Salvadoreños recuerdan a las víctimas del terremoto de 1986

El movimiento sísmico provocó graves daños en el centro histórico de San Salvador

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Salvadoreños recuerdan a las víctimas del terremoto de 1986

Por Ricardo Guevara comunidades@eldiariodehoy.com

2014-10-10 7:00:00

Recordar es a veces, remover heridas. Hay historias que muchos prefieren olvidar y guardar en lo más profundo del corazón. Así piensa Alicia, quien nació en 1936, y es una sobreviviente del terremoto del año 1986, que afectó a millares de familias salvadoreñas.

Sentada sobre un banco de plástico, ubicado en el sitio que estuvo el portal que una vez albergó una de las entradas principales del exedificio Rubén Darío, recuerda con lagrimas, los momentos de angustia que vivió hace 28 años.

“Desde que tenía 10 años me he ganado la vida vendiendo en este lugar, incluso antes que construyeran el edificio Darío, ya teníamos un puesto en la cercanías de ese terreno”, recuerda.

Afirma que Dios le dio una nueva oportunidad de vida hace 28 años.

Cinco minutos antes del fuerte sismo se había movido de la acera, lo cual le salvó la vida, aunque resultó con golpes y heridas causadas por el desplome de la estructura.

“En ese momento solo escuchamos una gran explosión, polvo y mucho ruido, luego toda la gente corría y gritaba desesperada”, dice Alicia, quien afirma que conocía a muchas personas que trabajaban en el edificio.

Una de las hijas y una nieta de Alicia, no tuvieron la misma suerte y quedaron soterradas bajo los escombros.

Sin embargo, gracias a Dios, y a los cuerpos de socorro fueron rescatadas con vida.

Una de las niñas, en ese entonces de cinco de años, pasó 16 horas bajo los escombros.

Aunque las heridas físicas ya han cicatrizado, aún perduran las secuelas psicológicas de la tragedia.

Doña Alicia, aún llora y se conmueve al recordar a las personas que conocía y que perdieron la vida aquella mañana de octubre de 1986, y le da gracias a Dios todos los días por haberla protegido en ese momento.

El fatídico 10 de octubre

Las entrañas de la tierra expulsaron su furia aquella mañana del viernes 10 de octubre.

El reloj marcaba las 11 horas y 50 minutos de la mañana, cuando el Valle de las Hamacas comenzó una vez más a mecerse al ritmo de un terremoto de 7.3 grados en la escala de Richter.

Este terremoto ha sido uno de los sismos más destructivos en la historia de la capital.

La cifra de muertos fue de unos 1,500 personas y cerca de 200,000 damnificados.

El epicentro se localizó en la zona de la carretera a los Planes de Renderos y su profundidad fue de 5.4 kilómetros.

La mayor parte de las estructuras de más de cuatro pisos en la capital, colapsaron o sufrieron severos daños.

El edificio Dueñas, los hoteles San Salvador y Tazumal, Biblioteca Nacional y el Instituto Salvadoreño del Café, fueron algunas de las principales estructuras dañadas.

Sin embargo, uno de los principales símbolos de la tragedia fue el edificio Rubén Darío, dañado con anterioridad por el terremoto del 3 de mayo de 1965.

Este, por negligencia, descuido o falta de interés, nunca fue demolido o reparado de forma correcta.