Los 5 juegos tradicionales que se están perdiendo en El Salvador

Cada vez se vuelve más difícil encontrar a un niño jugando con un trompo, un capirucho, una piscucha, un yoyo o con chibolas. La tecnología desplazó a estos juegos y todo indica que están a punto de desaparecer

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Los 5 juegos tradicionales que se están perdiendo en El Salvador

Por Gabriel Recinos comunidades@eldiariodehoy.com

2014-05-18 7:00:00

En la época del PlayStation, el Xbox, Angry Birds y un sinfín de aplicaciones para dispositivos móviles, los juegos tradicionales que divirtieron durante décadas a generaciones de salvadoreños luchan por preservar la magia que los hizo populares.

Para Julio César Martínez, director de la Escuela de Antropología de la Universidad Tecnológica (UTEC), la década de los 80 marcó un cambio cultural. “Esa generación desarrolló su capacidad más visual, una vinculación más cercana con los dispositivos tecnológicos que con los juegos artesanales”, explicó.

El surgimiento de dispositivos como el Game Boy, el Atari o juegos para computadoras “atrajo más a los cipotes. Les gustaba más por la imagen, eran más dinámicos”, dijo, y agregó: “Es comprensible que ahora a un niño le dé más placer controlar un muñeco en la pantalla con sus propios movimientos que lanzar chibolas”.

El trompo, las chibolas, las piscuchas, el capirucho y el yoyo ya no gozan de la misma popularidad y cada vez se vuelve más difícil encontrar a un niño jugando con uno de ellos.

María Martínez, quien labora en Souvenirs La Palma y lleva 24 años vendiendo en el mercado Ex-Cuartel, en San Salvador, cuenta que la venta de juguetes tradicionales ha bajado. “Vienen a comprarlos para mandarlos a los hijos de familiares en Estados Unidos, para que conozcan los juegos que sus padres tuvieron en El Salvador”, explicó.

“Se han vuelto un producto nostálgico, un adorno, un recuerdo para personas del exterior”, dice Mary Morán, de Artesanías Adonay, en el mercado Ex-Cuartel.

Martínez explicó que los juegos infantiles han formado parte de todas las culturas y nacen “como la necesidad de entretener a los menores, o como un deseo lúdico para desarrollar participación”.

Al igual que la cultura, los juegos evolucionan y permanecerán aquellos que resulten funcionales, que generen placer al jugarlos, dijo.