Pocos asistieron al entierro de David

Según la PNC, uno de los asistentes al entierro fue privado de libertad

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Una vecina de Santa Cruz Michapa acomoda una ofrenda floral en la tumba de David Ernesto Orellana, de 10 años, quien desapareció el viernes al salir de su escuela y lo hallaron muerto el sábado, cerca de donde vivía con su abuela. fotos edh / ren?? estrada

Por Jorge Beltrán Luna nacional@eldiariodehoy.com

2014-07-13 7:00:00

Ayer a media tarde, unas pocas personas asistieron al sepelio de David Ernesto Orellana, el niño de 10 años que fue encontrado semienterrado y decapitado el pasado sábado en una zona rural de Santa Cruz Michapa, departamento de Cuscatlán.

Lo enterraron en el cementerio del caserío Los Rosales, una comunidad con muchas casuchas construidas desordenadamente, con una sola calle, tan angosta que en algunos trechos es necesario doblar los espejos laterales del vehículo para poder circular, pero con muchos miembros de la Mara Salvatrucha, quienes imponen un riguroso control de quienes entran a ese lugar. En esos callejones, ellos se mueven a sus anchas.

De acuerdo con parientes de David, varias cuadras antes de llegar al camposanto, la mayoría de personas decidió no continuar acompañando el cortejo fúnebre por temor de que los mareros les hicieran daño.

Y quienes se regresaron tenían razón. Ayer mismo, instantes después de que enterraran al pequeño David, varias patrullas policiales de la Unidad Táctica Operativa (UTO) rastreaban la zona, en busca de una persona que, según explicaron fuentes policiales, fue privada de libertad por miembros de la MS mientras asistía al entierro.

Las fuentes no revelaron la identidad de la persona privada de libertad, sin embargo, sí aseguraron que el hecho sucedió durante el sepelio. Hasta ayer a las 5:00 p.m., las autoridades no habían podido rescatar a la víctima.

David vivía en territorio de la MS y estudiaba en zona de la 18

Ayer, personas que dijeron conocer a David, reiteraron que el menor, aparentemente, no tenía problemas con nadie, no se sabía que tuviera vínculos con miembros de ninguna pandilla y lo calificaron, además, de trabajador.

Por todo eso, no salen de su asombro por el hecho de que desapareciera el viernes en la tarde y al siguiente día hallaran su cadáver mutilado.

Fuentes policiales tampoco tenían perfilado al menor como pandillero o colaborador de esos grupos, es por eso que tampoco entienden por qué lo mataron con tanta saña.

Lo único, afirman fuentes policiales, es que el niño vivía en un lugar dominado por la Mara Salvatrucha y estudiaba en una escuela donde domina la pandilla 18.

De acuerdo con fuentes policiales, el hecho de vivir en un lugar dominado por una pandilla y estudiar o trabajar en territorio dominado por otra, ha sido muchas veces motivo suficiente para que cualquiera de esos grupos criminales asesinan a sus víctimas por creer que colaboran con sus rivales y por esos los matan.