Pasión por la conservación de los garrobos

Con mística y entrega, este hombre se esfuerza por conservar esta especie de reptiles

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Pasión por la conservación de los garrobos

Por Texto y fotos: Miguel Villalta comunidades@eldiariodehoy.com

2014-07-12 8:00:00

Adilmar Serpas ha causado sensación en el en Cantón El Niño, en San Miguel, porque desde hace 39 años alimenta y cuida a centenares de iguanas y garrobos de todos los tamaños, que deambulan libremente en su terreno, que mide más de una manzana.

Sus vecinos lo han nombrado como el “encantador de garrobos”. Y es que la labor de Adilmar es titánica, tanto, que se las ingenia para alimentar a más de mil reptiles adultos y jóvenes, tarea que viene haciendo desde que tenía 21 años; hoy tiene 60.

A Serpas no le importa levantarse temprano para recolectar comida en el mercado local para sus “niños”, así les dice cariñosamente.

“La gente es muy irracional, no respeta a los animales indefensos, por eso yo los protejo ante la amenaza de los cazadores que son los mayores depredadores de las especies animales que se encuentran en peligro de extinción”, dijo, con la mística de un hombre que ama y cuida los reptiles.

Durante el verano, la recolecta se vuelve más complicada, porque el alimento es más escaso, los árboles pierden sus hojas y Adilmar tiene que madrugar e ir hasta San Miguel a comprar verduras y frutas para darles de comer.

Pero eso no es tan complicado como el hecho de protegerlos de las aves y serpientes que prefieren alimentarse de las pequeñas iguanas, aunque no es tan preocupante como defenderlos de lo que él denomina, “el mayor depredador sobre la tierra: el hombre”.

Cuenta que: “un muchacho me dio un machetazo algunos años atrás, le advertí que acá no era área de caza y por eso me hirió; pero eso no me detiene, mientras tenga vida yo los voy a proteger, incluso con mi propia vida”, afirmó.

El objetivo de Serpas es lograr que las especies se reproduzcan ampliamente para que las futuras generaciones puedan conocer la existencia de estos animales.

San Miguel es reconocido como la ciudad de los garrobos, pero “las personas los cazan, consumen y venden, ya que no existe una instancia que los proteja, por eso mi idea es preservarlos y cuidarlos para que no desaparezcan”, explicó.

El amante de estos reptiles quiere que cuando él falte, lo recuerden por su lucha y su labor en pro de la especie.

“Cuando yo muera serán mis hijos quienes se encargarán de continuar con mi lucha”, así, Adilmar pretende asegurar la existencia de las iguanas y garrobos, en peligro de extinción, por muchas generaciones.