“Ana” marca el drama de abusos y sufrimientos

Las historias de niños y adolescentes migrantes están llenas de sacrificios y riesgos que generan huellas de por vida.

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La situación de niños y adolescentes migrantes en Estados Unidos amerita una solución integral de corto y largo plazo.

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2014-06-20 9:00:00

La muerte de su hermano a manos de las pandillas y las amenazas en su contra, propiciaron que “Ana”, una adolescente de 17 años, de nacionalidad hondureña, decidiera correr el riesgo de viajar indocumentada a Estados Unidos, pero en el camino sufrió toda suerte de vejámenes que ahora la tienen marcada de por vida.

La historia de “Ana”, nombre ficticio de una niña hondureña entrevistada por la cadena CNN, retrata las dificultades y peligros a los que se exponen quienes deciden abandonar su país y viajar ilegalmente a los Estados Unidos.

“Es difícil recordar estas cosas porque es muy doloroso”, externó entre sollozos la joven durante la entrevista concedida a la cadena televisiva.

Bajo el anonimato de ese nombre ficticio, “Ana” recuerda que tuvo que viajar en buses, camiones y a veces caminar largas distancias sin beber una gota de agua, mucho menos ingerir alimentos o tener acceso a medicamentos.

“Tenía miedo, no nos daban nada, corríamos subíamos montañas sin descansar”, expresó la joven.

Pero según dijo en la entrevista, lo más complicado y peligroso lo vivió desde que ingresaron junto a otros indocumentados a territorio mexicano.

“Nunca se me cruzó por mi mente jamás de que iba a sucederme esto, de que esto iba a ser doloroso. Fui violada, me agarraron varias personas, algo muy difícil, me agarraron varias personas y me amenazaron, me dijeron que si decía algo, si gritaba me iban a matar y yo iba a quedar en ese lugar”, relató entre lágrimas y emocionalmente afectada.

Todo ocurrió en 2011, relata la joven a la cadena televisiva, cuando su hermano mayor fue asesinado por miembros de pandillas y comenzaron a amenazarla de acabar también con su vida.

Su hermana en Estados Unidos la mandó a traer y pagó un coyote, de quien no sabe nada. “De eso no puedo decir nada porque las personas que nos traen no dan información de eso”, explicó a CNN.

Finalmente, la joven de 17 años logró pasar a territorio estadounidense y logró reunirse con su hermana en Miami La Florida, donde convive con esos malos recuerdos que son parte del drama, el reflejo constante del migrante.