Exjefe PNC condenado en Suiza fue clave en caso de diputados

Está sentenciado a cadena perpetua en Suiza por la muerte de siete reclusos en penal guatemalteco

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Erwin Sperisen, exdirector de la policía guatemalteca, fue condenado a cadena perpetua por la muerte de siete reclusos.

Por David Marroquín nacional@eldiariodehoy.com

2014-07-12 8:00:00

Erwing Sperisen, condenado el 6 de junio pasado por un tribunal de Ginebra, Suiza, a cadena perpetua por encontrarlo culpable de las muertes de siete reclusos de un penal de Guatemala, no es un personaje desconocido para El Salvador.

Sperisen, quien posee la doble nacionalidad suizo-guatemalteca, dirigía la Policía guatemalteca el 19 de febrero de 2007, día que asesinaron a los tres diputados salvadoreños ante el Parlacen, y a su motorista.

Los parlamentarios salvadoreños Eduardo d’Aubuisson, William Pichinte y José Ramón González, y el agente Gerardo Ramírez, quien manejaba la camioneta todo terreno en la que viajaban, fueron asesinados en una región de Villa Canales, al sureste de Guatemala.

Por la muerte de los cuatro salvadoreños, ocho guatemaltecos, entre estos el exdiputado Manuel de Jesús Castillo (a) Manolillo, cumplen centenarias penas de prisión.

Aún falta por enjuiciar al exdiputado salvadoreño Roberto Carlos Silva Pereira, quien se encuentra detenido en Estados Unidos, en espera de ser extraditado a El Salvador.

A Silva Pereira se le acusa de ser el autor intelectual de las muertes de los diputados.

Independientemente de los hechos registrados el 25 de septiembre de 2006, en los que murieron siete reclusos de la granja penitenciaria Pavón, en Guatemala, y por los cuales ha sido sentenciado, Sperisen fue “clave” para descubrir, en los primeros dos días, a los policías responsables de haber asesinado a los diputados y su motorista. Así coincidieron exfuncionarios de Seguridad Pública consultados por El Diario de Hoy.

A Sperisen, quien fue director de la Policía de Guatemala entre los años 2004 y 2007, le aplicaron cadena perpetua (prisión de por vida) como autor directo de la muerte del recluso José Abraham Tiniguar y coautor de otras seis ejecuciones, en la referida penitenciaría.

“Sperisen en ningún momento trató de ocultar información sobre los asesinatos de los diputados, ahora que en otros hechos donde mataron maleantes e hicieron otras cosas, eso no sé, no puedo meter las manos al fuego por él”, dijo un exfuncionario de Seguridad Pública salvadoreña.

Aseguraron las fuentes que Sperisen fue “muy colaborador” con el caso Parlacen y en ningún momento ocultó información que luego serviría para llegar hasta los cuatro policías que actuaron como autores materiales de la masacre.

Tres días después de haber sido capturados, a los policías guatemaltecos los asesinaron en el penal El Boquerón, Cuilapa, Guatemala.

Explicaron las fuentes que Sperisen “les abrió las puertas a las autoridades salvadoreñas para que hicieran sus propias averiguaciones” que, a la larga, fueron fundamentales para descubrir a los responsables materiales y a los que habrían sido los autores intelectuales.

Incluso, Sperisen no tuvo temor de las amenazas que provenían de algunos mandos medios de la Policía, si arrestaban a sus cuatro compañeros.

Le advertían que iban a hablar sobre las muertes de reclusos en el Pavón, en el penal El Infiernillo, y el asalto a vehículos blindados en el aeropuerto La Aurora.

“Cuando las autoridades salvadoreñas le pidieron a Sperisen que se capturaran a los policías, él fue el primero en decir, capturémoslos, nunca hubo un obstáculo por parte de él”, dijo el exfuncionario salvadoreño.

Contrario al interés que mostraba Sperisen por esclarecer el caso Parlacen , “no así de Víctor Rivera (a) Zacarías, quien sí encubría todas esas cosas (hechos delictivos de los policías)”. Rivera fue asesinado años después, en Guatemala.

Otro exfuncionario consultado, quien también prefirió el anonimato, por razones de seguridad, explicó que cuando los investigadores salvadoreños descubrieron por medio de los videos de las cámaras instaladas cerca de un centro comercial, el modelo del vehículo en el que habían secuestrado a los diputados, Sperisen les confirmó que la unidad de investigaciones tenía automóviles con similares características.

Además les indicó que la mañana del día de los asesinatos, se los habían prestado a los policías capturados, porque argumentaron que irían a realizar algunas investigaciones.

“Sperisen nos dio la información claramente de la bitácora del GPS del carro… Él mostró todo el tiempo un interés verdadero en que se llegara al fondo del asunto, en el caso de los diputados salvadoreños”, dijo un exinvestigador policial.

También ofreció colaboración en la verificación de los registros telefónicos de los policías involucrados en las muertes de los diputados, los que coincidían en horas y sitios donde ocurrieron los asesinatos.

“Hay personas dentro de la Policía que decían que Sperisen era correcto, lo que pasa es que lo tenían dormido. El pecado grande de Sperisen fue haberse dejado manipular y sorprender por personas que eran totalmente corruptas”, dijo un exfuncionario.

“Quizás algunas de las cosas que se hicieron de manera ilegal, probablemente no las conocía Sperisen”, señala el exfuncionario, pero en otras situaciones “probablemente esta gente lo convenció de que la única salida, era cometer hechos como las matanzas de maleantes que hicieron”, expresó.

Uno de los obstáculos, a juicio de los consultados, fue las grandes diferencias que existían entre él y Víctor Rivera, quien nunca colaboró con los investigadores salvadoreños.

Cuando los policías salvadoreños dijeron que era necesario verificar las cámaras de video de la gasolinera donde compraron el combustible para incinerar la camioneta, Rivera saltó de inmediato y aseguró que ya se había ido a revisar y que no se había encontrado nada.

Sin embargo, los investigadores salvadoreños contactaron con los representantes de la empresa y estos les entregaron los videos y, al “revisarlos, vimos las evidencias” y Víctor Rivera las había ocultado.

“Sperisen no era una mala persona, sino que se sometió a sí mismo, a estar comandando a una estructura dentro de la policía, totalmente corrupta, entonces al final se puso en manos de ellos porque las prácticas de estas estructuras casi siempre reñían con la legalidad, abusaban de autoridad”, dijo una de las fuentes.

Incluso, los exfuncionarios consultados sospechan que Rivera pudo haber tenido algún grado de responsabilidad en la muerte de los cuatro policías sospechosos de haber asesinado a los diputados y a su motorista. Por el momento, el caso de los policías asesinados ha quedado impune.

La coartada que habría planeado para que no lo involucraran en esa matanza, fue haber pedido una reunión urgente, desde la frontera con El Salvador, con las autoridades policiales salvadoreñas, para mostrarles, según él, algunos resultados de investigaciones que, se supone, interesaban a los dos países, pero que al final no tenían ningún interés para las autoridades salvadoreñas.

En esa misma reunión, Rivera recibió una llamada telefónica en la que aparentemente le avisaban de la muerte de los cuatro policías y él habría simulado estar sorprendido por el hecho.

En marzo pasado se conoció información desclasificada por el gobierno de EE. UU. en la que planteaba sus dudas con relación a las investigaciones en torno a las muertes de los diputados salvadoreños y su motorista, como las de los policías asesinados, por considerar que “no habían sido profesionales”.