El suplicio de una madre en busca de su hija

Una madre denunció la extraña desaparición de su hija hace once meses en Ilopango. Desde esa fecha, la apesadumbrada madre vive un calvario buscándola. Ya ha sido extorsionada y engañada por desconocidos

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Rosa Hernández Valladares, de 34 años, muestra la fotografía de su hija Norma Carolina, quien fue raptada el 22 de diciembre pasado en Ilopango. Foto EDH / Marvin Recinos

Por ??scar Iraheta: Twitter: @oscar_iraheta Fotos: Marvin Recinos

2014-11-15 7:00:00

Su corazón de madre le hace creer a Rosa Hernández Valladares, que su hija Norma Carolina de once años, está con vida. El misterio que rodea la desaparición de la niña desde el 22 de diciembre de 2013, mantiene a la madre con las esperanzas de encontrarla viva, ya que asegura que la pequeña no fue raptada por pandillas, si no por “personas con pensamientos morbosos y malvados”.

La ausencia de la tercera de sus hijas, tiene a Rosa devastada. A pesar de que Dios le da fuerzas para seguir adelante, reconoce que a veces preferiría morirse para no seguir sufriendo.

La zozobra que vive por su hija desaparecida, parece haber sumado más años a su ya angustiado rostro. No aparenta 34 años, sino más. Está demacrada y exhausta. Ya perdió la cuenta de las noches que no duerme pensando en Normita.

Rosa es una humilde mujer residente en la colonia Cimas de San Bartolo en Ilopango, asiste a una iglesia evangélica y se dedica a vender ropa y otros artículos, en las calles capitalinas.

La dolida madre afirma que quién robó a la niña fue Pedro Gonzalo Chachagua, de 58 años. Él era amigo de la familia de la niña y asistía a la misma iglesia donde el padre de Norma era pastor.

Pedro era un hombre callado y de campo. Tenía la confianza de los padres, y sus nietos jugaban con la niña, por eso había cierta tranquilidad. Pedro a veces frecuentaba la casa donde vivía Normita.

Ese 22 de diciembre de 2013, el sospechoso había merodeado la casa de Normita por varias horas durante la mañana. A eso de las 11:00 a.m., tocó la puerta de la vivienda y le dijo a Norma “que saliera, que la llevaría a comprar unas botas y ropa”.

Hermanos de Rosa le prohibieron salir y Pedro se retiró molesto. Una hora después Norma y Rosa, su hermana mayor de 15 años, salieron a botar basura a pocos metros de la casa.

El hombre estaba oculto en un árbol. Les salió al paso a las niñas, le pegó a la adolescente y con fuerza arrebató a Norma Carolina de las manos de su hermana. “Rosa ¡ayúdame! ¡Ayúdame!”, suplicó la niña a su hermana.

A Pedro ya lo esperaba un taxi con dos hombres más. Uno de ellos se bajó del vehículo y le ayudó a someter a la niña hacia el carro. La hermana de Norma, se quedó tirada, pidiendo auxilio. Era un lugar desolado y nadie la escuchó.

Cuatro horas después llegó de trabajar la madre de las niñas a la casa. Encontró a sus hijos llorando y Rosa, su hija le relató lo sucedido.

Ahí inició el calvario de Rosa. Junto a otros parientes fue de inmediato a la casa de una hija de Pedro a relatarle lo ocurrido y a tratar de localizar al supuesto captor de Normita.

Los angustiados padres denunciaron a la Policía el secuestro de su hija. Un grupo de agentes llegó a la casa de la hija de Pedro y exigieron el número de celular del hombre. Un agente habló con él y este le expresó que “no tenía a la niña” y cortó la llamada.

Horas después, otros policías y los padres de la víctima se trasladaron hacia en el cantón Dolores Apulo, a la casa de otro hijo de Pedro, con la esperanza que ahí estuviera con la niña.

No fue así, el hijo del sospechoso se molestó por las acusaciones que le realizó la madre de Normita. Sin embargo, dio pistas de las posibles razones del secuestro de la niña. Según Rosa, el hijo de Pedro estaba confundido, creía que a quien había raptado su padre era a su hija mayor 16 años. “Yo pensé que mi papá se había llevado a su hija mayor, porque él decía que su hija grande era la novia”, expresó el sujeto.

Los policías intervinieron y le exigieron al sujeto que le hablara por teléfono a su padre. El celular de Pedro lo contestó otro hijo que residía en un pueblo de Ahuachapán.

“Mi padre está grave, se dio veneno y creo que se va morir”, expresó el muchacho.

Pedro se envenenó con un fertilizante y antes de morir, realizó una llamada a los primeros policías que tuvieron comunicación con él y les expresó: “Primero Dios encuentren a la cipota”, luego, cortó la llamada.

Sin saber qué había pasado, el hijo de Pedro que lo vio morir, contó que su padre llegó a la casa pensativo y muy triste. Cuando se quedó solo, se envenenó. El padre de la infante no terminaba de creer en la muerte del sospechoso y viajó hasta Ahuachapán. Después de preguntar varias veces, encontró la casa de la familia del Pedro.

Se identificó y expresó a todos los asistentes qué había pasado. Vio el féretro y confirmó que Pedro estaba muerto. Sin embargo, en la vela, el padre de la niña se enteró que su vecino y hermano de religión, tenía cartas de amor que nunca entregó a nadie.

La muerte de Pedro empeoró la búsqueda de la niña. Ahí se perdió el rastro de Norma Carolina. Desde esa fecha, Rosa ha recibido muchas llamadas falsas, amenazas, ofensas, engaños y hasta una extorsión. Algunas personas le han dicho que han visto a la niña con dos mujeres en Apulo y otros, que la han localizado en Ahuachapán.

Búsqueda en El Pedregal

Dos meses después de la desaparición de Normita, a un pariente que conocía a la niña le pareció haberla visto en un bus con un hombre. Sin embargo, cuando intentó hablarle, el hombre la tomó de la mano y se bajó en la zona del Pedregal en Zacatecoluca, La Paz.

Por esa sospecha, Rosa salió a las calles del Pedregal a pegar afiches con el rostro de su hija y escribió cuatro números de celular. Cuando recorrían el referido lugar, de una casa salieron dos mujeres y se interesaron en el caso. Rosa afirma que les dio toda la información y les dejó una foto grande y a colores de su hija.

Una de esas mujeres les dijo que “estaba segura de haber visto a la niña en ese lugar”.

Un día a las 11:00 de la noche, Rosa recibió una llamada, era una mujer que se identificó como policía y expresó que Norma Carolina estaba muerta.

La supuesta policía describió físicamente a la niña y le dijo que estaba en Medicina Legal. Rosa le habló a su esposo para comentarle la información, quien también había recibido una llamada con los mismos datos. Todo fue falso, no había ninguna niña en Medicina Legal.

Indignado el padre de Norma escribió un mensaje al número donde le habían llamado y dijo que “no jugaran con la vida de su hija, no era justo, por el sufrimiento que tenían”.

El día siguiente volvió a recibir un sin número de llamadas y en una de esas, el padre de Norma Carolina contestó, recibiendo ofensas verbales.

“Por el mensaje que nos enviaste encontrarás a tu hija muerta, hecha pedazos”, dijo una mujer en aparente estado de ebriedad.

Los padres de Normita sospechan que quienes llamaron fueron las mismas mujeres que vivían en El Pedregal .

Rosa dice que su hija es amigable y le gusta hablar con la gente, le agradaba arreglarse y era muy hiperactiva. Hasta el día de la desaparición , sus padres se enteraron que Pedro llegaba a la casa y frecuentaba a la niña.

Rosa ya buscó ayuda en muchos lugares, se aburrió de llamarle al investigador de la PNC que lleva su caso y ya no va a la Fiscalía a preguntar.

Dice que “las instituciones que aparentemente protegen a la niñez le cerraron las puertas y otras, ni siquiera le pusieron atención”.

Rosa Hernández agradece que cualquier información del paradero de la niña o ayuda para la familia se realice al 22317860