Consternación por muerte de estudiante en Ciudad Dolores

Jóvenes lamentaron que la violencia les hay arrebatado a un buen compañero

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Dan el último adiós a los restos del joven Arnoldo Ayala, asesinado el miércoles cuando iba a estudiar. Foto EDH / Marlon Hernández

Por Jaime López sucesos@eldiariodehoy.com

2014-06-19 8:00:00

Una madre soltera lloraba ayer en el interior de un vehículo fúnebre, mientras se preguntaba “¿por qué mataron a mi hijo, si yo siempre lo eduqué por el camino del bien?”.

El dolor se dibujaba en el rostro de aquella agobiada mujer, mientras los restos de su hijo Arnoldo Antonio Ayala, de 17 años, se hallaban en la improvisada capilla del cementerio general de Ciudad Dolores, en Cabañas, a unos metros de la tumba, donde serían enterrados.

Al féretro lo rodeaban los compañeros de bachillerato de Arnoldo, alumnos del Instituto Nacional de Sensuntepeque, así como de familiares, amigos y vecinos.

Arnoldo, quien cursaba primer año de bachillerato en el INS, fue bajado abruptamente de un microbús el miércoles por la mañana, por dos sujetos, más tarde fue asesinado.

Hasta ayer, su familia y las autoridades, desconocían las razones de su asesinato.

Sus compañeros recordaron a Arnoldo como “un gran amigo y un gran compañero”, quien se caracterizó por ser respetuoso y sencillo.

Entre llantos, la progenitora negó que su hijo haya salido de su control y que su muerte fuera consecuencia de ello. “Yo a mi hijo lo había formado bien. No tenían que haberle hecho esto”, dijo la madre.

“Él era una gran persona, no se metía con nadie. Era estudioso y tranquilo, supongo que lo asesinaron por envidia, porque no se llevaba con ellos”, recordó uno de los hermanos.

El muchacho no entró en detalles sobre quiénes eran “ellos” y la razón de la envidia que tenían contra su familiar.

Agregó que también desconocía de algún tipo de amenaza, “si él (Arnoldo Antonio) no se metía con nadie”.

El pariente afirmó que la única rutina del joven era ir y regresar de estudiar.

Llegaba a almorzar y por llevar la opción de contaduría, por la tarde volvía al instituto, a continuar con la siguiente jornada de estudio, hasta las 4:00 de la tarde.

Los sábados y domingos pasaba estudiando encerrado en su casa, aseguró.

“A él lo asesinaron porque les caía mal”, subrayó el familiar, quien dijo no tener idea de quiénes eran los homicidas.

No tenía nada que ver con las pandillas

El subinspector Vladimir Ayala de la PNC de Sensuntepeque afirmó que no había indicios de que el joven perteneciera a pandillas.

El miércoles que le arrebataron la vida, se había preparado para una exposición en el instituto.

A un lado de su cadáver se hallaba un pequeño cartel con el que apoyaría su tarea, detalló el subinspector Ayala.

Arnoldo Antonio era el segundo de cinco hermanos, todos hijos de una madre soltera.

Un grupo de compañeras también se refirieron a la víctima. “Él no se metía con nadie, el tiempo que lo conocí se llegó a ganar mi corazón y mi amistad”, subrayó una adolescente.

“No podía creer lo sucedido, cuando me dijeron de su muerte. Nunca supimos que tuviera problemas con alguien”, reflexionaban sus compañeras.

Para las jovencitas de segundo año de bachillerato, el muchacho siempre se identificó por ser “muy alegre” y por “mostrar una sonrisa a sus semejantes”.

Algunas amigas se enteraron de su muerte a través de las redes sociales.

Un adolescente dijo que habían perdido a un gran compañero, con quien siempre se reunían para distraerse en grupo.

Con Arnoldo Antonio, ya son dos estudiantes los que han sido asesinados en menos de dos meses. Ambos pertenecientes a la misma institución educativa.

El otro estudiante también cursaba primer año de bachillerato y tenía la misma edad de Arnoldo, 17 años.

Ayer un grupo de estudiantes del Instituto de Sensuntepeque se mostró preocupado por la ola de violencia que se está registrando en contra de los alumnos de ese instituto.

Cuestionaron a las autoridades que solo cuando hay homicidios extreman las medidas de seguridad, pero semanas después, bajan la guardia y ellos quedan desamparados.

“Pedimos que pongan cartas en el asunto e implementen el verdadero plan de escuela segura y que no sea solo de palabras”, dijo una adolescente, luego de salir del cementerio.