Familia exige establecer causa de muerte de cadete

Aseguran que la última semana que vivió el joven será recordada como un infierno por todo el maltrato que sufrió

descripción de la imagen
Familia exige establecer causa de muerte de cadete

Por Jaime López Jorge Beltrán sucesos@eldiariodehoy.com

2014-11-06 8:00:00

“Mi hijo estará más vivo que nunca en mi corazón”, expresó María Francisca Díaz de Tejada, madre del cadete Juan Carlos Tejada, quien murió en un práctica acuática en la piscina de la Escuela Militar Capitán General Gerardo Barrios, la tarde del 3 de octubre.

A más de un mes de aquella tragedia, las autoridades no tienen plena respuesta de los responsables del hecho, mientras su familia aún no se recupera de la dura pérdida y se aferra a su recuerdo.

En la sala de la residencia familiar, situada en el centro de Sensuntepeque, Cabañas, hay un gran altar con varias retratos del muchacho, rodeadas de muchas flores sintéticas y velas encendidas.

El ministro de la Defensa, David Munguía Payés, afirmó que la investigación sigue su curso, que la indagatoria la realiza la Fiscalía General de la República, pero además hay otra, que lleva a cabo internamente la Inspectoría General de la Fuerza Armada.

“Yo ya di algunos adelantos en relación a esta investigación pero no tengo el reporte final”, dijo Munguía Payés.

Agregó que investigan el hecho de que el joven supuestamente fue obligado a sumergirse en la piscina minutos después de haber cenado y en ese sentido, aclaró, que hay un compromiso de la Fuerza Armada de responder a los padres con la verdad.

Además, expresó que esperan profundizar en las investigaciones a fin de determinar si hubo “culpabilidad” de parte de otras personas.

“Aparentemente hubo (culpabilidad), pero yo no me puedo anticipar hasta no tener el resultado final de las investigaciones”, expresó el ministro.

Según el reporte de la Oficina de Acceso a la Información, del Ministerio de la Defensa, el cadete Juan Carlos murió por dificultades en la respiración y vómito, al momento que el joven realizaba la prueba de flotación en la piscina de la Escuela Militar.

Pero mientras las investigaciones siguen su curso, la madre del joven maneja sus propias versiones de los hechos.

Una de ellas es que la semana que culminó con la muerte de su hijo fue un verdadero infierno para él, por el constante acoso que experimentó.

Dijo que ese calvario comenzó el lunes, con una llamada a las 10:00 de la noche, en la que el joven relataba a su madre (lo que nunca hacía), que ese día le había ido mal, uno de sus superiores le había propinado una patada en la cabeza que lo había dejado inconsciente y tuvo que ser intervenido médicamente.

Tres días después, el muchacho volvió a llamar a su madre para contarle que un estudiante de cuarto año lo había amenazado con ahogarlo en la piscina.

La peor ocurrió la noche del viernes, cuando un oficial le llamó para decirle que su hijo había recibido un golpe, pero que era leve y se recuperaba satisfactoriamente en el hospital Militar. Más tarde la madre supo que su hijo había muerto no en el hospital Militar sino en el San Rafael, de Santa Tecla.

“Por qué no me dijo la verdad, que mi hijo había muerto y en un hospital. Según el reconocimiento forense, mi hijo murió entre 5:00 y 6:00 de la tarde, pero me avisaron de que había sufrido una lesión ( y no que estaba muerto) hasta las 8:00 de la noche del viernes, me mintieron”, subrayó.

Más tarde, asegura la madre, el director de la Escuela Militar le dijo que su hijo había muerto de un paro cardiaco cuando realizaba prácticas acuáticas en la piscina.

“Quién es él (director) para que me indique la causa de muerte de mi hijo, ¿acaso es un perito para decirme eso?”, preguntó.

Lo trágico de todo fue que las aspiraciones de aquel joven lleno de vida y con tanto futuro por delante se había truncado, “tan solo por la envidia y prepotencia” que a juicio de la señora, reina en los estudiantes de niveles superiores contra los de primer ingreso de la Escuela Militar.

A juicio de conocidos, Juan Carlos fue un joven que se caracterizó por su humildad y sencillez, pero que sobresalió académicamente.

En la sala de su casa se exhiben medallas de reconocimientos académicos por sus excelentes notas alcanzadas.

Su muerte no fue porque no tuviera vocación militar, pues desde que estudiaba sexto grado, el joven se inclinaba por la carrera militar, dice su madre.

Incluso, quiso sacar su bachillerato en un Instituto Militar para encarrilarse en esa disciplina desde ese nivel. Sin embargo, sus padres no satisficieron sus deseos por la falta de recursos, relató.

“A sus 13 años se comenzó a preparar físicamente: salía a correr largas distancias y atravesaba en el río Lempa atado de pies y manos”, citó la señora, como parte de sus destrezas.

Con esos atestados no hay duda de la capacidad que tenía Tejada y que, de no haber sido por el abuso y el maltrato de algunos estudiantes de cuarto año, hubiera llegado lejos en la carrera militar, asegura su progenitora.

Pero las supuestas envidias de otros estudiantes, que narra su madre, no solo truncaron sus aspiraciones y lo sacaron de la carrera, sino que le quitaron la vida, recalcó aquella mujer, quien aún no encuentra respuestas de lo sucedido en la dirección de la Escuela Militar.

A mediados de la fatídica semana, relata la señora, supo que un estudiante de cuarto año amenazó a su hijo “por no haber pulido bien tus botas, te voy ahogar el viernes”, sentenció.

Al parecer, ese sujeto se organizó con otros y con la bota en la cabeza, lo sumergieron aparentemente en tres ocasiones y en la última el joven se ahogó.

Juan Carlos había cumplido diez meses de ingreso a la escuela y su madre recuerda cómo el primer día, aquellas palabras del director de la Escuela Militar en el acto de admisión de nuevo ingreso, “gracias padres de familia por confiar en nosotros y entregarnos a sus hijos”.

No era para menos, era la primera vez que su hijo se separaba del hogar. Afirman que el joven no salía a perder su tiempo como suele suceder con otros jóvenes de su edad.

“Por las noches no me salía, era un niño con mentalidad de adulto, tenía mucha madurez y era muy respetuoso”, según lo reafirmaron sus maestros de primaria y secundaria durante los actos fúnebres.

Sus familiares aseguran que ya presentía su muerte, pues un día le dijo a su hermano menor que cuando él muriera, lo enterrarían con muchos honores y así fue, el día de su entierro.

“Para mí no hay vida, yo siento que ya me va a hablar”, expresa su madre y llora, al ver que todo el esfuerzo fue en vano.

Lamentó que en la Escuela Militar ocurran supuestos abusos y maltratos de alumnos de niveles avanzados y que los mismos sean tolerados por las jefaturas, la pregunta que la familia de la víctima se hace es, ¿adónde están los instructores, los orientadores, los mandos medios, que deben frenar estos abusos?”.

La madre dijo que hay conductas reprochables de estudiantes antiguos que denigran y ridiculizan a los estudiantes nuevos. “Un día un estudiante antiguo ordenó a Juan Carlos que se desnudara poco después de bañarse y que se arrastrara por debajo de todos los catres y que limpiara el piso con su cuerpo” contó la señora.

Su madre afirmó que días antes, un teniente habría golpeado con las botas en la cabeza a su hijo, quien se desmayó y quedó inconsciente.

Cuando supo de esos maltratos, la madre asegura que pidió a su hijo que mejor se saliera de la escuela, pero el muchacho aún con todo esos vejámenes, le dijo a ella y a su abuela que él estaba decidido a todo, incluso a la muerte, por lograr sus sueños.

“El era mi esperanza del mañana, era bien especial”, expresa y llora la madre.

En sus tiempos libres, el joven ayudaba a su familia a atender una coctelería, pues era especialista en preparar esos platillos.

“Pido que se haga justicia, no es justo que me lo hayan quitado de esa forma”, reitera la progenitora.

“Era un alumno de alto rendimiento tanto en teoría como en práctica, tenía notas de diez, por esa razón lo envidiaban tanto”, reflexiona.

De los 149 admitidos, él fue el número 16 de acuerdo con el puntaje de sus notas de ingreso.

Su selección no era por ser hijo de coroneles u otros oficiales. Para que Juan Carlos cumpliera sus sueños, su madre ingresó a la Academia Nacional de Seguridad Pública para trabajar y que su hijo tuviera lo necesario para prepararse.

“Se caracterizaba por su madurez, obediencia y excelencia desde pequeño”. “Me han quitado una gran parte de mi vida. Fue mi primer hijo, mis ojos, por él me metí a la academia, para ser policía, y que él se forjara un mejor futuro, pero nunca pensé que fuera el principio del final de su vida”.