Extorsiones golpean el turismo en bahía de Jiquilisco

Pandilleros cobran de 5 a 25 dólares a turistas y encargados de vehículos comerciales para dejarlos ingresar a la zona, según la Fiscalía

descripción de la imagen
La mayoría de los negocios de la zona está bajo el asedio de las pandillas, cuyos propietarios prefieren mejor "ver, oír y callar" .

Por David Marroquín sucesos@eldiariodehoy.com

2014-07-28 7:00:00

Las bellezas naturales que se contemplan a la largo de la Bahía de Jiquilisco, en Usulután, contrastan con la poca afluencia turística motivada por el accionar de las pandillas, que se han dado a la tarea de extorsionar a cuanto turista se acerca para disfrutar de los maravillosos parajes de la naturaleza, a los distribuidores comerciales que entran a vender sus productos y a los sectores productivos de la región.

Para recuperar la zona del embate delictivo y devolverle la atracción turística a la península, se ha conformado una Fuerza de Tarea Conjunta de la Fiscalía, Policía Antipandillas y Fuerza Armada que tiene como propósito contrarrestar las acciones delictivas que cometen los pandilleros.

Esta Fuerza de Tarea ha resuelto tres casos de extorsiones que han dejado los arrestos de seis adultos y un menor de edad.

Sin embargo, ni la Fiscalía ni la Policía tienen un dato exacto del número de extorsiones que se da en la localidad porque la mayoría de víctimas prefiere callar para no poner en riesgo su vida.

Entre las comunidades y cantones más afectados están San Marcos Lempa, El Zamorán, San Juan del Golfo, La Canoa, Isla de Méndez y Corral de Mulas, entre otras. En esta extensión habitan unas 13,600 personas en 26 comunidades. El puesto policial responsable del sector solo tiene seis agentes, uno de ellos padece de minusvalía.

Algunas personas tuvieron que huir del lugar porque ya no resistían la presión de convivir con los grupos pandilleriles que los amedrentaban a fuerza de armas de fuego que siempre llevan consigo, según vecinos del sector.

Es tal la intimidación que las pandillas ejercen sobre los pobladores, que los mareros han tenido la osadía de llegar a comer a algunos restaurantes con los fusiles o escopetas entrecruzados de las espaldas, declararon los denunciantes.

En un recorrido que hizo El Diario de Hoy por la referida península, se pudo percibir una aparente tranquilidad en el área, aunque detrás de esa supuesta calma se esconde el temor que ejercen los grupos pandilleriles a los pobladores.

El jefe de la Unidad Antiextorsiones de la Fiscalía, Allan Hernández, explicó que los pandilleros, para extorsionar a los turistas y comerciantes, aprovechan los más de 10 túmulos que existen a la largo de la carretera para interceptar a los automovilistas cuando disminuyen la velocidad y, enseguida, les exigen entre cinco y 25 dólares para dejarlos continuar con el viaje.

“Los vendedores ruteros, turistas y las personas que trabajan en la zona son potenciales víctimas de las extorsiones. Estas personas son las que terminan pagando las pequeñas cantidades que los pandilleros les piden”, dijo Hernández, quien agregó que “ellos aparecen y desaparecen en la carretera a su antojo… cuando se le paga a uno, perfectamente le puede pedir otro grupo, se corre el riesgo de que le pidan hasta cuatro veces, porque no es el que está a la par el que le pidió”.

Comerciantes y propietarios de algunos restaurantes resienten la baja de turistas, aunque varios de los afectados prefieren echarle la culpa a la crisis económica que a la criminalidad de las pandillas para evitarse ser blanco de las represalias de esos grupos.

“La delincuencia, aquí, no nos afecta porque nadie viene a molestar, solo la gente que viene a comer, nunca me han venido a poner… de decirme… No, ni se acercan ellos aquí, a saber dónde andan haciendo sus cosas”, dijo Rosa, una comerciante de dicho lugar.

La intimidación de los pandilleros hacia los residentes es tal que, durante la plática que se tenía con el encargado de un negocio, llegó un sujeto que posterior fue identificado como pandillero por los soldados, para escuchar lo que decía el vecino, una situación que lo incomodó y desistió de hablar de los pandilleros del lugar. Incluso, en algunos comedores de la localidad, sus propietarios se niegan venderles comida a los policías porque temen que los pandilleros los acusen de informarles de sus fechorías a las autoridades policiales.

Además de escopetas y pistolas, soldados de ese sector confirmaron que hay información que señala que pandilleros del área de San Juan del Gozo tienen al menos tres fusiles M-16 con los que intimidan a sus víctimas y hasta se han atrevido a enfrentarse a los policías.

El fiscal Hernández explicó que las exigencias de las extorsiones se han diversificado en el territorio. Hay grupos pandilleriles que les exigen a los propietarios de los negocios que operan en el sector que les provean de productos alimenticios y granos básicos.

Otros se han dado a la tarea de exigir armas largas, artículos de pesca y motores para lanchas, sin conocerse las verdaderas intenciones de esos grupos.

Hay al menos cuatro hostales restaurantes que no funcionan, no porque sus dueños sean extorsionados, sino más bien porque no llegan turistas, sostuvo Hernández.

Para poder identificar a sus potenciales víctimas o detectar la presencia de la Policía, estos grupos monitorean desde largas distancias el ingreso de los vehículos que no son conocidos, a través de binoculares.

La Inteligencia policial ha detectado la presencia de entre 60 y 90 pandilleros que residen en el sector, aunque llegan de otros sitios como San Marcos, Puerto el Triunfo, Montelimar y Soyapango. La gente se queja por la llegada de pandilleros foráneos porque estos han resultado ser más agresivos con ellos, explicó Hernández.

La jefa del puesto de Policía en El Zamorán, inspectora Yanira Sánchez, reconoció que el principal problema “son las extorsiones a las personas que vienen a comprar pepas de marañón, turistas que van a la Isla de Méndez, pero la situación es que las personas dicen que solo les piden dos dólares, cinco dólares y prefieren mejor no poner la denuncia”.

Aseguró que en las últimas semanas se ha tratado de controlar con el refuerzo de dos patrullas de soldados y policías.

“Esta zona es un paraíso natural, es una lástima que la delincuencia esté ahuyentando al turismo nacional e internacional cuando se debería de darle el tratamiento que se merece”, dijo Hernández, quien agregó que es necesario que se tenga presencia de la Policía Turística y Rural de forma permanente.

No es necesario escuchar de los pobladores que la localidad es peligrosa, sino que los mismos policías les advierten a las personas del riesgo que correrían si se atreven a visitar la península de la Bahía de Jiquilisco y hasta el bosque Nancuchiname.

El alcalde de Puerto de El Triunfo, José Rodrigo Tenorio, sostuvo que la Policía mantiene un plan de seguridad en el área de su responsabilidad, Corral de Mulas, para garantizar la tranquilidad de los turistas. Aseguró que “nunca ha tenido quejas de los turistas, los delincuentes “no se meten con los turistas, sino que el problema es entre los jóvenes (pandilleros)”.

Sin embargo, reconoció que la situación de inseguridad se empeoró desde los llamados “viernes negros”, pero que ya se ha normalizado con la presencia de la Policía.