La batalla entre periodismo y populismo en América Latina

Los reconocidos periodistas Andrés Oppenheimer y Jorge Lanata discuten sobre los riesgos de la prensa independiente en América Latina

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Los periodistas argentinos Jorge Lanata y Andrés Oppenheimer durante la ponencia en Washington. Foto EDH / Gerardo Torres

Por Gerardo Torres Twitter: @GerardoTots Especial desde Washington

2014-10-30 7:00:00

En un evento organizado por la Freedom House y The Center for Investigative Journalism the Américas (CIJA), en Washington DC, se reunieron dos celebres periodistas argentinos, Andrés Oppenheimer y Jorge Lanata, para discutir sobre el futuro del periodismo en América Latina, el auge de los gobiernos populistas, los atentados contra la libertad de expresión que está sufriendo la prensa y muchos temas más.

Ambos periodistas explicaron los riesgos que tienen los periodistas independientes en países como Argentina, Bolivia, Ecuador y Venezuela, donde los gobiernos populistas consideran a la prensa como su principal enemiga.

Jorge Lanata, conductor del programa más visto en Argentina en 2013: “Periodismo para Todos”, explica que los distintos líderes populistas han seguido los consejos del fallecido filósofo neo-marxista Ernesto Laclau, quien aconsejaba a los políticos “crearse un enemigo como estrategia de desarrollo de su política y que ese enemigo siempre fuera la prensa porque, en verdad, es un enemigo sin costo”.

Lanata considera que la prensa es un enemigo que compite en otro carril adonde siempre va a perder porque el gobierno tiene más poder que la prensa misma y, además, tener un enemigo externo le sirve a los populistas para reunir a la “tropa”, pero, en el fondo, los gobiernos populistas no querrían que existiera la prensa, pero no pueden erradicarla.

Sin embargo, la prensa no solo es amenazada y atacada por los distintos gobiernos en América Latina; en países como Honduras y México, diversos periodistas han sido asesinados por denunciar el crimen organizado.

Ahora bien, Andrés Oppenheimer considera que hay excepciones, por ejemplo Chile, en las cuales es posible ejercer un periodismo independiente e indica que en su última visita a ese país, en la cual entrevistó a la presidenta Michelle Bachelet, se llevó una grata sorpresa: la televisión transmitió imágenes en las que un opositor criticaba férreamente a Bachelet y él le preguntó, fuera de cámara, si pensaba tomar represalias contra el canal, y ella contestó que no se le ocurría atacar la independencia de una televisión que era de todos los chilenos.

El presentador argentino y columnista de El Clarín, es un crítico férreo de Cristina Fernández Kirchner y ha desvelado diversos casos de corrupción dentro de su gobierno, lo cual le ha costado muchos ataques y amenazas.

Andrés Oppenheimer, conductor del programa de la CNN “Oppenheimer Presenta”, nombra a Lanata como uno de los periodistas más valientes y creativos de América Latina y explica que “el programa de Jorge Lanata es tan influyente en Argentina que el gobierno tuvo que ponerle un partido de fútbol en el otro canal para bajarle el rating y no lo ha logrado”.

Lanata considera que es difícil conciliar lo que los populistas consideran una “revolución” con una prensa independiente porque no soportan otra visión del Estado que no sea la propia.

Oppenheimer considera que además de la prensa, los populistas no pueden vivir ni con un Parlamento ni con un poder judicial independiente. Sin embargo, admite que la sociedad y la prensa tienen en parte la culpa del surgimiento de los gobiernos populistas porque le han dado mucha atención mediática a personas que pronuncian discursos populares y, en muchos casos, en contra del sistema, es decir, la prensa impulsa a muchos candidatos.

¿Por qué surge el populismo?

El conductor del programa radial “Lanata sin Filtro” considera que el populismo surge muchas veces por errores de las anteriores democracias y Venezuela es un ejemplo. Pero insiste en que hay distintos niveles de responsabilidad; por ejemplo, en el caso de Argentina, un tercio de la población es menos que pobre y a duras penas estas personas pueden comer y educarse, por tanto, estos ciudadanos no son culpables, son víctimas; en cambio, el resto de la sociedad sí tiene cierta responsabilidad en el rumbo político que adquiere el país.

Oppenheimer comenta que el fallecido Hugo Chávez (Venezuela), Rafael Correa (Ecuador) y Evo Morales (Bolivia) lanzaron sus campañas con una plataforma anticorrupción y la prensa los consideró como la gran esperanza, pero cometieron el error de no mirar para adelante y colaboraron con el surgimiento del populismo.

Lanata denuncia que en Latinoamérica nos hemos acostumbrado a la corrupción y considera que esta es como el aire acondicionado: “Uno lo prende y se escucha el ruido; pero al rato uno ya no escucha el ruido y, sin embargo, el aire acondicionado sigue prendido”, ejemplificó.

El periodista argentino denuncia que, al inicio, la sociedad se asombraba con la corrupción, luego la naturalizó y ahora convive con eso, por tanto, se han trastocado los valores y lamenta que la corrupción haya pasado a ser un valor electoral, cuando en realidad es una obligación y no hay que felicitar a nadie por ser honesto.

Lanata considera que algunas personas hacen como si las dictaduras las establecen extraterrestres, pero no es así, las dictaduras las consolidan compatriotas, y añade: “Una dictadura no mata 30,000 personas si la gente no está de acuerdo, y un gobierno no se queda 20 años en el poder si la gente no lo permite”. Por tanto, en los países en los que los gobiernos populistas mandan, la oposición debería discutir los errores que llevaron a estos personajes al poder para no repetirlos, y recuerda que Hugo Chávez era venezolano y Néstor Kirchner era argentino, no extranjeros que llegaron al poder.

El caso argentino

Jorge Lanata revela que “en Argentina el 80 % de la prensa tiene que ver con el gobierno, de manera directa o indirecta, y el 20 % de la prensa resiste como puede”, pero hay una paradoja: el 20 % tiene el 80 % de la audiencia y el otro 80 %, a pesar del dinero invertido, tiene el 20 % de la audiencia porque no tienen credibilidad. “En Argentina hay libertad de prensa para decir lo que quieras, pero si los medios están comprados por empresarios del gobierno esa libertad no se puede ejercer”, agrega.

En su caso personal, Lanata revela que el gobierno ha hecho todo lo posible por desprestigiarlo y quitarle anunciantes desde la época de Néstor Kirchner, quien, “si no te podía comprar, te combatía”, comenta. Sin embargo, Lanata admite que es muy difícil para el oficialismo convencer a los anunciantes de que no inviertan en sus programas debido a sus altas cuotas de audiencia. Por ejemplo, Radio Mitre tiene un “share” o nivel de audiencia del 50 %; es decir, de cada 10 radios prendidas en Argentina, cinco escuchan Mitre, lo cual es una locura. En el caso del programa “Periodismo para Todos”, que dirige Lanata, ni la suma de la audiencia de todos sus competidores alcanzan la audiencia de este programa.

Lanata denuncia que, tras el fallido intento de compra por parte del oficialismo, Clarín, grupo mediático para el cual trabaja Jorge Lanata, se convirtió en el principal enemigo del gobierno y ha intentado de diversas formas debilitar al grupo.

Oppenheimer explica que en un principio el gobierno y Clarín convivían, luego se pelearon y finalmente el gobierno impuso una ley de medios en contra del principal grupo mediático de Argentina, la cual estaba destinada a desmembrar al grupo.

Lanata denuncia que objetivamente esta ley tiene buenas intenciones, pero en la práctica sirve para destruir a Clarín y controlar a los otros medios.

Añade que el gobierno ha mostrado un aparato propagandístico que se dedica a hablar mal de todos los periodistas críticos con el oficialismo. En este aparato hay programas televisivos, blogs y programas de radios.

Oppenheimer menciona el caso de los blogueros oficialistas, mejor conocidos como “blogueros K”, los cuales le han atacado cada vez que se muestra crítico con Kirchner, y denuncia que también existen en Ecuador y Venezuela.

Lanata aclara que son un grupo de 30 o 40 empleados que trabajan en una oficina no necesariamente clandestina, los cuales cobran del Estado por nómina, y se dedican a hacerse pasar por usuarios de Twitter para criticar a enemigos políticos, y añade que se ha podido saber más acerca de ellos porque en Ecuador existió un caso hace unos años en las que una “ciber-Correa” se arrepintió y contó todo acerca de su trabajo, salario y horario.

Estos “trolls” oficialistas desincentivan a periodistas a criticar al gobierno, sus ataques no son a las ideas, sino a las personas.

Por ejemplo, Lanata denuncia que le han llamado “maricón” o “corrupto”, en lugar de criticar sus investigaciones periodísticas. Además, no solo lo tuiteros anónimos desincentivan a la prensa, la presidenta de Argentina ha mencionado muchas a veces a periodistas con nombre y apellido en sus discursos, lo cual pone en peligro la integridad física de estas personas en caso de que un simpatizante del oficialismo decida atacarlos.

Jorge Lanata no duda de que el gobierno argentino sea capaz de pasar a la acción para silenciar a algunos críticos y menciona el caso del periodista Marcelo Longobardi, el cual parecía haber sido asaltado por delincuentes comunes, pero se demostró que fue un operativo de inteligencia en el que lo habían estado siguiendo y lo quisieron pasar como un caso de delincuencia común.

Lanata no entiende el motivo de los ataques del gobierno, cuando lo que pide la prensa es simple y lógico: poder pensar y expresarse libremente. El destacado periodista Jorge Lanata considera ilógico que Argentina tenga más canales informativos con Estados Unidos, cuando no hay mercado para tantos y la mayoría viven de fondos estatales.

Además considera que cuando haya un cambio de gobierno, habrá un gran problema porque muchos de estos medios cerrarán y muchas personas perderán su empleo. Lanata no cree que la situación cambiará en un futuro cercano porque el oficialismo no está tan debilitado como muchos creen y considera que no va a haber ningún cambio en Argentina si no juzgan a Cristina Fernández Kirchner y a parte de su gabinete, y considera que nadie tendrá el valor de hacerlo.