Niños salvadoreños detenidos en Arizona pueden ser deportados

La reforma migratoria descarta otorgar la ciudadanía a los niños que ingresan a EE. UU. ilegalmente, advierten

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Otros 230 niños ilegales salvadoreños están en un albergue de Nogales, México.

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2014-06-13 8:00:00

Quienes pagan a coyotes para que guíen a sus hijos, menores de edad, rumbo a EE. UU. pueden perder la esperanza de que recibirán algún tipo de beneficio migratorio una vez interceptados y enviados a un albergue para indocumentados. Así lo advirtió ayer un funcionario del Departamento de Seguridad Nacional estadounidense a la agencia EFE.

La misma fuente confirmó que a los niños alojados en los centros, dispuestos por el Gobierno estadounidense a lo largo de la frontera, se les abre un proceso de deportación poco después de ser detenidos en el país.

En el año fiscal 2013, que concluyó en septiembre, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) registró unos 24 mil niños que habían cruzado la frontera sin compañía. Para mayo pasado, el número se había duplicado hasta los 47 mil, sobre todo, en la zona de Río Grande (Texas).

Hasta ayer, 165 niñas y 214 niños salvadoreños estaban en un centro para migrantes indocumentados en Arizona. Uno de estos menores de edad tiene 8 años y las edades del resto van desde los 10 hasta los 17 años.

Todos viajaban sin la compañía de un familiar adulto y, tras ser interceptados, están en el Centro de Procesamiento de Nogales, Arizona.

Los datos fueron proporcionados ayer por el ministro de Relaciones Exteriores, Hugo Martínez, y por la viceministra para los Salvadoreños en el Exterior, Liduvina Magarín.

Los niños salvadoreños forman parte de un total de 1,154 menores de edad albergados en dicho centro.

Martínez explicó que la red consular intenta contactar a los padres o representantes legales de los niños e informarles sobre su estado. En palabras del canciller, se hará todo lo que esté en manos de las autoridades para lograr la reunificación familiar, “ya sea en El Salvador o en los Estados Unidos”.

Recientemente, la Casa Blanca decretó una emergencia en la frontera suroeste de los Estados Unidos, debido a que se ha detectado un mayor número de menores de edad migrantes que viajan no acompañados.

El miércoles, la embajadora de EE. UU. en El Salvador, Mari Carmen Aponte, pidió a los padres de familia no permitir que sus hijos viajen de forma ilegal hacia el país del Norte. Ese día, la embajadora afirmó: “El número de niños sin acompañantes que están llegando indocumentados a Estados Unidos ha aumentado de manera importante y nos preocupa”.

La Agencia EFE informó ayer que el comisionado de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE. UU. (CBP), Gil Kerlikowske, aseguró que el Gobierno estadounidense intensificará sus esfuerzos para informar a los centroamericanos del trato migratorio que les espera a los niños en dicho país, como una medida para frenar “esta crisis humanitaria”. “La ley que se debate en el Congreso para una reforma migratoria integral no concedería la ciudadanía a esos inmigrantes en este momento”, repitió el comisionado, una información que “los coyotes” manipulan para instar a los migrantes a cruzar la frontera.

“Son grupos criminales que piden tremendas cantidades de dinero a esos niños que solo buscan reunirse con sus familias o una vida mejor”, agregó.

El comisionado de la CBP insistió además, en que las causas de este incremento tan desmesurado de inmigración infantil -un 92 % respecto al año pasado- también responde a los altos niveles de criminalidad en esos países y recordó que Honduras, es hoy, la nación con mayores índices de violencia armada del mundo.

“Muchas son niñas y la mayoría son menores de 13 años”, relató el comisionado, quien dijo además que los agentes de protección fronteriza están “trabajando duro” por reubicar a los pequeños y trasladarlos a instalaciones donde puedan tener acceso a higiene, ropa y alimentos.

“Y que sepan que es muy peligroso cruzar la frontera sur, sobre todo en los meses de verano”, agregó respecto a las difíciles circunstancias a las que se pueden enfrentar tratando de pisar territorio estadounidense en las zonas desérticas de Texas y Arizona. Kerlikowske dijo, además, que los pequeños tienen muchos problemas médicos, tanto físicos como psicológicos, ya que el viaje les deja graves traumas. La ley prohíbe al Departamento de Seguridad Nacional de EE. UU. deportar a los niños inmigrantes, justo después de su llegada al país si provienen de países que no comparten una frontera con EE. UU.

La mayoría de los niños centroamericanos que llegan a EE. UU. son reubicados en instituciones federales o con parientes, pero las autoridades deciden su destino “caso por caso”.