FOTOS: El Quijote de Atiquizaya se niega a morir

El municipio de Atiquizaya, en el departamento de Ahuachapán, es famoso por la elaboración de figuras en hierro forjado que se realizan en un taller ubicado en la colonia Guadalupe

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Figura del Quijote que adorna la ciudad de Atiquizaya, en Ahuachapán.

Por Yeny Letona

2015-01-07 11:30:00

Al llegar al lugar, se nota la laboriosidad y empeño de los trabajadores al tratar las piezas que están haciendo.

El ruido de las máquinas soldadoras y el montón de hierro esparcido por todos lados denota que hay que sacar a tiempo el producto.

Alfredo Melara Farfán, de grata recordación y fundador del taller donde se hacen estas piezas, nunca imaginó que estas figuras vendrían a cambiar la historia de su natal Atiquizaya.

De hecho hay una plaza que lleva su nombre, adornada con las figuras de “Don Quijote”, que lo hicieron famoso.

La viuda de Melara Farfán, Ana Alicia Peñate, cuenta que cuando ella decide acompañarse con Farfán, él ya contaba con el negocio. “Comenzó haciendo canastas pequeñas de maya”, relata.

Luego, allá por 1984, deciden comprar un terreno especial para poder hacer sus obras y hasta la fecha siguen funcionado en el mismo lugar.

Miguel Farfán, que compraba la materia prima en Corinca, “se enfocó en hacer Quijotes, Sanchos, Cristos y canastas de hierro, ya que era más rentable que elaborar canasta de maya”, contó su viuda.

Ella cuenta que su marido se ideó este negocio cuando estando ebrio, miraba las figuras de Don Quijote y Sancho Panza y ya sobrio decidió convertirlas en realidad con hierro.

Melara Farfán heredó este oficio a su hija Ana Victoria Melara, quien a una corta edad lo aprendió con gusto.

Las obras se pueden adquirir en una sala de ventas cercana al taller en Atiquizaya y otra en Ciudad Merliot, La Libertad. También han vendido en el extranjero las figuras.

En el taller no solo se elaboran los Quijotes, además hacen jaulas, muebles para jardín, candeleros y otras figuras en hierro.

MEDIR CIEN Y CORTAR UNA

Berto Arnulfo Arévalo, un hombre de cabello cano, moreno, alto, complexión delgada y vestido con una gabacha, es el más antiguo de laborar en el taller de Los Quijotes.

Berto aprendió el oficio del propio Melara Farfán allá por el año de 1970. Sus manos manchadas por grasa y otras pinturas demuestran que conoce bien su trabajo.

Arévalo es un hombre amable y humilde, quien a pesar de contar con 65 años, no se cansa y sigue elaborando figuras en hierro como si fuese la primera vez y enseñando a otros.

Él asegura que para elaborar un Quijote pequeño la faena puede durar unas dos horas, pero si se trata de uno más grande puede tardarse dos días, ya que todo es elaborado a mano y auxiliándose de máquinas soldadoras.

El hombre recuerda que a los 22 años decidió incursionar en este oficio, oficio que ama y que lo hará hasta que muera.

“Medir cien y cortar una”, recuerda este hombre de su maestro, quien les quería decir que siempre estuvieran seguros de los que hacía.

Según don Arnulfo, en diciembre es cuando más trabajo tienen, ya que algunas personas acostumbran regalar las figuras que ellos elaboran.