Muere en accidente aéreo, veterano piloto de la Guerra de Las 100 Horas

Avioneta accidentada había tenido problemas mecánicos hace dos meses en Ilopango

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El teniente coronel, piloto aviador, José Roberto Corleto Andrade murió ayer, cuando la avioneta que piloteaba se precipitó al lago Suchitlán. Dos militares más murieron y otro fue rescatado con vida. Foto EDH / Cortesía.

Por Jorge Beltrán Luna sucesos@eldiariodehoy.com

2014-10-01 7:00:00

José Roberto Corleto Andrade era un lobo del aire, un maestro de aviadores. Así lo describieron algunos pilotos y militares que lo conocieron como compañeros de carrera o como alumnos de él, al enterarse de su muerte ayer tras accidentarse la avioneta que pilotaba en el lago Suchitlán, al norte del departamento de Cuscatlán.

Corleto Andrade era un teniente coronel, piloto aviador, veterano de La Guerra de las 100 Horas y veterano del reciente conflicto armado que vivió El Salvador en la década de los 80, según información proporcionada por varios de sus compañeros y discípulos.

La muerte del veterano de dos guerras ocurrió ayer, minutos antes de las 9:00 de la mañana, en un sector del lago Suchitlán, frente a las islas El Ermitaño y Los Tercios, 2,500 metros al sur del sitio turístico puerto San Juan, informaron autoridades policiales y militares.

De los cuatro ocupantes de la avioneta, una Piper tipo Azteca, de dos motores, solo sobrevivió un técnico en mantenimiento de aviones identificado como Josué Armando Velásquez Argueta.

Cerca de las 8:00 de la noche la Fuerza Armada informó que el resto de miembros de la tripulación que murieron era el sargento José Armando Roque Mulato y el aerotécnico Sergio Luis Funes Amaya.

De acuerdo con un comunicado de la Fuerza Armada de El Salvador, en la nave iba el teniente coronel como piloto, un suboficial (sargento) y dos aerotécnicos, quienes andaban haciendo un vuelo de prueba de la aeronave

La avioneta era una Piper Aztec FAS 003 que hace aproximadamente se había accidentado en el aeropuerto de Ilopango sin que resultaran daños personales, indicaron fuentes militares.

Auxilio de pescadores

De acuerdo con un hombre que en ese momento pescaba en el sector del accidente, él vio que la avioneta se aproximaba volando bajo y de lado.

De repente vio que iba directamente a impactarse en el agua. El testigo afirma que, posiblemente, a pocos metros del agua el piloto intentó evitar el impacto pero el ala derecha golpeó con el agua y se separó de la aeronave.

Luego, la avioneta cayó de lado, dio una voltereta y se hundió en cuestión de segundos.

Tras el impacto el testigo y otro pescador, que se identificó como José Reyes, se aproximaron al lugar y vieron que una persona estaba a ras del agua pero de cabeza, pegada a un asiento.

Reyes rescató a la víctima, lo subió a su pequeña lancha de aluminio y se dirigió a puerto San Juan, distante a dos kilómetros y medio del lugar del impacto.

En ese momento, Reyes solo vio que en el uniforme del militar se leía el apellido Velásquez, quien aparentemente iba inconsciente.

Debido a la urgencia, al llegar a puerto San Juan agarró, sin permiso, el pick up de un conocido y condujo al militar herido hasta el hospital nacional de Suchitoto.

Ya estando en centro médico, el militar comenzó a moverse por lo que, cuenta Reyes, con el mismo cinturón que portaba le amarró los pies.

Minutos después, el militar rescatado fue trasladado hacia el hospital Militar Central, en San Salvador, por un helicóptero de la Fuerza Aérea.

Hoy reanudarán labores de rescate

De acuerdo con María Rodríguez, una lugareña que vive en la isla El Ermitaño, en el lugar donde cayó la avioneta confluyen los ríos Quezalapa, Paso Hondo y Quelazapa formando una sola corriente que va a dar al paso del río Lempa.

Según María, el sector del accidente es plano y hay muchos troncos de árboles que quedaron sumergidos cuando se construyó el embalse, lo cual podría evitar que la corriente arrastre los restos de la avioneta y de sus ocupantes.

Ayer fueron suspendidas las tareas de rescate de los restos de la aeronave debido a la oscuridad y a las tormentas que estaban cayendo en los alrededores.

De acuerdo con buzos que participaron en la búsqueda de los cadáveres, en ese lugar el lago tiene una profundidad aproximada de entre 20 y 30 metros pero en el fondo hay como dos metros de lodo, lo cual dificulta la visibilidad.

Ayer, horas después del accidente aéreo, buzos de la Policía Nacional Civil, de la Cruz Verde Salvadoreña, de la Cruz Roja Salvadoreña y de la Fuerza Armada participaron en la búsqueda de los restos. En el lugar, durante todo el día se vio emerger aceite o grasa que, posiblemente, era de los motores de la aeronave.