Identifican cadáver de estudiante hallado dentro de refrigeradora

La joven estudiaba en el instituto Damián Villacorta, en Santa Tecla

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Jésica Esmeralda y Carlos Alexander, de 19 y 18 años, respectivamente, desaparecieron el 24 de noviembre de 2014.

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2015-03-24 8:00:00

El cuerpo decapitado que el 26 de febrero pasado fue encontrado dentro de una refrigeradora inservible, en un río de la urbanización Nuevo Lourdes, en el cantón Lourdes de Colón, La Libertad, ya fue identificado. Se trata de una joven que estudiaba en el Instituto Nacional Damián Villacorta, en Santa Tecla, confirmaron fuentes policiales.

Se trata de Jésica Esmeralda Alas, de 19 años, quien vivía en una colonia del cantón Lourdes.

Su torso estaba en la parte de abajo de la refrigeradora, mientras que la cabeza en el congelador.

Un primo que también desapareció el mismo día que Jésica, identificado como Carlos Alexander Rivas Alas, de 18 años, aún no ha sido encontrado ni vivo ni muerto, según explicaron policías allegados a la investigación del caso.

De acuerdo con fuentes policiales, el jueves 12 de marzo, la madre de la víctima fue notificada por la Fiscalía que la prueba genética practicada a los restos del cuerpo confirmaban que era Jésica.

Sin embargo, el cadáver de la muchacha fue entregado hasta el pasado viernes 20 y sepultado el sábado pasado, confirmó un pariente, quien no quiso dar más detalles del caso por temor.

Una llamada y luego desaparecieron

De acuerdo con las investigaciones, Jésica y su primo desaparecieron el 24 de noviembre de 2014 luego que ambos salieron, según dijeron a sus familiares, hacia un centro comercial ubicado en el cantón Lourdes, a unos dos kilómetros de las viviendas de ambos jóvenes.

Salieron como a las 2:30 de la tarde, luego que la joven recibió una llamada. Fue Jésica quien convenció a su primo para que fueran a comprar.

A las 4:30, un pariente de Jésica la llamó y ella dijo que estaban por regresar. Media hora después les volvieron a llamar, pero ninguno de los dos jóvenes contestó el teléfono. En otro intento, un hombre contestó el celular de Jésica, pero no dijo nada sobre ellos.

Jésica había estudiado segundo año de bachillerato de Asistencia Administrativa en el Instituto Damián Villacorta, en Santa Tecla. Este año tenía planeado terminar el bachillerato.

Entre tanto, Carlos Alexander se había ido a vivir con un pariente a otro municipio del departamento de La Libertad, donde hacía labores de ordeño de vacas y otras faenas agrícolas. No estudiaba.

Se había desplazado de su vivienda en Lourdes, precisamente para escapar de las presiones a las que era sometido por parte de la pandilla 18 para que formara parte de esa agrupación criminal.

A pesar de que algunas fuentes policiales afirmaron que uno de los jóvenes aparentemente se encargaba de recoger la renta (extorsión) en Lourdes, los familiares de ambos niegan rotundamente que estos fueran parte de grupos de pandillas.

¿Una relación dañina?

De acuerdo con las investigaciones policiales, otro dato que están investigando las autoridades sobre la desaparición y posterior asesinato de Jésica es una relación de noviazgo que ella tuvo hace un par de años con un joven que ahora se encuentra encarcelado.

De acuerdo con las investigaciones, la joven se involucró sentimentalmente con un sujeto identificado como Jairo, un joven que vivía en el mismo domicilio que Jésica en el cantón Lourdes.

Para entonces, Jairo era un muchacho sin vínculos con pandillas.

Pero la relación terminó. Luego, Jairo se hizo miembro de la pandilla 18, donde pronto se ganó el apodo de “El Sangriento”.

Este pandillero, según la Policía, fue capturado en febrero de 2014 bajo cargos de homicidio y comercialización de drogas.

El pandillero siempre acosaba a Jésica. Incluso ya estando encarcelado, la llamaba constantemente, según las investigaciones.

La joven, en un intento por escapar de ese acoso, cambió su número telefónico. Pero eso no sirvió de nada, afirman los investigadores, porque al cabo de unos días, “El Sangriento” supo el nuevo número de su exnovia.

Las fuentes policiales aseguran que un familiar de Jairo trabaja en una empresa de telefonía y que por eso supo con rapidez el nuevo número de Jésica.

Hasta el momento, no se sabe qué es lo que “El Sangriento” decía a su exnovia en las llamadas que le hacía desde el penal.

Pero lo cierto es que semanas antes de que Jésica desapareciera, aparentemente tuvo una premonición de lo que le ocurriría: constantemente preguntaba a compañeras de estudio o familiares qué harían ellos, en caso de que los obligaran a subirse a un carro. Ante las respuestas, la joven no decía más.

Sin embargo, tampoco comentó que estuviera siendo amenazada por alguien o una pandilla.

Por hoy, la angustia de no saber qué pasó con Jésica ha terminado para la madre de la joven.

Sin embargo, para la progenitora de Carlos Alexander continúa la incertidumbre.

La Policía teme que por el tiempo transcurrido, ya no encuentren el cuerpo del joven o, si lo hallan, sus familiares no logren reconocerlo.

Con Jésica estuvo a punto de pasar eso, pues los asesinos, en un intento por despistar a las autoridades, le habían cambiado parte de la ropa que andaba puesta el día que desapareció junto con su primo, pero la madre logró reconocer la ropa interior de su hija, algo que fue confirmado luego con la prueba de ADN.