Marta se quedó sin preguntarle al presidente

El mandatario visitó junto a varios de sus funcionarios la escuela Darío González, de la colonia Dolores.

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El presidente de Anda, Marco Fortín; el ministro de Agricultura, Orestes Ortez y el presidente Salvador Sánchez, durante su visita a la colonia Dolores de esta capital. FOTO EDH / JAIME ANAYA

Por Juan José Morales política@eldiariodehoy.com

2014-07-12 7:00:00

Marta Ramírez llegó temprano a esperar al presidente. Desde hace más de tres décadas vive en la colonia Dolores, al sur de San Salvador, lugar donde las casas esconden problemas como la falta de agua, la escuela es la expresión de la poca apuesta por la educación y las calles son el escenario de la inseguridad.

Ella sonríe. Llegó el día. Tiene años esperando la ocasión. En sus manos una vieja libreta con una lista de quejas: “Las maras, el precio de las medicinas, el costo de la vida, las pensiones…”, eternos reclamos que le hará a Salvador Sánchez Cerén, el mandatario que decidió salir cada sábado de las tenues paredes de Casa Presidencial para estar “Gobernando con la Gente”.

Pero el derecho a preguntar llega hasta donde un empleado de Casa Presidencial se lo permite. Es la democracia donde solo interroga el que tiene el micrófono y no se sale del guión del gobierno.

Por ejemplo, Astrid Rivera denunció supuestos problemas sanitarios en la zona y consiguió una reunión con las autoridades ambientales para el próximo martes, Jhoselin Aragón que insistió la idea del “acaparamiento” de frijol como razón por el alza de precios o Sandra Henríquez que se enfocó en la infraestructura deteriorada de los centros escolares, entre otros ciudadanos que muy puntual y sin salirse del guión solo preguntaron, no cuestionaron.

Y cuando se trata de temas como el agua (que apenas llega dos horas a la colonia), el presidente asegura que el problema incluso lo vive en su casa en la colonia Layco de San Salvador. Hasta “regañó” a Marco Fortín, presidente de la Administración Nacional de Acueductos y Alcantarillados (Anda).

“A mí me pasa igual que a ustedes, a las 9:00 de la mañana Marco ya me está quitando el agua”, le espetó. Marta quiso reír pero recordó que tiene ropa sin lavar y que la situación desespera. “Ojalá supiera el presidente”, dijo resignada.

Así pasó la mañana. Hubo compromisos, frijol de Alba Alimentos a $0.60 y un libreto que se cumplió hasta el punto final.

Solo las preguntas y problemas de Marta no tuvieron respuesta.