La cultura perdió con gestión Funes

La decisión del jefe de Estado fue que la cartera nacional de cultura dependiera de Casa Presidencial La injerencia de Presidencia en la gestión cultural le dejó una alta factura a El Salvador: rompió la relación entre artistas y Gobierno

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La cultura perdió con gestión Funes

Por Tomás Andréu Twitter: @tomazs_andreu

2014-05-23 7:00:00

El presidente Mauricio Funes no es Shakespeare, pero hizo de la cultura una tragedia: dividió y dejó varias tormentas. Con él se acabó el consuelo de aquella frase que sirve de bálsamo en las borrascas de la vida: “Después de la tormenta, viene la calma”.

De un plumazo —literalmente— el Presidente se llevó el Consejo Nacional para la Cultura y el Arte (Concultura) del Ministerio de Educación (Mined) hacia Casa Presidencial y le cambió el nombre: Secretaría de Cultura de la Presidencia (Secultura).

“Con este cambio, el gobierno del presidente Funes eleva el rango que tenía Concultura y proyecta un apoyo más decisivo a las distintas expresiones de la cultura salvadoreña”, justificó en un comunicado de prensa el Gobierno, allá en los últimos días de junio de 2009.

La Secultura fue de los últimos organismos gubernamentales que tuvo titular. Después de una convocatoria accidentada en un hotel de la capital en 2009, salió el nombre que el presidente Funes eligió para la institución: Breni Cuenca. En 2010, después de rehusar cambiar a un directivo por otro elegido por la Primera Dama, Vanda Pignato, el jefe de Estado le perdió la confianza y la despidió.

En solidaridad, todos sus directivos renunciaron. Esa fue la primera decepción.

Luego entró Héctor Samour (2010-2012). En su gestión se generaron numerosas demandas laborales. Posteriormente fue removido y llevado como viceministro al Ministerio de Educación.

Finalmente, entró como secretaria Ana Magdalena Granadino (2012 hasta la actualidad). Con ella llegó un nuevo grupo de directivos.

El presidente Funes dijo que en su gestión se acabarían los compadrazgos. No fue así. Se sabe que ella es muy cercana al mandatario y la Primera Dama.

En 20 años de la gestión cultural del partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) hubo errores. Sin embargo, según muchos críticos, las gestiones bajo el mandato de Funes superaron sin esfuerzos los errores de 20 años de la derecha entera.

“Desgraciadamente, el presidente Funes fracasó en cultura. Absolutamente. El presidente Funes no valora la cultura”, le dijo el 17 de diciembre de 2013 a El Diario de Hoy el cineasta salvadoreño André Guttfreund, ganador del Premio Óscar de la Academia. Si desde afuera la Secultura se ve mal, desde adentro se ve peor.

“La Secultura solo cambió de nombre. Hemos heredado los vicios de Concultura. Los nuevos administradores y los nuevos titulares han traído nuevos vicios. Esto se ha convertido en una aberración”, dijo frente a las instalaciones de la Secultura el director de Cine y Audiovisuales de la institución, Jorge Dalton.

El cubano-salvadoreño hizo las declaraciones en diciembre a mediados de 2013, justo cuando la institución enfrentó su crisis más grande luego de que los trabajadores hicieran un paro laboral por 14 días en todo el territorio. El caos de la institución se conoció en los periódicos de Centroamérica y México.

“Yo voté por Mauricio Funes. Yo pensaba que por ser un hombre importante en los medios iba a tener mucha sensibilidad en la institución. Creí que le iba a poner atención. En este momento me siento verdaderamente defraudado. Me equivoqué”, reconoció Dalton.

La cereza del pastel

Lo primero que hizo la actual secretaria de Cultura fue trasladarse a un edificio privado por el que paga 150 mil dólares al año. Ese lugar se volvió su búnker de lujo. No dio entrevistas a los medios de comunicación, menos a aquellos que hicieran preguntas incómodas.

Desde ahí trazó su “política cultural” y no permitió que los directores nacionales le corrigieran la plana ni que la asesoraran. El que no cumpliese su voluntad era despedido. Dimitieron muchos trabajadores, otros fueron despedidos y otros pidieron traslado lejos de ella. Esto hizo que la titular de Cultura tuviese demandas en la Corte Suprema de Justicia y en la Corte de Cuentas.

Tuvo problemas con el dinero internacional y local. Uno de ellos ocurrió cuando se canceló la inauguración de “El Principito y sus Mundos” en el Parque Infantil. El proyecto incluía dinero de la Alcaldía de San Salvador y del programa Unicef de las Naciones Unidas. Cuando El Diario de Hoy habló con los jefes de prensa de la institución, Granadino los despidió por haber hablado con este medio.

Sin ley de cultura

El gobierno del presidente Funes tuvo que haber dejado un Anteproyecto de Ley de Cultura para El Salvador. Este tendría que haber llegado a la Asamblea Legislativa para su discusión y aprobación. Con fondos —a través de licitación— de la Agencia Española de la Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) se buscó al consultor colombiano Gonzalo Castellanos —una especie de estrella del rock en lo cultural— para que hiciese el trabajo.

Su propuesta fue “mutilada” y se le presentó otro trabajo a la comunidad de artistas, académicos y gestores culturales durante el Foro 2012 de Cultura y Desarrollo. El suramericano abandonó inmediatamente el país al considerar una falta de respeto la mutilación de su consultoría.

Granadino dio una mentira como explicación: “El señor se fue, tenía problemas familiares”. Pero la presión pública le hizo decir la verdad: “Lo que tenemos de él son ideas puestas en papel. No hay nada del otro mundo (…) el señor Castellanos nos presentó unas ideas innovadoras, nos presentó una ley y yo no estuve de acuerdo, no estuvimos de acuerdo los directores nacionales”.

El convenio sobre los fondos estipula que si no se cumple con lo pactado, el Gobierno salvadoreño tendrá que devolver el dinero al cooperante internacional (227 mil 500 dólares). El proyecto está en Casa Presidencial, según informó en su momento la secretaria de Cultura.

Negligencia

En 2013 se le fueron más de un cuarto de millón de dólares a Granadino. El dinero estaba destinado para resguardar el sitio arqueológico Las Marías.

La Asamblea Legislativa le ordenó que se presentara para que diese una explicación del porqué no utilizó el dinero.

La diputada Lucía de León, de ARENA, escuchó la defensa. y llegó a esta conclusión: “Si no pudieron hacer esto en un año, ¿cómo lo van a hacer en tan poco tiempo que les queda? Por eso he insistido sobre la incapacidad de esta señora secretaria de Cultura. Tuvo el dinero para comprar el inmueble, para protegerlo y no lo hizo. ¿Cómo se la llama a eso? Incapacidad”.

Otra polémica que marcó la gestión del presidente Funes fue la modificación del reglamento que otorga el Premio Nacional de Cultura. Con esta reforma, el presidente decide a quién le entrega el máximo galardón cultural. Antes, un jurado calificador decidía a quién se galardonaba, ahora solo funciona como un colador. El último Premio Nacional de Cultura se entregó al artista y gestor cultural, Fernando Llort. A él le fue destruida en 2011 la obra que hizo para la fachada de la Catedral Metropolitana.

Secultura —a través de su dirección de Patrimonio— no hizo nada para proteger y judicializar el caso. Ramón Rivas —en ese momento director de Patrimonio— le confesó a El Diario de Hoy que renunció a su cargo porque “Casa Presidencial le calló la boca” cuando investigaba el caso.

La destrucción del mural de Fernando Llort ha quedado en la impunidad, pero el “mea culpa” del Presidente fue premiarlo para limpiar su negativa imagen cultural.