Agapito en la recta final para demostrar inocencia

Joven fue condenado a 15 años por secuestro, delito que asegura nunca cometió

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José Agapito Ruano Torres, condenado por secuestro, y que según él es inocente, espera que un tribunal internacional, con su resolución, limpie su imagen. Foto EDH / MARLON HERN??NDEZ.

Por Jaime López nacional@eldiariodehoy.com

2014-07-05 8:00:00

José Agapito Ruano Torres está a punto de cumplir una condena de 15 años, impuesta por el Tribunal Segundo de Sentencia de San Salvador, por el secuestro de un comerciante de la zona norte de San Salvador.

Delito que, según el joven, nunca cometió, pero que ni la Fiscalía ni la Corte Suprema de Justicia le han querido creer.

El Tribunal fundamentó su sentencia en la declaración de uno de los principales secuestradores, a quien las autoridades (Fiscalía y jueces) le perdonaron la sanción penal, tan solo por identificar a José Agapito como uno de los plagiarios del empresario de buses, la madrugada del 17 de agosto de 2000.

Pero el testigo no reconoció a José Agapito por su verdadero nombre, sino por el apodo de “Chopo”, que durante el ilícito dijo haber escuchado.

A raíz de lo que él llama una “flagrante violación a sus derechos”, Agapito ha recurrido a la Comisión Interamericana de Derechos Humana (CIDH) para defender su inocencia.

La instancia de justicia internacional, luego de analizar las pruebas y sus argumentos, concluyó que los tribunales salvadoreños violaron varios derechos del procesado.

Entre ellos, el de la presunción de inocencia y el de integridad personal, al ser presuntamente torturado durante la captura y defensa.

Con esos y otros argumentos, la CIDH transfirió el caso a una instancia superior, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), el pasado 13 de febrero.

Agapito asegura haber recurrido al tribunal internacional no para evitar la condena impuesta, porque ya descontó 14 de los 15 años que le impusieron, sino para defender su inocencia, que, según él, ha sido “pisoteada” por todo el sistema de justicia nacional.

Desde el 2010, el seleccionado goza de los máximos beneficios penitenciarios, primero con la fase de confianza (en la que salía a trabajar por las noches y regresaba a dormir al penal) y últimamente, la libertad condicional, en la que solo tiene que ir periódicamente a firmar al Juzgado 2º de Vigilancia.

Pero, aunque ya no está en prisión, literalmente, Agapito busca limpiar su buen nombre e imagen, al demostrar que nunca secuestró a nadie, delito por el cual ha cumplido una sentencia.

La captura y posterior procesamiento de Agapito, fue irregular y amañada, según lo ha manifestado su representante legal actual.

“A mi me capturaron, me metieron preso y me condenaron tan solo porque un secuestrador confeso al que las autoridades le dieron beneficios penales. Me identificó como “el Chopo” que no era mi sobrenombre”, expresó el convicto.

Su vida actual

Desde antes de su detención, Agapito había sido formado en los oficios de albañilería, carpintería, fontanería y electricidad, con los que afirmó haberse ganado de forma decente su vida, y mantener a su esposa y a sus dos hijos.

En libertad, Agapito ha retomado sus conocimientos y experiencia en la construcción de casas al gusto de los clientes.

El 5 de julio de 2013, obtuvo el beneficio de la libertad condicional. De esa fecha a la actual, ha construido unas cinco casas, además de realizar otros trabajos de ampliaciones y acabados en otras.

“Como un secuestrador no me iba andar sudando la camiseta como me ha tocado a mí, quemándome el rostro de 8 de la mañana a 5 de la tarde, todos los días”, reclamó.

Lamentó que no le hayan cerrado su caso el 26 de junio de 2014 , como lo establecía el cómputo de su sentencia, establecido por la Dirección General de Centros Penales.

Sino, deberá esperar un año más, el 26 de junio de 2015, para recobrar su completa libertad, afirmó que le han notificado.

“Me tuvieron encerrado 13 años en una cárcel, aguantando hambre y exponiéndome al peligro, mi papá gastó hasta los últimos centavos para pagar un abogado que me sacara, pero todo fue imposible”, lamentó.

Las audiencias que programan para revisar su caso, ya no le dan la misma alegría que cuando estaba detrás de las rejas, cuando ansiaba quedar libre, afirmó.

“Ahora, lo mismo me da, si me hacen o no la audiencia, en todo caso es el Tribunal Segundo de Sentencia, que tendrá que arreglárselas con la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre mi caso”, confía Agapito.

La Corte dio dos meses al Tribunal Segundo de Sentencia, para que quite la condena impuesta a Agapito, pero este se ha negado y ha programado, para el 30 de julio, una audiencia para revisar la sentencia.

Primer día en libertad

Pero entre la insatisfacción de cumplir una pena por un delito que, según él, no cometió, y gozar de los beneficios penitenciarios, después de 13 años en prisión, Agapito recuerda aquel día cuando le informaron que la Cámara de lo Penal había fallado a su favor, al concederle la fase de confianza, que el Tribunal Segundo de Sentencia, le había rechazado en una audiencia.

Como reacción, sus conocidos y vecinos se alegraron de haber conseguido un poquito de libertad, al tiempo que se solidarizaban por la injusticia de la que fue víctima.

Pero como en todo, también se enfrentó a otros, que con la información del caso, lo han condenado y se han mostrado en contra de su libertad.

Pero entre quienes estaban a su favor y los que estaban en contra, Agapito dio otro paso en su libertad: le concedieron la libertad condicional, con la que consigue salir del todo de la prisión ordinaria, y solo queda a cargo del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria, para ir a firmar periódicamente.

En esas condiciones ha permanecido el último año. Este lapso le ha traído grandes satisfacciones al estar cerca de sus dos hijos y su esposa, pero no es fácil desligarse de la prisión.

“Tengo pesadillas de que estoy en prisión, y me encuentro en las masacres, que camino en medio de tantos muertos. Me despierto y ya no puedo dormir, porque me pongo a pensar en esos momentos y cómo me condenaron injustamente”, relató.

Recuerda el día: a las 8:00 de la noche, cuando le notificaron que había quedado en libertad condicional, pero que no pudo salir esa noche, porque temía que le pasara algo en el trayecto entre el penal La Esperanza y Guazapa.

Esperó hasta las 5:00 de la mañana del siguiente día para recobrar su libertad y viajar a su casa.

Desde ese día a la fecha, la rutina de Agapito es salir de su casa a las 8:00 de la mañana y regresar a las 6:00 de la tarde de lunes a viernes, de ahí ya no sale. Ahora, Agapito espera que el Tribunal Segundo de Sentencia, valore las circunstancias y cierre su caso.

Pero sobre todo, espera ansiosamente el fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en la que lo declaren inocente de un delito, por el cual fue sentenciado a 15 años.

Como parte de su proyecto de vida, se propone comprar un lote, construir una casa y luego venderla y así seguir adelante con su familia, hasta donde Dios le preste vida.

“Los daños que causó la Policía ya pasaron, no así todo lo que viví en las cárceles donde estuve. He tenido pesadillas, en mis sueños, me veo en las masacres y la forma en que se vivía en la prisión”.