Estudio Wilson Center recomienda priorizar recursos contra la violencia por zonas C.A.

Tras más de un año de investigación, el Wilson Center ha presentado su estudio sobre la violencia en Centroamérica

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Estudio Wilson Center recomienda priorizar recursos contra la violencia por zonas C.A.

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2014-12-13 8:00:00

En los países del Triángulo Norte de Centroamérica (Guatemala, Honduras y El Salvador) se viven distintas realidades dependiendo del municipio, hay sitios en los que no ha habido un asesinato en los últimos 6 años y otros donde hay más de 100 homicidios por cada 100,000 habitantes, y, por tanto, los programas estadounidenses deberían enfocar sus recursos principalmente en estas comunidades problemáticas.

Esta es una de las principales conclusiones a las que llegaron los participantes en el panel en que se presentaron los resultados de un estudio sobre la violencia en el Triángulo Norte, en el Woodrow Wilson Center, en Washington DC.

Diversas personas del ámbito político, diplomático y académico asistieron a la presentación de este informe.

Los participantes en el panel también enfatizaron en que debe haber mayor coordinación entre las iniciativas de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y las de la Oficina para Asuntos Narcóticos Internacionales y Aplicación de la Ley (INL, por sus siglas en inglés).

Además, consideraron que la Iniciativa de Seguridad Regional de Centroamérica (mejor conocida como CARSI), a la cual el gobierno estadounidense le ha destinado 642 millones de dólares desde 2008, debería adquirir más protagonismo en la vida pública de estos países y ser más efectiva en sus programas.

En el primer panel, en el que se habló del caso específico de cada uno de los tres países del Triángulo Norte, los ponentes fueron: Cristina Eguizábal, coordinadora del proyecto Transparencia y Seguridad de FUNDE; Aaron Korthuis, un estudiante de Derecho en Yale que pasó dos años en Honduras trabajando con la Asociación para una Sociedad más Justa y con la Alianza para la Paz y la Justicia; Nicholas Phillips, un periodista radicado en Centroamérica que trabaja con el Wilson Center y con distintos periódicos estadounidenses; Steven Dudley, codirector del sitio web InSight Crime, el cual analiza e investiga al crimen organizado en Latinoamérica; y Peter Meyer, analista de Asuntos Latinoamericanos del Congressional Research Service (Centro de Investigación del Congreso).

El Salvador

Cristina Eguizábal habló del caso de El Salvador, que tiene 262 municipios, pero la violencia está básicamente concentrada en 14 (principalmente localizados alrededor de la capital y en la línea costera), en los cuales la tasa de homicidios está cerca de los 100 homicidios por cada 100,000 habitantes, lo cual es una cifra alarmante si lo comparamos con Estados Unidos, en el cual la tasa de homicidios es cercana a los cinco por cada 100,000 personas. Incluso en algunas de las ciudades más violentas de Estados Unidos, Detroit y Nueva Orleans, la tasa de asesinatos ronda los 50 homicidios por cada 100,000 habitantes, muy lejos de las cifras de algunos municipios del área metropolitana de San Salvador.

Eguizábal considera que los programas estadounidenses deben enfocarse más en lo local y esforzarse por entender de forma más precisa el fenómeno de la delincuencia en Centroamérica.

Las políticas macro usualmente no funcionan porque cada comunidad es muy distinta.

A este respecto y con base en un estudio basado principalmente en El Salvador, el investigador Matthew Ingram desveló que la violencia en los tres países está asentada en zonas concretas y no aleatorias (la zona norte de Honduras, el sudeste de Guatemala, y la capital y zona costera de El Salvador) y los programas de Estados Unidos deben trabajar con énfasis especial en estos sitios. Además, quedó demostrado que la inversión en educación tiene un “efecto protector” sobre los homicidios, es decir, en las comunidades donde hay más escuela hay menos homicidios, y también se comprobó que las comunidades con mayor población son las que tienen mayor número de asesinatos.

Otro dato que desveló el investigador es que la pobreza extrema tiene un inesperado efecto reductivo de la violencia, aunque mucha gente piense lo contrario, lo cual demuestra que violencia y pobreza no necesariamente van de la mano. Las investigaciones de Ingram también demostraron que el número de efectivos de las actuales fuerzas de seguridad es insuficiente para combatir la delincuencia y que la violencia en comunidades vecinas incrementa el riesgo de violencia en la propia comunidad.

Guatemala

El periodista Nicholas Phillips ha trabajado mucho tiempo en Guatemala y cree firmemente en que el gobierno estadounidense debe tener presente que “Guatemala no es una estrella en la bandera de Estados Unidos” y que no se le puede imponer ningún tipo de estrategia de seguridad por la fuerza, sino que debe haber consenso y voluntad política de los líderes locales para que las políticas tengan éxito, lo cual aplica para los tres países del Triángulo Norte. Durante su estancia en Guatemala, Phillips ha detectado que muchas drogas pasan por el país por su ubicación geográfica, pero Guatemala no es un gran consumidor. Sin embargo, uno de los mayores problemas que detectó Phillips, el cual es frecuente en toda la región, es la falta de confianza en las autoridades, el 70 % de las víctimas de violencia no denuncian a la policía por falta de confianza y no creen que la fiscalía tenga los recursos para llevar a cabo una investigación exitosa.

USAID se ha enfocado en los últimos años en dotar de más recursos a la Fiscalía y a los jueces para que suba el número de casos resueltos en el país. Se han inaugurado tribunales de alto impacto, dotados de la última tecnología, en los cuales los testigos pueden declarar de forma anónima a través de una ventanilla polarizada, lo cual ha llevado a que el porcentaje de casos resueltos alcance el 60 %. USAID pagó por la construcción de estos tribunales, pero ahora el Estado los mantiene.

Honduras

En el caso hondureño, Aaron Korthuis también se muestra preocupado porque solo se resuelven cuatro de cada 10 homicidios y explica que uno de los principales programas de asistencia estadounidense se enfocó en ayudar a crear un grupo élite de la policía llamado “Tigres”, el cual estaría mejor entrenado, pagado y equipado que los policías corrientes, pero aún en esta unidad se han registrado casos de corrupción. La solución pasa por transformar toda la policía, no una unidad aislada, y se deben buscar soluciones creativas, por ejemplo, que los elementos de los “Tigres” vayan rotando periódicamente, para que así todas las personas se sientan parte y gocen de los beneficios de la unidad, y de esta forma los que han sido ya parte de la unidad puedan volver a la policía y mostrar lo aprendido, si no no acabará la desconfianza de la población en las autoridades.

Steven Dudley se muestra un poco frustrado por el poco progreso que ha habido en la región en los últimos años y el poco que ha habido parece que no es sostenible si Estado Unidos abandona los programas. Dudley considera que los tres países tienen que aumentar su recolección tributaria, la cual es una de las más bajas de América Latina, antes de seguir solicitándole más recursos a Estados Unidos, y Estados Unidos debería considerar sancionar retirándole las visas a evasores fiscales. Las situaciones dramáticas, como que en Honduras hay un solo vehículo para cada 50 policías, deben cambiar.

Los investigadores dejaron en claro que la violencia no es un fenómeno exclusivo del Triángulo Norte, sino que también afecta los del Sur (Costa Rica y Nicaragua), en los cuales hay barrios que tienen tasas de homicidios parecidas a las del Norte. Por ejemplo, la Dra. Eguizábal cuenta que la zona de la costa atlántica de Nicaragua está dominada por el narcotráfico, pero que no hay suficientes datos disponibles porque el Estado no es capaz de imponer su presencia, ya que ni siquiera hay carreteras en gran parte de esta zona.

El especialista nicaragüense en crimen Roberto Orozco ha comentado en diversos medios de comunicación que Nicaragua en cierta forma administra el crimen organizado y lo deja tranquilo mientras no genere demasiada violencia; además, considera que no hay tanta delincuencia callejera ni homicidas porque en Nicaragua hay un solo jefe del crimen, no diversas bandas luchando por el poder.

El rol de la asistencia estadounidense

En el segundo panel, en el que se habló de las fortalezas y debilidades de la asistencia estadounidense, los ponentes fueron: Francisco (Paco) Palmieri, subsecretario Adjunto para el Caribe y Centroamérica de la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental; Paloma Adams-Allen, asesora de USAID para el desarrollo internacional de América Latina y el Caribe; Matthew Ingram, Profesor del departamento de Ciencias Políticas e Investigador Asociado en el Centro de Análisis Social y Demográfico (CSDA) de la Universidad Estatal de Nueva York; y Eric Olson, director Asociado del Programa de Latinoamérica en el Wilson Center.

Francisco Palmieri está consciente de que los programas de asistencia deben mejorar y admitió que Estados Unidos se siente obligado a ayudar al Triángulo Norte por la proximidad geográfica de la región, los lazos familiares, la responsabilidad que tiene Estados Unidos en algunos de los problemas y el hecho de que la violencia no conoce fronteras y puede fácilmente expandirse Estados Unidos.

Palmieri cree que la principal solución es responsabilidad de las autoridades locales, las cuales deben tener la voluntad política de cambiar las cosas, y admite que ha habido avances; en este sentido, el nuevo acuerdo firmado por los tres países, “Alianza para la Prosperidad”, es una prueba de ello. Los presidentes del Triángulo Norte tendrán que tomar decisiones difíciles para solucionar el problema de la violencia, pero cuentan con el apoyo de Estados Unidos.

El subsecretario Adjunto explicó que los nuevos planes de Estados Unidos se enfocarán en incentivar la creación de un mercado económico centroamericano integrado y en trabajar para fortalecer las instituciones del país, porque no solo los indicadores de violencia de la región son alarmantes, sino que también lo son los indicadores económicos y de gobernabilidad. Para esto, es necesario que los gobiernos mejoren su recaudación fiscal, la cual en países como Guatemala equivale al 11 % del PIB, lo cual es muy poco. Prosperidad, gobernabilidad y seguridad serán los pilares de la nueva estrategia estadounidense, la cual aspira a crear un Triángulo Norte económicamente estable con empleos y oportunidades que beneficien a todos, no solo a los pocos privilegiados.

Palmieri considera que hay razones para ser optimistas. Panamá y Costa Rica están demostrando los beneficios de modernizar sus economías, y no hay razón alguna para que los países del Norte no lo puedan hacer también. “Tenemos una visión, tenemos un plan y estamos comprometidos a trabajar con los gobiernos para cambiar la trayectoria de la región”, concluye.

Paloma Adams-Allen también explica que el nuevo enfoque de USAID ha sido, desde los últimos años, ayudar a la población en riesgo de exclusión social y a los jóvenes con altas probabilidades de involucrarse con las pandillas. Se ha hecho un mapa de las “zonas calientes” en los tres países y se ha decidido trabajar de la mano con los habitantes en estas comunidades, y que sean ellos quienes expliquen cuáles son sus problemas. La asesora de USAID confirma que este tipo de programas se extenderá en los próximos años y que ha tenido gran receptividad por parte de la población.

Finalmente, Eric Olson comentó acerca de un tema que él considera que se ignora en el debate sobre la seguridad: el deplorable estado de las cárceles en la región. Los últimos informes del PNUD revelan que hay un sobrepoblación de más del 300 % en el sistema penitenciario del Triángulo Norte, lo cual dificulta enormemente la posibilidad de reinserción. Además, muchos de los cabecillas de las pandillas operan impunemente desde dentro de las cárceles. Olson pidió que no se siga ignorando este tema y que se haga una investigación seria para poder ejecutar un plan de acción.