William, el rostro de la falta de medicina para la leucemia

Desde hace meses no hay fármacos para dar quimioterapia a pacientes con leucemia en el hospital Rosales Adolescente de 14 años necesita un ciclo de quimio para recuperarse. Sus padres no tiene dinero para comprarle los fármacos

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Yuri Lizeth Quevedo de Arévalo conversa con su hijo William Enrique Lemus, quien está ingresado en el Rosales desde el 14 de enero, a la espera de que se consiga el medicamento necesario para el tratamiento de la leucemia. Foto EDH / Archivo

Por Lilian Martínez servicios@eldiariodehoy.com

2015-01-29 8:00:00

Detrás de la falta de medicamentos para la leucemia en el hospital Rosales hay vidas que penden de un hilo: la quimioterapia.

Entre ellas está la vida de William Enrique Lemus, un adolescente de 14 años cuya familia se esfuerza por conseguir el dinero necesario para comprar citarabina y mitoxantrona, medicamentos que no tiene el hospital, pese a que ya se licitaron y adjudicaron.

Según la dirección del nosocomio, la falta de estos y otros fármacos para tratar la leucemia y otros tipos de cáncer se debe “al incumplimiento de los proveedores”.

El viceministro de Salud, Julio Robles Ticas, dijo ayer en Canal 10 que el origen del desabastecimiento es “la burocracia” y aseguró que se cuenta con alternativas para los tratamientos. Pero ese no es el caso de William y del resto de pacientes con leucemia y otros tipos de cáncer.

Yuri Lizeth Quevedo de Arévalo, madre del adolescente, viaja todos los días desde Ciudad Paraíso, Santa Ana, para cuidarlo. Aborda tres buses de idea y tres de regreso. Solo en pasaje gasta $3.70. A eso suma la compra de agua, alcohol gel, mascarillas y galletas para William. “Para que se entretenga”, explica.

El 14 de enero, cuando visitó el hospital para un control de rutina, le dijeron que debía quedarse porque tenía bajo el nivel de hemoglobina. “Es una recaída”, afirma Yuri Lizeth.

Desde entonces, espera que se le pueda dar un nuevo ciclo de quimioterapia, pues ha tenido una recaída… En septiembre, culminó el cuarto ciclo de las quimioterapias que le aplicaron en 2014 y con el que se le consideró estable de la leucemia que le fue diagnosticada en marzo ese año.

A finales de 2013, se quejaba de mucho de dolor de cabeza y estaba pálido. Su madre lo llevó a una unidad de salud, donde un hemograma sirvió para que los médicos le dijeran que tenía la hemoglobina “en 9” (lo normal es entre 13.8 a 17.2) y “un poco de anemia”, recuerda ella.

El adolescente empezó a cursar el séptimo grado; tomaba vitaminas, como le recomendaron en la unidad de salud; pero los dolores de cabeza eran cada vez más fuertes. “Hasta le dijeron que quizá necesitaba lentes y el ojito ya no lo abría. Nos empezamos a preocupar”, agrega Yuri Lizeth.

Afligidos, sus padres lo llevaron a un médico particular quien, tras un nuevo examen de sangre, les dijo que William tenía “la hemoglobina en 6, las plaquetas en 58 mil y los glóbulos blancos triplicados de lo normal”. El médico les dijo cuál podría ser el diagnóstico y les dio una referencia para el hospital Rosales.

Al siguiente día, madre e hijo llegaron a la Consulta Externa, donde al revisar la referencia lo pasaron inmediatamente con una especialista. Al final, tras nuevos exámenes, y con un aspirado en la columna vertebral, el posible diagnóstico se confirmó: no era anemia, era leucemia, cáncer en la sangre.

“Eso fue jueves”, recuerda Yuri Lizeth, “viernes en la tarde ya le estaban poniendo la quimio. Me imagino que quizá por la gravedad como venía”, recuerda.

William caminaba sin dificultad y tenía buen ánimo “y nunca ha decaído”, asegura su madre; pero los exámenes mostraban que estaba grave. “Le pusieron sangre, le pusieron quimio, le pusieron plaquetas. El tratamiento inició el 19 de marzo y el último ciclo de quimio concluyó a inicios de septiembre. Luego, el adolescente solo volvió a visitar el hospital para sus controles.

Ahora sus padres necesitan reunir el dinero suficiente para comprar la citarabina y mitoxantrona necesarios para un ciclo de quimio.

El tratamiento completo cuesta aproximadamente $1,100. Con actividades como venta de comida en la iglesia a la que asisten en Santa Ana han logrado reunir $300, asegura Yuri.

Al preguntarle si tiene un número de teléfono donde puedan comunicarse con ella quienes quieran ayudar, pide que mejor se comuniquen con la Asociación Amor a la Vida, al teléfono 2231-9237.

Esta asociación nació para conseguir medicamentos, “pero no puede conseguirlos para todos”, explica el doctor Héctor Valencia, jefe del servicio de Hematooncología del Rosales.

Los frascos de citarabina, según Yuri Lizeth, cuestan $25 cada uno y para el ciclo de quimio se necesitan 18 frascos. Además, se necesitan 2 botes de mitoxantrona que cuestan $80 cada uno.

“En la iglesia a la que asisto hemos estado haciendo ventas, panes, bingos; pero no he logrado. Hoy (miércoles) tiene el niño tres semanas de estar aquí. Incluso gente me está ayudando, pero no cubro con el total. De hecho ahorita lo que he juntado son $300 de lo que la gente me dice ‘vaya, le voy a ayudar con algo’… Pero son $1,100 para ya”, afirma.

El esposo de Yuri trabaja en una maquila como control de calidad, ella trabaja en casa y además de William tienen gemelos. “Me es bien difícil disponer del dinero para ahorita y, según entiendo, van a ser los cuatro ciclos los que yo voy a tener que comprar”, afirma.

Mientras ella habla, el doctor Héctor Valencia, jefe del servicio de Hematooncología, analiza tejidos en el microscopio. Al escuchar su última frase, levanta la vista y le dice sonriente:

—Esperamos que va a necesitar cuatro ciclos.

—No. Esperemos que no—, responde Yuri Lizeth, quien ríe y con una voz más baja y pausada agrega:

–Yo le pido a Dios que no. Porque, pues sí, la verdad es que… Pero tampoco… Yo tengo que ver cómo se consigue, porque sé que mi hijo lo necesita.

William había empezado nuevamente el séptimo grado en el Liceo Cristiano Reverendo Juan Bueno. Después de un estudio socioeconómico, le habían dicho a sus padres que ahí lo podían becar. Además, el médico le había dicho que podía hacer vida normal. “Pero no contábamos con que en este control todo iba a salir al revés”, dice su madre.

Mientras ella se rebusca para conseguir el dinero y comprar los fármacos necesarios para la quimioterapia, el director del Rosales, Mauricio Ventura, ha pedido a la jefe de la UACI del Ministerio de Salud que se tomen medidas para solventar la falta de estos y otros fármacos. Mauricio Ventura aseguró que también se han pedido en préstamos al ISSS.

La lista oficial de fármacos que, aunque adjudicados, aún no ingresan en la farmacia del Rosales son: las tabletas de nifedipina, las soluciones inyectables de vincristina, vinblastina y etopósido; y las tabletas de flutamida, el tamoxifeno; la solución oral de potasio cloruro y la fórmula hipercalórica.

Según Ventura, está en proceso la compra de: la enoxaparina sódica 60 mg, la nadroparina cálcica 60 mg, la bemiparina sódica, la capecitabina (quimioterapéutico) y el rituximab. La citarabina, necesaria para el tratamiento de la leucemia, se licitó, pero no hubo ofertas.