Madre salvadoreña desaparece en frontera México – EE.UU. sin dejar rastro

Marilú Noeli Alas Santos es originaria de Ahuachapán, al igual que su esposo que la ha buscado por dos años. No pierde la fe de hallarla viva o muerta

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El esposo de la salvadoreña vive angustiado.

Por Tomado de laopinion.com

2014-08-10 7:29:00

Hace casi dos años que Luis Fuentes escuchó por última vez la voz de su esposa antes de su misteriosa desaparición en Texas tras cruzar la frontera. Hoy, tras una infructuosa cruzada que le ha llevado por El Salvador, México y varias ciudades de Estados Unidos, no se rinde en su empeño de encontrar a la madre de sus dos hijos.

“Un día antes del Día de la Madre la soñé, casi la sentí”, dijo Fuentes, quien mantiene la ropa y las joyas de su esposa Marilú Noeli Alas Santos intactas en su habitación en Brentwood, Long Island, a la espera de su regreso. “En mi corazón no muere la esperanza de que está viva esperando a que yo la encuentre”.

Fuentes, quien es trabajador de la construcción, emigró del departamento salvadoreño de Ahuachapán a finales de los 90 con el Estatus de Protección Temporal (TPS) otorgado por el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) a raíz de la devastación del huracán Mitch.

Marilú, original del mismo departamento, emigró en 2006 a Brentwood sin estatus legal. A pocas semanas de llegar alquiló una habitación en casa de Fuentes y pronto se enamoraron. En 2007 nació su primer hijo, Luis (7), y más tarde Janie (4).

En 2011 Marilú regresó a El Salvador, acompañada de sus dos hijos, para cuidar de su padre, que estaba gravemente enfermo. Un año después quiso regresar a Brentwood, decidida a cruzar la frontera mexicana pese a la violencia de los cárteles.

“Le rogué que no regresara, le advertí que era muy peligroso”, expresó Fuentes con un hilo de voz y los ojos humedecidos.

La última llamada de Marilú -de entonces 28 años- fue el 3 de septiembre de 2012. Fuentes sintió un profundo alivio, confiado en que la travesía de 2,000 millas desde El Salvador había concluido finalmente.

Su esposa le anunció que ella y su hermana Reina Carolina estaban en suelo estadounidense, luego de cruzar el Río Grande en el Condado de Hidalgo, Texas. El consuelo fue fugaz, y en cuestión de horas pasó a zozobra.

“Estaba nerviosa porque los coyotes las habían extorsionado en el camino. Me pidió que pagara el cruce o de lo contrario nunca la volvería a ver”, recordó.

Fuentes negoció la transacción con un hombre que se identificó como Mario, a quien depositó $2,500 por Western Union. No volvió a saber de Marilú.

“Reina dice que un auto las llevaría a Houston, pero a ella la bajaron a la fuerza. Se llevaron a su hermana, fue la última vez que la vio”, recordó.

Reina relató a Fuentes que por algunos días durmió con otros inmigrantes en un sitio no identificado y luego la entregaron a otro coyote, quien la llevó a un motel llamado Palacio Inn en la ciudad de Álamo (situada en Rio Grande Valley, en el sur de Texas), en donde fue violada en el cuarto 116 por dos días hasta que logró escapar.

“Me llamaron varias veces pidiendo dinero por Reina. Me decían que tenían a Marilú, pero no me la ponían al teléfono”, dijo.

De acuerdo con Luis, su cuñada colaboró con autoridades migratorias y se logró el arresto de sus captores, pero éstos negaron conocer el destino de Marilú. El caso sigue bajo investigación y Reina -quien también radica en Brentwood- está esperando una Visa U, para víctimas de tráfico y violencia.

Esperanza Viva

En noviembre de 2012, Luis Fuentes trajo de El Salvador a sus hijos Luis y Janie, y los dejó al cuidado de su familia para buscar a su esposa. El padre asegura que tocó decenas de puertas de organizaciones, departamentos de policía, políticos y diplomáticos de su país natal, México y Estados Unidos.

“En estos dos años envié más de 600 correos electrónicos a personas que creí que podrían ayudarme”, apuntó. “Hice circular la foto de Marilú en 2,500 iglesias de la frontera mexicana. He gastado unos $25,000 buscándola y no descansaré hasta dar con ella”.

Su último esfuerzo de búsqueda fue entregar muestras de ADN a antropólogos que buscan identificar los cuerpos de 162 inmigrantes en fosas comunes de un cementerio situado en el poblado de Falfurrias, al sur de Texas.

Para Fuentes la desaparición de su esposa pesa en los hombros de sus hijos.

“Si está viva o muerta, la queremos de vuelta, queremos una tumba donde llorar y llevar flores”.