Emotiva despedida de un joven que aspiró a ser sacerdote

Con cánticos, lágrimas y homenajes dieron el último adiós a un joven que entregó su vida a las buenas obras

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Los hermanos en la fe de Edwin cantaban, danzaban y rezaban alrededor de su ataúd. Tres sacerdotes participaron en las exequias.

Por Jaime López sucesos@eldiariodehoy.com

2014-08-02 11:06:00

Para muchos, las palabras quedaron cortas ayer por la mañana, al tratar de expresar el dolor que les provocó la muerte de Edwin Carpio, de 21 años, asesinado el miércoles por la tarde en el interior de un microbús de la Ruta 140, que recorría de San Pedro Perulapán a San Salvador.

A pesar de la indignación por el hecho, la comunidad cristiana católica, parientes y vecinos del cantón La Loma de San Pedro Perulapán, en vez de expresar su repudio contra quienes le cegaron la vida al joven, elevaban sus plegarias y cánticos al Creador durante las exequias que iniciaron en la ermita El Rosario y terminaron en el cementerio general de San Pedro Perulapán.

El crimen ocurrió el miércoles a las 5:30 de la tarde, en el kilómetro 17 de la carretera Panamericana, a pocas cuadras del desvío de Apulo en Ilopango, afirmó la Policía.

En ese lugar, dos sujetos armados lo sometieron en el interior de un microbús, lo golpearon y luego le dispararon hasta matarlo.

Carpio murió con la Biblia en sus manos cuando se dirigía a una celebración de la Palabra en la Parroquia la Resurrección, de la colonia Miramonte en San Salvador.

“El joven Edwin estaba en proceso de discernir su vocación, para saber si el Señor lo llamaba a su servicio”, afirmó un sacerdote ayer.

“Sé que era un buen muchacho, muy servicial, trabajaba por su familia. Con mucho esfuerzo había sacado su bachillerato y aspiraba a entrar a un seminario para consagrarse en la vida religiosa”, reiteró el sacerdote.

Fue amenazado

Amistades de Edwin afirmaron que él fue amenazado por desconocidos y tuvo que viajar a Guatemala para que no le hicieran daño.

Pero una convivencia de su parroquia que se aproximaba, lo trajo de nuevo al país para preparar su espíritu. No descartan también que su muerte haya sido por envidias, al no querer ser de pandillas o porque aconsejaba a los mismos mareros a dejar esos grupos.

El lugar donde residía “es sumamente peligroso”, nadie que sea de otra zona podría ingresar ahí, sin tener problema con las maras.

En su vida se caracterizó por su alegría, su servicio y entrega a los demás. “Él era de los que más participaban cuando había que preparar temas, organizar misas, le gustaba mucho hacer el pan para la eucaristía”, dijo uno de sus hermanos de comunidad.

“Se dedicaba a ayudar a comprar flores y preparar la mesa para la Eucaristía. Cuando un miembro de su comunidad se ausentaba, Edwin era el primero en llamarlo para saber de él, motivaba a sus hermanos y siempre tenía una palabra de aliento para cada uno”, aseguró otra hermana de su comunidad.

Un feligrés de su parroquia coincidió también en que “era un joven bastante activo en la iglesia y una de las características que lo destacó fue que daba la vida por el hermano y murió cumpliendo el Evangelio”. “A él, le quitaron la vida camino a la iglesia”, agregó.

Pese a su ausencia, en la comunidad a la que Edwin pertenecía, consideran no haberlo perdido porque creen que “él está haciendo Pascua con el Señor y desde allá sigue rezando por cada uno de nosotros”.

Pertenecía a la doceava comunidad neocatecumenal de la parroquia La Resurrección del Camino Neocatecumenal; se desempeñaba como salmista (cantor) en las misas.

“Prestaba el servicio con la guitarra, cantaba junto a nosotros. En el camino que nosotros llevamos Edwin ya se nos adelantó”, dijo otro joven.

“Estamos tristes porque nos quedamos sin él, pero al mismo tiempo estamos alegres porque ya está gozando de la gracia de nuestro Señor”, añadió.

Edwin era uno de tres hermanos y se crió con su abuela. Su padre lo abandonó a los pocos días de nacido. En sus últimos días, dijo una pariente, había puesto su hoja de vida en diferentes empresas.

Mientras le salía un empleo formal, trabajaba como vendedor de artículos de fácil colocación y así, daba su aporte económico a la casa de su abuela.