Reos saturan tres veces la capacidad de bartolinas en PNC

En celdas de Montserrat hay detenidos que tienen entre ocho y 12 meses

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Las bartolinas policiales son pequeños espacios físicos acondicionados para que los detenidos esperen la primer audiencia y luego el juez, los remita a un penal. Foto EDH / Archivo.

Por Jaime López sucesos@eldiariodehoy.com

2014-10-05 7:00:00

La única vez que Romeo tomó licor lo hizo con tan mala suerte que fue pillado manejando ebrio por un retén. Fue llevado a una bartolina de la Policía colmada de reos, donde debió pasar la noche más angustiante de su vida entre la fetidez, el hacinamiento y el peligro de ser agredido.

“Un infierno nauseabundo en la Tierra”, calificó la celda el joven, quien salió literalmente llorando de alegría cuando recuperó su libertad, como si hubiera vuelto a nacer. Así son consideradas por propios y extraños las bartolinas de la Policía Nacional Civil (PNC), cuya capacidad es para alojar a 1,500 reos, pero tiene casi 5,000.

Según las autoridades policiales, las improvisadas celdas cada una de las 22 delegaciones de la PNC en el país, no fueron construidos para mantener a los detenidos más allá de seis días, es decir, el plazo que le antecede al comienzo del proceso judicial de una persona capturada por algún delito.

Sin embargo, desde hace más de cinco años, las bartolinas de la PNC han funcionado como parte del sistema penitenciario y hay sujetos que llevan hasta dos años recluidos ahí, en sitios que no cuentan ni con las condiciones mínimas de seguridad ni de albergue, aseguran las autoridades policiales.

Falta de espacio físico mínimo para dormir y de estancia durante el día, mala alimentación, escasa atención médica, baños y sanitarios deteriorados es el común denominador. Es tal fetidez y la insalubridad que no se puede estar allí sin sentir la necesidad de vomitar y salir corriendo, explicaron exinternos.

Las malas condiciones de las bartolinas pueden propiciar la propagación de epidemias como gripe, chikunguña, dengue, malaria y hepatitis B, entre otras.

Drama familiar

Familiares de los detenidos en una bartolina de San Salvador se quejaron de que en los últimos días había proliferado el chikunguña y que no les habían permitido llevarles medicinas a sus parientes.

Al preguntarles, los encargados de la bartolina y los oficiales dijeron no estar autorizados para hablar.

Tampoco los policías bartolineros cuentan con la preparación técnica y logística para brindar seguridad. De ahí que se han registrado fugas en algunas bartolinas de San Salvador y La Libertad, entre otras. El último caso ocurrió el viernes en Apopa.

El director de la Policía, Mauricio Ramírez Landaverde, manifestó que la institución realiza esfuerzos para mejorar las condiciones de las delegaciones, pero enfrenta falta de presupuesto.

Hasta la Procuradora General de la República, Sonia Cortez, se quejó de que sus auxiliares o defensores de oficio no tenían un lugar adecuado y confidencial para atender a los reos. Incluso, temen por la seguridad de las procuradoras.

Pero lejos de resolverse el problema, la crisis se agudiza, pues a diario la Policía y la Fuerza Armada captura en promedio diario entre 150 y 200 personas por diversos delitos, siendo los más comunes homicidio, agrupaciones ilícitas, extorsiones, violaciones, amenazas, secuestro y privación de libertad.

Según los procuradores, la falta de condiciones en las bartolinas se presta también para que se comentan violaciones a los derechos de los detenidos.

Un equipo de El Diario de Hoy visitó cuatro delegaciones de la PNC en San Salvador, Mejicanos, Cuscatancingo y Soyapango para conocer el estado en que se encuentran. Pero en todas se negó el acceso. En algunas dijeron que había que hacer la solicitud por escrito al jefe de cada delegación, en otros requisitos, que no estaban autorizados y que tenían órdenes estrictas del director de la Policía de no dejar ingresar a periodistas.

De las delegaciones visitadas, San Salvador y Soyapango presentaban el mayor número de visitantes que hacía fila con alimentos y bajo un candente sol, esperando para entregarlos a la Policía, para que se los llevaran a sus familiares detenidos.

No todos los parientes se atrevieron a conversar, algunos por temor a represalias.

Una de los familiares, que pidió no identificarla, dijo que en otras ocasiones por haber declarado en contra de los policías no le recibieron la comida para el detenido.

Otros se quejaron de la mala atención que reciben ellos y sus parientes arrestados en las delegaciones.

No es nada fácil ingresar alimentos a los prisioneros. Antes deben antes pasar por un riguroso chequeo como abrir los paquetes de comida para verificar que no vaya ningún ilícito como chips, celulares, droga, bebidas embriagantes, armas o mensajes atentatorios.

Después de revisar los paquetes y que los mismos contengan los alimentos necesarios y no más allá de lo establecido, el pariente es despachado a su casa.

La mayoría de ellos asegura ser de escasos recursos, se movilizan de zonas alejadas como Chalatenango, Santa Ana, Apopa, San Martín, Soyapango y Mejicanos.

“Yo solo una vez al día vengo a ver a mi hijo, tengo siete meses de tenerlo preso”, afirmó una madre en Montserrat, en el sur de San Salvador.