Directo a emergencias con la mano atrapada en un molino

El brazo de la joven fue retirado de la máquina en la sala de máxima urgencia del Hospital Rosales, con ayuda de socorristas de la Cruz Roja. La paciente tuvo que ser sedada. Perdió 3 dedos y más de la mitad del pulgar.

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Socorristas de la Cruz Roja bajan de la ambulancia a ??ngela López, en la entrada de la sala de Emergencias del hospital nacional Rosales.

Por Yamileth Cáceres nacional@eldiariodehoy.com

2014-06-14 8:00:00

La tribulación hace mella en el rostro de Ángela López. Está acostada sobre una cama del servicio de cirugía mujeres, del Hospital Nacional Rosales. Tiene su mano izquierda vendada.

Han pasado tres días desde que su miembro quedó atrapado en un molino eléctrico de carne, y estuvo a punto de perderlo por completo.

Eran las 10:30 de la mañana, aproximadamente, cuando en la sala de emergencias del principal centro de referencias médicas del país, recibieron a la joven de 20 años, acompañada por miembros de la Cruz Roja Salvadoreña.

Los socorristas cargaban no solo a Angela, sino también, el molino con su mano prensada. Minutos antes la habían atendido en su lugar de residencia, colonia la Cima 1, en San Salvador.

El equipo de Cruz Roja no pudo retirar el brazo de la máquina y tuvieron que trasladar a la víctima al hospital, aún atrapada en el aparato.

Para poder tratarla, el personal de médicos, socorristas y trabajadores de mantenimiento efectuaron una serie de maniobras e incluso le aplicaron anestesia a la paciente, en condiciones no usuales. Ellos estaban frente a algo insólito.

“La recibimos con su miembro dentro de la moledora de carne”, explicó el doctor Juan Antonio Tobar, jefe de emergencias del Rosales.

“Una emergencia bizarra”

El médico añadió que estaban frente a una de esas situaciones que en otros países y en programas de televisión llaman “emergencias bizarras” y de las que, en varios años de trabajo, no había asistido a una.

Angela fue llevada a la unidad de máxima urgencia, donde el primer paso era retirar la mano atrapada. Tres miembros de Cruz Roja y tres empleados del área de mantenimiento del Rosales trabajaron en ello.

A la paciente se le colocó anestesia endovenosa, pero aún así resultaba difícil la tarea. Se llamó al equipo de anestesia del hospital para que le suministraran medicamentos potentes, pero que permitieran mantenerla respirando. En esas condiciones comenzó la labor.

Con las herramientas y con un movimiento inverso, se desarmó el molino, sacaron el miembro y de inmediato trasladaron a la paciente a los quirófanos, sin una radiografía que evidenciara, claramente, el grado de la lesión. El proceso duró unos 30 minutos.

“Junto con el equipo de mantenimiento del hospital, se logró retirar la mano del artefacto. Una vez hecho eso, se llevaron el equipo destruido, porque aquí tuvimos que desarmarlo”, comentó el jefe de la emergencias.

Tobar agregó que mientras permanecía la mano atorada, no se produjo una hemorragia, primero porque traía un torniquete, aparte, porque las zonas machacadas quedaron completamente destruidas, no había irrigación sanguínea.

En la sala de operaciones, los especialistas pudieron observar la gravedad de la lesión y trataron de conservar el miembro lo más que pudieron, pero, por la gravedad de las lesiones, fue imposible.

Los médicos describen que el brazo de la paciente estaba destrozado casi en su totalidad. A este tipo de fractura se le denomina grado “3C”, porque hay destrucción de músculos, de los huesos y vascular.

En estos casos, las posibilidades de recuperación son mínimas, expresó Tobar. Sin embargo, se trató de hacer un procedimiento de mínima pérdida del miembro.

“Logramos conservar el carpo muy parcialmente, la región próxima de la mano y el quinto dedo, buscando alternativas posteriores, y a partir de ese trabajo reconstructivo primario, esperar la evolución y, de acuerdo a ello, determinar qué tejido es viable y qué no”, explicó el jefe de Emergencias. El carpo está compuesto por ocho huesos que forman la estructura de la muñeca de la mano.

Una cirugía delicada

El caso de Ángela fue una amputación traumática en la que perdió por completo tres dedos y más de la mitad del pulgar izquierdo. Hasta inicios de la semana mantenía el índice en evaluación.

La operación en la que trataron de salvar, lo más que podían del miembro superior, duró dos horas y participaron cuatro cirujanos, dos de ellos de cirugía plástica.

Andrés Goens, cirujano plástico, quien estuvo a cargo de la operación, dijo que los molinos traen una especie de parrilla para evitar un accidente de esta naturaleza, pero la máquina que usó Ángela no la tenía. “El tipo de molinos donde se dañó la mano esta niña son un embudo … ahí meten la carne y abajo está el molino haciéndolo pedacitos; de fábrica vienen con una parrilla, los hoyos de la parrilla son (pequeños) caben pedazos de carne, pero no cabe una mano. Así que el punto de partida es que hubo un genio que quitó eso de ahí porque estorbaba”, expresó Goens.

La intervención consistió, en palabras de Goens, en tratar de remendar el rompecabezas, porque la mano estaba fragmentada en unos 30 pedazos.

“Desgraciadamente, las cuchillas habían cortado las arterias que llevan la sangre a los dedos, estaban volando, el único que estaba era el del índice”, indicó el cirujano plástico.

El especialista agregó que trataron de salvarle el pulgar, pero no fue posible por la destrucción que había, la arteria principal estaba arrancada. Solo una parte del dedo pudieron conservarle.

“Supongamos que todo cicatriza bien, va a quedar una mano inmóvil, sin movimiento, por lo menos para empujar una puerta le va a servir”, añadió Goens.

La palma de la mano estaba cortada, había fractura de los huesos y el nervio vital que le da la sensibilidad al miembro, quedó seccionado.

De acuerdo con el cirujano plástico, en el hospital, la historia de pacientes que sufren amputación de dedos o manos se ve una vez al mes.

Hay una serie de máquinas que se usan para cortar lámina y hacer otro tipo de objetos que no son bien manipulados o han sido modificados.

Sin peligro de morir

Por su parte, el jefe de emergencias del Rosales, manifestó que la lesión que sufrió la joven es grave, pero no ponía en riesgo su vida.

“La evolución determinará qué tejido es viable y qué no para poder, de alguna manera, intentar una reconstrucción posterior”, comentó Tobar.

El cirujano opinó que se podría considerar la posibilidad de un reconstrucción a través de un auto implante del primer ortejo (dedo) del pie o la utilización de un tipo de pinza mecánica para que pueda utilizarla y desarrollar una vida normal.

“La condición de ella es estable, porque su lesión fue bien específica, bien definida, anatómicamente controlada, pero sin duda muy lamentable, porque implica la amputación traumática de una mano, nosotros solo regularizamos el muñón”, añadió el jefe de la emergencia.

En el Rosales es común que ingresen pacientes con lesiones graves en los miembros tanto superiores como inferiores o de aquellos que pierden el cabello al quedárseles atorados en el molino, pero no como el caso de Angela.

El hecho ocurrió la mañana del jueves 5 de junio, en la Cima 1, en la capital.

Vecinos de la joven llamaron al número de emergencias de Cruz Roja Salvadoreña para pedir auxilio, porque Ángela tenía prensada su mano derecha.

“Primero es de lamentar que sea en una persona en edad laboral y, segundo, que en un momento dado pudiera haberse perdido alguna medida de protección laboral que haya conducida a esto”, dijo.