Policía comunitaria no funcionará en sitios con maras

Coinciden expertos en Seguridad por la intimidación que ejercen a residentes

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Investigadores recolectan evidencias en el sitio donde asesinaron a dos hombres en San José Villanueva. Foto EDH / Archivo

Por David Marroquín sucesos@eldiariodehoy.com

2014-08-11 7:00:00

Mientras las autoridades de Seguridad Pública lanzaban ayer tarde una vez más el modelo de Policía Comunitaria como la apuesta para poder frenar los altos índices de criminalidad que han alcanzado hasta 12 homicidios por día, más familias desalojaban sus viviendas en el reparto Las Cañas de Ilopango ante las amenazas de las pandillas.

El modelo de Policía Comunitaria con el que las autoridades policiales buscan tener el apoyo de la gente en el combate de la criminalidad fue lanzado por el presidente Salvador Sánchez Cerén en un evento público realizado en la colonia Costa Rica de San Salvador. Esta estrategia de seguridad se echará (a andar) en el área metropolitana de San Salvador y luego se desplegará hacia otros municipios del país.

La Policía Comunitaria no es nada novedoso porque desde que se fundó la Policía Nacional Civil (PNC) se ha venido impulsando, pero no ha tenido el éxito esperado.

Dos expertos en seguridad coincidieron en que esta estrategia no podría tener cabida en aquellas comunidades que están a merced de las pandillas, porque sus residentes están intimidados y amenazados por esos grupos ilegales. Para que este proyecto pueda ser implementado en esos sitios es necesario que el Estado asuma su responsabilidad de recuperar el control territorial y desalojar a los grupos pandilleriles que ejerzan la autoridad paralela en los mismos.

El exministro de ese ramo, Francisco Bertrand Galindo, sostuvo que si el concepto de Policía Comunitaria que se pretende impulsar es aquella donde los agentes patrullan sus zonas de responsabilidad y conversan con los residentes, no podría servir en las comunidades con alta presencia de pandilleros.

“Si la Policía Comunitaria es la que todos hemos entendido que es una Policía que vive en la zona, que se relaciona con las poblaciones, eso esta bien para las zonas que no tienen alta presencia y no están controladas por las pandillas, pero en las zonas controladas por las pandillas ese tipo de Policía, si entendemos como comunitarias en esos términos, va hacer imposible porque los policías van a entrar con el riesgo de que los maten”, dijo Bertrand Galindo.

Similar postura tiene el exdirector de la Policía Rodrigo Ávila, quien señala que la estrategia es excelente, pero ve como principal problema de que las pandillas tienen un arraigo social tan penetrado en las comunidades, ya sea porque intimidan o amenazan a los residentes, que le resultaría difícil a la Policía aplicar esta filosofía en esos lugares.

“La gente sabe cuáles son los pandilleros que matan, que violan, que roban, que extorsionan, la gente sabe esto como un secreto a voces, la gente simplemente tiene miedo y las pandillas se han convertido en una autoridad paralela, y eso hace que la gente, por miedo, no ejerza contraloría social”, aclaró Ávila.

Tanto Bertrand Galindo como Ávila señalan que las autoridades policiales deben de recuperar el control territorial de esos lugares con presencia de pandillas para desalojar a los pandilleros y enseguida entrar con este modelo policial para generarle confianza a la población y que esta se vuelva aliada de la Policía en el combate y prevención del crimen y la violencia.

“Es imposible y, como primer paso, tienen que sacar a los pandilleros de la zona para poder implantar eso, y ellos no dicen cómo los van a sacar”, dijo Bertrand Galindo.

Ávila prefiere hablar de implementar medidas excepcionales en contra de las pandillas antes de impulsar el plan, como por ejemplo: “Retomar el control de los centros penales (para frenar las órdenes criminales que hacen los cabecillas desde ahí), poner una especie de Estado de Excepción en las zonas críticas, pero para los pandilleros, no para la sociedad buena, y trabajadora, identificar a los colaboradores de las pandillas y ayudarles a salirse de eso, porque la mayoría de sus colaboradores está amenazado”.

Por su parte, el criminólogo y articulista de El Diario de Hoy, Carlos Ponce, advierte que el proyecto de Policía Comunitaria podría ser utilizado en dos sentidos por las autoridades de Seguridad Pública.

“Un peligro claro e inminente es que bajo la sombrilla de Policía Comunitaria, el gobierno crea un instrumento de vigilancia y coerción ideológica, similar al de Nicaragua, en donde muchos expertos han advertido que las redes ciudadanas controladas por las autoridades son utilizadas paralelamente para fines antidelincuenciales y para control político de los ciudadanos”, agregó Ponce.

Sostuvo, además, que existe la posibilidad de que “el Gobierno esté tratando de capitalizar política y mediáticamente la implementación final de este proyecto, en medio de un año electoral y fuertes señalamientos en relación a la debilidad institucional del aparato de seguridad”.

Bertrand Galindo advierte, también, que si los policías se acercarán a la gente de las comunidades con alta presencia pandilleril “eso sería un suicidio (para los policías y los residentes) “.

A juicio de Ponce, este modelo, que tiene como fin que la comunidad se vuelva aliada de la Policía en la lucha contra el crimen y la violencia, es factible y crucial que se implemente en las zonas de asedio de pandillas.

Agrega que es importante que los policías se sumerjan en las comunidades bajo su responsabilidad para poder conocer los problemas de sus residentes y la búsqueda de la solución a los mismos.

“Esto no significa vivir en su lugar trabajo, sino crear interacciones positivas, constantes y fuertes con personas claves dentro de la comunidad para generar confianza que posibilite la recolección de información para resolver los problemas delictivos”, dijo Ponce. Agregó que “no es hacerse amigo de los pandilleros, pero lograr interactuar de forma positiva con los dueños de las tiendas que están siendo extorsionados, por ejemplo, para generar la confianza suficiente que los lleve a trasladar información que permita desarticular a la estructura criminal que los victimiza”.

Bertrand Galindo recordó que ya antes se ha impulsado una serie de proyectos de Policía Comunitaria, pero han fracasado por la dificultad de penetrar a las comunidades con asedio pandilleril.

También se refirió al proyecto de las Patrullas de Intervención Policial Comunitarias (Pip-Com), que “eran patrullas que lo que trataban era de tomar control de los barrios, identificar a los malos para después activar a la Policía Comunitaria, (pero) eso ya no se siguió porque no tuvo la profundidad que se requería con esa política”, dijo Bertrand. Ahondó que la apuesta del exdirector de la Policía, Carlos Ascencio, era reactivar las Pip-Com, pero nunca tuvo el respaldo de las autoridades de Seguridad Pública de ese entonces.

Este modelo policial no es una iniciativa novedosa que pretende echar andar este gobierno, porque de hecho el gobierno de Estados Unidos ha venido apoyando en los últimos tres años “un proyecto muy ambicioso que busca impregnar la filosofía de Policía Comunitaria a nivel institucional”, señaló Ponce.