El 60 % de los niños migra por violencia, según estudio

Una investigación confirma que el fenómeno tiene varias causas, pero la inseguridad es la más frecuente

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Madres jóvenes y niños de corta edad vienen repatriados desde México. Foto EDH/ Claudia Castillo

Por Lilian Martínez lilian.martinez@eldiariodehoy.com

2014-07-26 7:14:00

¿Por qué huyen los niños de El Salvador? Esa es la pregunta que intentaba responder la investigadora estadounidense Elizabeth G. Kennedy al entrevistar a más de 500 menores de edad repatriados desde México.

Tras analizar 322 entrevistas (106 a niñas y 216 a niños), puede decir que el 90 % quería llegar a Estados Unidos y más de la mitad quiere intentarlo otra vez.

Los menores proceden de todos los departamentos del país, pero la mayoría son de San Salvador, San Miguel, Santa Ana y Usulután. Y aunque todos tienen más de una razón para irse, el 59.7 % habla de “amenazas, inseguridad y violencia” como el principal motivo para decidir emigrar, aunque ello les pueda costar la vida.

Solo el 35 % menciona la reunificación familiar; otro 31.6 % el deseo de seguir estudiando; el 27.2 % la pobreza y búsqueda de empleo; el 3.1 % el abuso dentro del hogar; y el 3.1 % por “aventura”.

Pero el Gobierno tiene otra visión de este problema. El 21 de julio, el viceministro de Justicia y Seguridad Pública, Juan Javier Martínez, descartó que la inseguridad y la violencia sean la causa del aumento en el flujo de niños que migran sin sus padres hacia EE. UU.

En palabras del funcionario: “Solo el 40 % de los niños deportados desde México viven en municipios altamente violentos”. Con base en ese dato, cree que afirmar que la violencia ha provocado el creciente éxodo es un error.

Kennedy, quien obtuvo su maestría en Estudios sobre Migraciones Forzadas y Refugiados en la Universidad de Oxford, piensa diferente: “Tener un alto índice de violencia no es toda la historia de lo que está pasando en un municipio, porque he conocido a niños, niñas y adolescentes de muchos municipios, de todos los departamentos, de áreas rurales y urbanas”.

La investigadora afirmó que como hay miedo de hacer denuncias, “algunas cosas no están reportadas”. Recordó que se han encontrado muchas tumbas clandestinas en el país. Eso la hace afirmar que “a veces uno no sabe que está pasando por varios años”.

“Esa es mi primera crítica, que los números, las cifras no dicen toda la historia. Lo segundo es ¿qué significa un municipio con alto índice de violencia? ¿qué es un municipio con menos índice de violencia? Es la misma pregunta: si hay violencia ¿hasta qué nivel tiene que ser para no sentirse seguro?”, agregó.

Ella considera que nadie puede determinar en qué aspectos los niños y los adolescentes van a sentirse seguros o no: “Yo hablo con ellos y, es verdad, a veces ellos me responden que su comunidad es bien sana; pero siempre después sigue con ‘todavía’ o ‘gracias a Dios’, y el sentimiento es que en cualquier momento pueden llegar las pandillas y las maras u otro grupo de crimen organizado”.

El Diario de Hoy la cuestiona: “Entonces, ¿no todos los que se están yendo lo hacen porque vivan en lugares donde sea evidente la inseguridad?”.

Kennedy responde: “Como expliqué en la presentación, es verdad que algunos se sienten (piensan) ‘mejor me voy antes de tener problemas’, que es un tipo de pensamiento muy inteligente de verdad. Están pensando en un futuro y todo eso”.

La investigadora afirma que el fenómeno es multicausal, pero algunas causas se repiten más que otras. Al preguntarle ¿cuál es la que más se repite?, Kennedy reitera: “La violencia y la reunificación familiar, pero como expliqué… solo el 35 % dan esa razón para su migración. Aunque más del 90 % tiene familiares en los Estados Unidos”.

También es un problema de salud mental

En abril de 2013, la revista JAMA, de la American Medical Association, publicó la investigación de Kennedy: “Sufrimiento innecesario. Las posibles necesidades insatisfechas en materia de Salud Mental de los menores extranjeros no acompañados”.

Los primeros párrafos de este documento dan cuenta de cómo el fenómeno de los niños que llegaron a Estados Unidos sin papeles, sin padres y sin un tutor y que fueron detenidos es algo que ocurre desde 2004. Desde entonces hasta 2012, 70 mil niños habían llegado en esas condiciones. Solo en el año fiscal 2012, llegaron 14 mil 500.

Según la misma investigación, el 97 % de los niños extranjeros no acompañados (UAC por sus siglas en inglés) provenían de El Salvador, Guatemala, Honduras y México, entonces ya eran descritos como “países con dramáticos incrementos de violencia, sistemática corrupción estatal y pobreza”.

Kennedy consignó en su investigación que la migración de niños sin papeles provoca “niveles significativos de trauma”. El viaje los lleva a atravesar territorios y rutas controladas por cárteles de la droga “que golpean, ahogan, mutilan, asesinan, roban, abusan y matan de hambre a los migrantes indocumentados (…). Del mismo modo, los coyotes (guías) pueden ofrecer drogas a los UAC o alcohol para contener su hambre o proponerles trabajos forzados o sexo a cambio de la supervivencia”.

“En conjunto, el alto nivel de trauma potencial antes y durante la migración puede llevar a algunos de los más altos niveles de enfermedad mental entre los niños en los Estados Unidos”, añade Kennedy en dicho documento.

A inicios de julio, representantes locales de Visión Mundial señalaban la necesidad de dar seguimiento a cada niño repatriado. Marla González de Martínez, directora de la división de políticas públicas de dicha ONG, afirmó: Estos niños tienen que ser atendidos y se les debe facilitar un proceso de reacomodo en sus realidades. Porque están viviendo situaciones que no logran comprender”.

La mayoría de menores salvadoreños detenidos tras intentar ingresar a Estados Unidos sin papeles todavía espera presentarse ante un juez. El Instituto Salvadoreño del Migrante (Insami) considera que si el Estado salvadoreño reconociera que la violencia y la inseguridad forzaron a estos niños a a irse, estos tendrían una gran posibilidad de pedir y obtener refugio. El futuro que les espera aquí, de ser deportados, no es prometedor. Aunque no vivan en los municipios “más violentos”, Kennedy los ha escuchado decir: “Me voy, antes de que me pase algo”.