Francisco de Sola es claro, y responde sin rodeos cuando se trata de asumir una posición sobre un tema que le interesa, por eso y porque tiene casi tres años de empujar el Asocio para el Crecimiento, señala que este no ha funcionado como se esperaba, y que si de ponerle una nota se trata, de diez le pondría un cinco, aunque hubiera deseado un siete.
La buena noticia, apunta, es que se ha trabajado bastante en el Fomilenio II, y cree que al final el desembolso saldrá exitosamente, así como una serie de factores complementarios que se podrán resolver, tales como los vinculados a la tramitología, inversiones en infraestructura y leyes de promoción de las inversiones.
El Asocio camina soportado por acciones del Consejo Nacional para el Crecimiento, un foro consultivo que se constituyó en noviembre de 2011, entre algunos de los empresarios más destacados del país y por funcionarios de Gobierno.
Pero si bien a los empresarios les corresponde recomendar acciones que remuevan los obstáculos al crecimiento y otras que permitan el combate de la inseguridad, en definitiva, su implementación le corresponde al Gobierno.
En ese sentido, De Sola señala que el Gobierno “no ha sido un brillante implementador ni de los proyectos, ni de la legislación que permite los proyectos, ni de la coordinación de las instituciones que permitan lo anterior ni de fortalecer una visión de hacia adonde vamos”.
Sin ánimos de querer echarle la culpa a alguien en particular por el lento avance de los proyectos, sino de ver hacia adelante, De Sola apunta que lo que falta para que el Asocio para el Crecimiento despegue es visión, coordinación, disciplina, orden político, para que las legislaciones pasen, extender una mano propositiva y compartir los retos con la sociedad civil y el sector privado.
Lamentablemente, dice el empresario, lo anterior es lo opuesto a lo que hizo el Gobierno anterior. “Entonces no es muy difícil cambiar de estilo. Es oportuno que un nuevo Gobierno empiece con nuevos brillos y nuevas energías, lamentablemente este madrugón (para aprobar las reformas tributaria y la elección de funcionarios de segundo grado) nos enseña que ese camino no es el mismo que compartimos”, recalcó.
El tema de seguridad tiene menos avances
Al cuestionar al empresario sobre el aspecto de la seguridad física y jurídica, acepta que las acciones ejecutadas en esta rama del Asocio para el Crecimiento han caminado más lentamente que las del brazo económico.
“Por el lado de seguridad no es muy visto lo que se ha logrado, porque el Gobierno anterior tuvo una trayectoria de cambio de ministros, problemas políticos con eventos como la tregua, y realmente no fue una trayectoria certera y con visión clara de que se quería hacer”, apuntó.
Lo anterior, sostiene, le da ventaja al nuevo Gobierno porque le da la oportunidad de cambiar las cosas; pero, aparentemente, el nivel de robos, violencia y extorsión sigue subiendo, lo cual pone más presión.
Ese es un gran reto para el Asocio, porque le obliga a rendir frutos, y acá deben verse frutos también “de la cooperación internacional, bien ordenada y bien dirigida, que es la promesa que trajo el presidente de Estados Unidos”, Barack Obama, cuando anunció el Asocio para el Crecimiento.
Los retos pendientes
Para el presidente de la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (Fusades) hay temas pendientes que se pueden arreglar para aumentar las inversiones y apoyar al crecimiento económico nacional.
Entre estos detalló que el caso Cel-Enel debe solucionarse cuanto antes para atraer inversión extranjera directa.
Además está por definirse la concesión del puerto de La Unión, que no se hizo en el Gobierno anterior; y también está por realizarse la refacción y modernización del Aeropuerto Internacional.
Otra de las tareas pendientes tiene que ver con la Ley de Asocios Públicos Privados, que luego de mucha discusión fue aprobada, “pero este Gobierno tampoco está dando ninguna señal de que quieren usar este vehículo nuevo para atraer inversión”, dijo.
El Asocio para el Crecimiento, un programa creado por los Gobiernos de EE.UU. y de El Salvador, se fundamenta en dos pilares: remover los obstáculos a la competitividad nacional y combatir el crimen y la inseguridad.