidad se duplica y la atención se extiende hasta después de la medianoche. Pero todos quedan satisfechos.