Dadas las condiciones actuales de la economía salvadoreña, la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (Fusades) sostiene que la economía crecerá menos del 1 % a final del año.
“Todos los indicadores están creciendo menos que el año anterior. O sea que la economía cada vez crece menos”, recalcó el director de estudios económicos de ese tanque de pensamiento, Álvaro Trigueros.
Algunos datos que reflejan el bache económico indican que el gasto público se redujo en el 6 %, y las exportaciones cayeron en el 5.5 %.
Por si fuera poco, este año los empleos formales con respecto al año pasado han disminuido. “En lugar de haber creación de empleo formal, lo que hemos visto en los primeros cinco meses del año es reducción, y sobre esa situación complicada se introducen esas medidas (tributarias)”, dijo Trigueros.
El único indicador que está mostrando crecimiento son las remesas familiares que subieron al 8 %.
Proyectos estancados
Francisco de Sola, presidente de Fusades, comenta que para inyectarle recursos a la economía se necesita de la Inversión Extranjera Directa (IED), pero en este apartado comenta que hay cerca de $3,000 millones en inversiones paralizadas. “Son proyectos parados que no salen adelante, muchos de ellos en energía. Ya con eso crece la generación de empleos y de inversión, y la posibilidad de bajar costos de energía y comenzar a exportar le darían nuevo brillo a la economía; pero no está ocurriendo porque las condiciones no están dadas”.
Hacen falta reglas de juego claras, respeto a los contratos y a los laudos arbitrales, afirma De Sola.
Álvaro Trigueros lamenta que con las reformas recientemente aprobadas por la Asamblea Legislativa se mina aún más la confianza que existía en las instituciones, una de las causas principales por las que no viene inversión extranjera. De por sí las cosas ya van mal, pues afirma que “no hubo entrada de inversión extranjera en el primer trimestre” de 2014.
Advierte que esta y otras situaciones hacen vulnerable al país, “y dichas vulnerabilidades nos hacen dependientes de la deuda”. Lo peor es que esa vulnerabilidad se ha agravado este año, pues la deuda sigue creciendo.
Acá ejemplificó que hasta julio pasado, el saldo de las Letras del Tesoro (deuda de corto plazo) alcanzaba los $838 millones, por lo cual no sirvió de nada la pasada emisión de bonos, con los que el Gobierno pretendía “limpiar la mesa”.